jueves, 7 de octubre de 2010

Propaganda

6,7,8, como TVR, son mera propaganda. Panfletos del siglo XXI, editados y a colores. Machacan sobre alguien hasta que lo instalan como el gran enemigo.
Cuando Lanata les dice “lo hacen por plata, te mienten por plata” suena como un desesperado llamado a la coherencia. No lo escuchan.
Y es verdad que el método es Goebbels puro, me atrevería a decir que es Goebbels corregido y aumentado. Porque a la propaganda que se instala de manera periodísticamente económica, con videos editados hasta la completa desnaturalización, se le agrega el supuesto debate de los supuestos periodistas supuestamente inteligentes.
Los seguidores del oficialismo que se sinceran en conversaciones privadas admiten el problema de la inédita corrupción del régimen, y hasta llegan a reconocer la inexistente calidad de los medios utilizados para la propaganda. Hasta que son disciplinados por los “cuadros”.
¿Qué pasó acá? se pregunta Estela de Carlotto en el Disney Channel de la TV Pública cuando escucha a Jorge Lanata criticando a los Kirchner y al programita de marras.
Y los soldados de la causa van y empiezan a odiar a Lanata.
“Turros coimeros que apoyaron a la dictadura” les dice Hebe a los jueces de la Corte Suprema, la misma que nombró el kirchnerismo y de la cual estaban orgullosos hasta ayer nomás esos soldaditos, pero no importa; baja la orden de odiar a la Corte y entonces ellos van y odian.
Pérez Esquivel, símbolo de la lucha por los derechos humanos si los hay, se anima a criticar las palabras de Hebe; baja la orden y los soldaditos van y empiezan a odiar a Pérez Esquivel.
Y sucesivamente van pasando a engrosar las filas de los enemigos a odiar Martín Caparrós, Ernesto Tenembaum, El fiscal Strassera y es casi seguro que seguirán las firmas.
Es lo mismo que entre ellos, el que se atreve a opinar en disenso es inmediatamente degradado.
El enorme problema es que ya están comenzando a señalar como enemigos a gente de la que no puede dudarse que tenga un pensamiento progresista, lo cual implica que en la lucha de la ideología patotera no hay lealtades ni mucho menos reflexión.
Por esfuerzos que se realicen, uno no consigue imaginar a Martín Caparrós ni a Ernesto Tenembaum militando en las filas de la derecha recalcitrante.
Nadie se pregunta: “si nos critica esta gente, ¿no estaremos haciendo algo mal?” No hay margen para eso. Lo viven cono una guerra y en la guerra el que duda es finado.
Fabián Ferrante

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