jueves, 27 de mayo de 2010

El poder, una forma de administrar la furia

Una escena de “Facundo” de Sarmiento y la biografía de José Félix Uriburu, el primer militar golpista, son reveladoras de cierto tono rabioso y permanente en nuestra identidad.

El ejercicio del poder concebido y ejercido como la práctica activa de la administración de la furia fue fundacional y es actual y visceral en la Argentina. La administración pública de la rabia es el reverso del pánico interior de la sociedad. A mayor temor, mayor agresión contenida, y la estrategia oficial, feudal casi siempre, a lo largo de las cronologías argentinas, ha sido la de decidir desde el poder a quién es conveniente odiar. Gobernar es históricamente aquí -generalizando, desde luego- el arte de convencer a quién abominar. Es un procedimiento que quizá Maquiavelo no desaprobaría.
Las cosas son muy distintas ahora. No hay represión ni sangre.
Pero tras el pánico de 2001, el encono y el miedo recuperaron potencia.

Hay una escena fundacional que narra Sarmiento en Facundo y que quizá lo explique alegóricamente. Facundo Quiroga huía de un calabozo en el que había estado encarcelado en San Luis por la autoridad que siempre lo perseguía. Huía a pie Facundo por el desierto y de pronto “cuando nuestro prófugo había caminado cosa de seis leguas”, cuenta Sarmiento, “creyó oír bramar un tigre a lo lejos”. Algunos minutos después, el bramido se oyó más distinto y más cercano, el tigre venía ya sobre el rastro, y sólo a una larga distancia se divisaba un pequeño algarrobo. “Entonces’ -dice Sarmiento que comentó Facundo- ‘supe lo que era tener miedo’”. Al fin, el gaucho llega al árbol, se trepa a él y el tigre -el puma, diríamos hoy- lo acecha debajo durante horas. Facundo, fascinado por la mirada brutal y a la vez estúpida del tigre, lo mira a su vez hipnotizado. Son eternidades de tensión en las que se jugaban la vida y la muerte. Hasta que se produjo una inversión fundamental: Facundo Quiroga se lanzó desde el árbol con su puñal bien asido y, furibundo, traspasó al tigre una y cien veces. Y, con la mano ensangrentada, se convirtió en otro. Desde ese momento, Facundo será “el tigre de los llanos”. Su terror se convirtió en furia y así, con furia y saña, persiguió enemigos como el tigre que había buscado devorarlo. Convirtió su miedo en encarnizamiento político. Los enemigos de Facundo a la vez lo odiaban, y Rosas probablemente más que nadie; al fin lo mataron en Barranca Yaco, sin pena pero cincelando su estatura de mártir. Odio contra odio.

Sólo San Martín, tal vez, supo eludir esa dialéctica espantosa y conjurar la saña. “No quiero manchar mi espada con sangre de mis hermanos”, sentenció y partió para no volver.

Pasado el tiempo, la furia fundacional se volvió patricia, conservadora y militarista. Es paradigmático el caso de José Félix Uriburu. Su biografía quedó olvidada, pero no fue menor en la historia del odio nacional. Es el padre de la patria golpista del siglo XX. Nació el 20 de julio de l868, en la misma casona de sus padres, José Uriburu y Serafina Uriburu, en la calle del Mercado, en la Salta señorial. Allí había vivido en l802 el mariscal de campo trasandino Juan Antonio Alvarez de Arenales, consejero y mariscal de Perú a la vez y gobernador intendente de Salta. Allí, en esa misma casa colonial, había nacido José Evaristo, el tío de José Félix, y también presidente de la Nación. Las rejas y los dinteles, las habitaciones que se abrían generosos a los patios y el sol salteño la glorificaban en su sencillez. Y en su linaje. Los padres de Uriburu eran primos entre sí y católicos ejemplares. Los primeros años de José Félix fueron ya marciales, penitenciales y felices en esa casa todo honor y todo orden, que José su padre, egresado de Chuquisaca y beato vocacional como su madre, Serafina, sostenían sin esfuerzo y con crucifijos en cada habitación para que José Félix y sus hermanas Florencia Teresa y Juana se educaran con el Señor presente. Por cierto, un crucifijo pequeño recordaba al pobrecito fallecido, Félix Ricardo, que no vivió lo suficiente.
José Félix fue a la escuela de la maestra Jacoba Saravia, salteña íntegra que lo vio partir a Buenos Aires en l881, a los trece años, donde el futuro golpista se incorporaría al Colegio Nacional como alumno libre, para ingresar después, al fin, al Colegio Militar, su destino manifiesto y añorado. Pero más interesante que su juventud cuadriculada y previsiblemente prusianofílica fue su muerte en París, claro.
Antes de ir a morir a París, Uriburu visitó Salta por última vez, concurriendo con todos los honores a la guarnición de la Quinta División, donde el comandante, su camarada el general de brigada Francisco Vélez organizó una bienvenida con desfiles, venias y vivas como correspondía. El 12 de marzo de l932 se embarcó en el Cap. Arcona junto a su esposa Aurelia Madero, la hija del constructor del puerto de Buenos Aires, a su hijo Alberto y a su nuera María Laura, para no volver. Desembarcaron en Boulogne Sur Mer. Poco pudieron hacer los doctores Lardenois, Lamierre, Rous y Millos que lo atendían. Pero lo confortaba el padre Urrutia que le dio la extremaunción. El 29 de abril de l932 murió Uriburu.
Aunque el país lo haya olvidado, su funeral fue tan “grandioso” como el de Hipólito Yrigoyen, a quien Uriburu había expulsado de la presidencia democrática. Las campanas tremolaron en Buenos Aires y en toda la Argentina. Y su cuerpo fue embarcado en L´Atlantique hacia Buenos Aires; en frenético duelo lo recibieron miles en las calles, el 26 de mayo.
El general Justo, presidente del país gracias al golpe que Uriburu había perpetrado el 6 de septiembre de l930, y ungido por el fraude, recibió sus “gallardos” restos fúnebres en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Y Uriburu fue llorado por muchedumbres.

Después llegaron más revoluciones, como todos sabemos, más sangre y más antinomias y se desató la complejidad del peronismo, tan compleja que no cesa.
Bárbara (en el buen sentido de la palabra) o aristocrática, la ferocidad se volvió constante. Luego hubo otros golpes, ya no tan patricios (aunque nostálgicos de un patriciado racista arraigado en el nacional catolicismo). Fueron aún más aterradores.

Después llegó la democracia y su largo y zigzagueante camino de reconstrucción.
Las cosas son muy distintas ahora. No hay represión ni sangre. Pero tras el ataque de pánico de 2001 que todos sufrimos, la furia, la saña, el encono, el despecho y el odio, y por consiguiente el miedo, recuperaron potencia en los corazones, y los fantasmas coléricos de la historia no descansan en paz.
Miguel Wiñazki

miércoles, 26 de mayo de 2010

El ostracismo de los hombres de Mayo

La mayoría de los miembros de la Primera Junta de Gobierno que el 25 de mayo de 1810 iniciaron el proceso de la emancipación nacional, tuvieron un final en el ostracismo, sin el reconocimiento de sus conciudadanos.

Un ejemplo de ello fue su Presidente, Cornelio Saavedra. Tras haber sido desplazado en 1811, fue procesado y debió exiliarse en Chile hasta el año 1815. Durante este período, perdió su fortuna, amasada antes de las Invasiones Inglesas como comerciante con el Alto Perú. De vuelta a Buenos Aires, recién en 1818 consiguió que Pueyrredón como director supremo le reconozca el grado militar. En 1822 se acogió a la ley de retiro y en 1825 ofreció sus servicios para la guerra con el Brasil, que no fueron aceptados por lo avanzado de su edad. Pasó sus últimos años en la estancia de la familia ubicada en Zárate, donde falleció el 29 de marzo de 1829, luego de sufrir dificultades espirituales y económicas.

Juan José Castelli fue enviado por la Primera Junta como delegado en la expedición militar al Alto Perú, que fue derrotada en la batalla de Huaqui el 20 de junio de 1811. Retornó a Buenos Aires donde fue sometido a un lento proceso. El gobierno le adeudaba sus sueldos atrasados y en el Alto Perú había gastado toda su fortuna. Atacado por un cáncer en la lengua, murió en prisión el 12 de octubre de 1812.

El final de Manuel Belgrano es más conocido. Después de la sublevación del Ejército del Norte en la posta de Arequito, Belgrano, al mando de la tropa, emprendió viaje a Córdoba acompañado de su médico, pues ya estaba enfermo, su secretario y sus ayudantes. Después de una breve detención motivada por la falta de recursos, obtuvo un préstamo de 400 pesos con los que llegó a Buenos Aires en 1820. Después de haber permanecido unos días en una quinta de San Isidro, pasó a una vieja casona de la actual avenida Belgrano. Allí su vida se apagó lentamente, mientras lo visitaban diariamente los religiosos del vecino convento. Dejó de existir el 20 de junio.

La muerte de Mariano Moreno también es conocida. El 22 de enero de 1811, se embarcó en la goleta Misteloe, con rumbo a Europa para cumplir una misión diplomática encomendada por la Junta (controlada en ese momento por sus adversarios políticos). Dos días después, trasbordó a la goleta Fama donde lo esperaban su hermano Manuel y Tomás Guido, que oficiaban de secretarios de la misión. La navegación fue lenta y la salud de Moreno comenzó a declinar. Sus acompañantes pidieron al capitán que desviara el rumbo hacia Río de Janeiro o Ciudad del Cabo para tratarlo porque no había médico a bordo, pero éste se negó. Con el desconocimiento de Manuel Moreno y Guido, el capitán suministró al enfermo un emético que agrava su estado de salud vertiginosamente. Falleció en alta mar el 4 de marzo de ese año.

El sacerdote Manuel Alberti fue el primer miembro de la Primera Junta en morir. La incorporación de los diputados del interior, con la que se constituyó la Junta Grande, precipitó la salida de Moreno y la muerte de Alberti, que también fue separado de la Primera Junta. Este se enfrascó en acaloradas discusiones con el Deán Funes, su rival político. De regreso de una gran disputa en el Fuerte, Alberti murió sorpresivamente de un síncope el 31 de enero de 1811.

Domingo Matheu cumplió algunas funciones durante el período de la Independencia, como Comisario de Vestuarios y como oficial del Regimiento de Infantería del Orden. Renunció a sus cargos en 1821, afectado por una enfermedad. Falleció el 28 de marzo de 1831, recluido en su hogar de la calle Florida de Buenos Aires.

El otro español de la Primera Junta, Juan Larrea, perdió su fortuna durante el período de la Independencia, aunque logró rehacerla en los años posteriores. Pero con el advenimiento de Juan Manuel de Rosas, éste hizo lo necesario para que el almacén naviero de Larrea terminara en la ruina: lo cargó de impuestos y multas. Tras varias peripecias comerciales, algunas en Buenos Aires y otras en Montevideo, pobre y abatido por amargas decepciones y sufrimientos, se suicida el 20 de junio de 1847 en un momento de desesperación.

Juan José Paso es el único miembro de la Primera Junta que mantuvo una actuación constante en la vida política. Miembro del Primero y el Segundo Triunvirato, representante en la Asamblea del año XIII, congresal en Tucumán al declararse la Independencia, integró también el Congreso reunido en el año l824, es elegido para integrar la Legislatura que debía reunirse como consecuencia de la Convención de Cañuelas y es nombrado para formar parte del Senado Consultivo que acompaña al gobernador Viamonte. Anciano y soltero, fallece en Buenos Aires el l0 de setiembre de 1833, sin dejar testamento.

Miguel de Azcuénaga, también tuvo una participación bastante prolongada en la política. En 1817 fue jefe interino del Estado Mayor del Ejército y en 1824 miembro del Congreso Constituyente. Fue elegido diputado de la Legislatura de Buenos Aires en 1831 y 1832. Falleció el 19 de diciembre de 1833, casi octogenario, en su casa de campo de Olivos, construida por Prilidiano Pueyrredón frente al Río de La Plata, en el lugar que hoy ocupa la residencia presidencial.

Alberti, Moreno y Castelli murieron en los primeros años del proceso emancipador y Belgrano cuando el país se precipitaba a la anarquía. La desaparición de Saavedra, Matheu y Paso tiene lugar cuando se inicia el período rosista, mientras que Larrea y Azcuénaga desaparecen en los últimos años del gobierno del Restaurador.

La mayoría de ellos no gozó de reconocimiento público en vida y dejó de existir en la pobreza tras haber invertido sus recursos en la gesta emancipadora.

Este recuerdo de cómo terminaron su días los miembros del primer gobierno patrio, muestra cómo el servicio público fue concebido dos siglos atrás, más como un sacrificio y un deber, antes que un medio para prestigiarse o enriquecerse, a veces sucede hoy en la Argentina.
Rosendo Fraga

viernes, 21 de mayo de 2010

Política y psiquismo

Al realizar proyecciones respecto al futuro inmediato del país, el peor de los escenarios para 2011, suponen algunos analistas políticos de la oposición, es una victoria de Néstor Kirchner (o de su vicario si los números no le dan a él); pero en realidad hay una posibilidad aún más preocupante, esto es: que Kirchner pierda.
No que pierda ya en la instancia de una elección reñida, a la cual los candidatos más fuertes lleguen con similares chances de ganar, el problema es que pierda antes, en realidad, que sepa con cierta antelación que no tiene posibilidades de ganar.
Entonces y dependiendo del tiempo disponible, el nivel de daños que podría llegar a infligir va de moderados a gravísimos, lo que dejaría al nuevo gobierno ante un escenario de elevada conflictividad o de eclosión inminente.
Al impulso de la furia narcisista que dispare la frustración de su sueño de poder (en tanto poder para Néstor Kirchner significa riqueza e impunidad), llevaría a cabo su personal y devastador éxodo jujeño.
¿Por qué hablamos de furia narcisista? veamos algunos conceptos de psicología para ayudar a comprender mejor el análisis precedente.
El sistema narcisista es común a todos los hombres. Contiene las representaciones del si mismo, que son el conjunto de representaciones que el sujeto toma como descripciones de su ser; dentro de ellas hay un subconjunto (desde las perspectiva de la valoración) de los juicios positivos y negativos que se formulan acerca de si mismo.
Las posesiones narcisistas del Yo son las capacidades que tiene el Yo para obtener la valoración de los objetos, el Yo aparece, así, compartiendo los meritos o fallas de los mismos.
Alrededor de la perdida de la estabilidad de las representaciones del si mismo, se moviliza algo que permanecía estable en las construcciones del psiquismo y esto trae aparejado estados emocionales alterados. Se modifica la manera en que un individuo se percibe a si mismo, tanto en las interacciones reales con los demás, como en las interacciones fantaseadas con otros significativos.
Esa perdida de la estabilidad de las representaciones del si mismo, se puede reconocer entre otras actitudes: por una preocupación constante por definir la estima que la imagen de si pueda merecer ante los otros significativos y ante si mismo, por una preocupación constante también puesta en el saldo que en términos de identidad y estima de sí pueda resultar de toda interacción con los otros, por una constante angustia centrada en la ubicación de esos resultados interacciónales con los otros, en términos de responder a un yo-ideal o al negativo del ideal. (El yo ideal sosteniendo representaciones de tipo omnipotente y perfección absoluta, el negativo, sosteniendo el fracaso irreparable), y por dificultades para el registro y la comprensión empática de las conductas y motivos de los otros.
Este conjunto de alteraciones coloca al individuo en constante zozobra, una inseguridad básica, un clima de ataques y lamentos ya que cada confrontación con el mundo, lo pone en tela de juicio. El individuo se siente expuesto, todo es entonces, riesgo, amenaza, fragilidad.
Esa especial sensibilidad a los fracasos, desilusiones y desaires, propicia la aparición de la furia narcisista que lleva a acometer contra todo lo que se interponga entre el individuo y la concreción de su deseo.
¿Se comprende mejor ahora de qué hablamos cuando nos referimos a la furia narcisista de Kirchner en el contexto de un análisis político?
Lic. Claudio Brunori

jueves, 20 de mayo de 2010

Síndrome del bicentenario

"Este es el mejor gobierno de la historia de la patria". El ex presidente habló en un acto del justicialismo en Chacabuco; aseguró que el año próximo se hablará de candidaturas no como quieren “algunos apresurados ahora”; volvió a vincular la situación de Grecia con la de la Argentina en 2001.
El ex presidente Néstor Kirchner participó en un acto organizado por el Partido Justicialista de Chacabuco junto al gobernador Daniel Scioli, los ministros Florencio Randazzo y Julián Domínguez junto a otros funcionarios y autoridades. Allí, Kirchner aseguró que el gobierno de su esposa Cristina Fernández es “el mejor de la historia de la patria”. El designado Secretario General de la Unasur destacó que “se está haciendo una administración ejemplar con el pilar del federalismo y la autonomía como base”. Además señaló que “si bien falta mucho y hay que corregir errores, se sigue transformando el modelo económico y estamos logrando procesos exitosos como el canje de la deuda que nos va a permitir salir del default”. “Hay que pagar las deudas con estas reservas y los mismo que nos dejaron sin reservas en el Banco Central, los que dejaron al país sin reservas, con el corralito y la desocupación en las calles, son los mismos que ahora son la máquina de impedir”, subrayó el ex presidente. Sobre Grecia. Kirchner volvió a recordar los sucesos de diciembre de 2001 en la Argentina con lo que en la actualidad pasa en Grecia. “Lo que le pasa a la Eurozona, fundamentalmente a Grecia, España y Portugal, me hizo acordar a la Argentina de 2001, que nos abandonaron en helicóptero y nos dejaron solos”, dijo. Contra los medios y la oposición. En una nueva embestida contra sectores de los medios de comunicación y la oposición, Néstor Kirchner dijo: “El país no puede vivir más en el marco de la concentración monopólica. Es muy importante que haya una prensa democrática y que se puedan escuchar todas las voces”. Agregó que en la Argentina “hay grupos monopólicos que quieren que la gente vote, pero después quieren gobernar ellos”. Al cuestionar otra vez a la oposición, Kirchner señaló que “hay una máquina de impedir, que son los mismos que quebraron la Argentina, son la máquina de impedir; Dios nos libre si esta gente vuelve a conducir a la Patria”.(Diario Clarín 12-05-10).
Alguna vez alguien dijo que el pez por la boca muere. No me queda claro si eso incluye a otras especies, incluyendo al pingüino. Una de las mayores paradojas del democratismo de estado de estos tiempos es que toda la oposición toda, se empeña en potabilizar a todo el kirchnerismo todo. Y que todo el kirchnerismo todo, se empeña en sostener un mecanismo que denominaré Síndrome del Bicentenario. Si kirchnerismo es igual a Bicentenario, no faltará que vea a Cornelio Saavedra parecido a Cobos y el perfil de Mariano Moreno con la grandeza del Calafate. Dije y sostengo que el kirchnerismo es una catástrofe cultural, un avance político y un progreso económico. Pero cuando se festeja el des endeudamiento, la caída de los ideales libertarios es sin anestesia y sin red. Primero: no hay endeudamiento a esta altura de los acontecimientos, por todos los pagos realizados, y el juicio a la deuda realizado. Se podría bautizar como rescate de los Bonos Los Mareados, porque pareciera que la deuda emborracha a funcionarios. Total, corte mas, quebrada menos, se baja una deuda que no existe con recursos de todos los que no pueden opinar, porque nuestro democratismo no tiene previsto el plebiscito vinculante. Además, se busca des endeudar al Estado, pero se solicita endeudar a los ciudadanos. Stella y Amore, consumidores posicóticos, son los abanderados de las 50 cuotas, vaselina de largo aliento que no impedirá el ultraje final. Desde el Síndrome del Bicentenario se puede pensar que como De la Rua se fue en helicóptero, nos dejaron solos. Supongo que Néstor y Cristina estuvieron en las calles, donde nadie estaba solo. Por el contrario: la militancia renació, no de sus cenizas, sino avivando fuegos que tampoco se apagaron. No estuvimos solos, aunque si, varias veces mal acompañados. Kostecki y Santillán lo pagaron con su vida. Fuentealba, el Pocho Lepratti, Julio Jorge López, también. Y tantos otros del gatillo siempre fácil. Pero ellos tampoco están solos. Curiosa afirmación que permite pensar desde el Síndrome del Bicentenario que la única manera de estar acompañados es con una plétora de funcionarios y burócratas. Aunque siga siendo cierto que no es bueno que el hombre esté solo, hay compañías que matan. Tampoco es grato pensar en esta revival de la teoría de los dos demonios: el gorila de derecha y el gorila de izquierda. Pero gorilas son todos y todas los que no se incluyan en un frente o contrafrente para la victoria. Como dijo Aníbal Fernández: “a la izquierda de Kirchner está la pared”. Pues bien: seré ladrillo, y además, hueco. Pero si alguien, sea Néstor, Cristina o quien sea, clausura el devenir de izquierda, es lo mas parecido a un pensamiento de derecha que escuché desde el último discurso del cabezón. A la izquierda del gobierno deberá estar la militancia, pero toda la militancia, no solo la que ha sido bendecida por las cooperativas del bicentenario. Otro efecto de este síndrome es señalar que los únicos monopolios son los mediáticos. Monopolio = Clarín. De los otros oligo y monopolios, mejor no hablar en el Bicentenario. El periodista Carlos del Frade señalo que los subsidios a las 200 empresas de economía concentrada, triplican la cantidad de la asignación universal por hijo. El Síndrome del Bicentenario permite alegrarse por el logro de la leche en el mate cocido o el biscocho mojado en la taza. Bienvenida la asignación ante la imposibilidad histórica y política de redistribuir la riqueza y seguir distribuyendo la pobreza. Pero ningún Estado puede sentirse orgulloso de sostener el pasaje de indigencia a pobreza, después de 6 años de gestión y mas de 25 de democracia. La serena humildad es preferible, salvo estados de excitación maníaca, cuando estamos apenas sosteniendo una resignación a la “pobreza light”. Otro efecto del Síndrome del Bicentenario que insistir con mostrar a Grecia, España y Portugal como el “eje del mal”. No sean gorilas, o vean lo que nos (les) va a pasar. Grecia se ha constituído en el cuco del Bicentenario. El 2001 es puesto como un mal ejemplo, algo que no debería suceder. El grito paradojal, y por eso mismo, revolucionario, “que se vayan todos”, ha sido más olvidado que las estrofas libertarias y combatientes de nuestro himno nacional. Las denuncias de la máquina de impedir, no avanzan sobre la denuncias de las máquinas de pedir, o sea, las malditas tragamonedas de Cristóbal López, otro de los hombres del Bicentenario. ¿Qué tiene ver el capitalismo serio con el capitalismo joda de los casinos, bingo, lotería, raspaditas, empomaditas y otras pestes? Pero donde el Síndrome del Bicentenario hace estragos es cuando el actual secretario general de la Unasur, afirma que “el gobierno de mi esposa es el mejor de la historia de la patria”. Faltaba agregar: “¿no es cierto, querida? Primero: no es posible saberlo, porque la historia continuará. Aunque la afirmación de Néstor choca con mi certeza de que el gobierno de Juan Domingo Perón (del 45 al 51) es el paradigma del Estado de Bienestar. Pero Néstor, sobreactuando varios roles (ex presidente, marido, presidente del PeJota, secretario Unasur,) decreta con necesidad y cierta urgencia que es “el mejor de la historia” a pesar que este gobierno aún no entró en ella, es decir, en la historia. Ya basta: denostamos durante décadas el culto a la personalidad. No es lo mismo un ideal que una idealización. Pero la tentación bicentenaria de construir pensamiento único, es también un ejercicio monopólico. Y no son pocos los recursos que tiene el Estado Unitario que negocia votos por coparticipación. ¿Entraremos en la bipolaridad “TN / 678”? Dos únicos pensamientos es una variante encubridora de otro pensamiento único. La valiente tradición de las izquierdas queda obturada, quizá por errores del presente, pero seguramente por aciertos del pasado.
Donde el Síndrome del Bicentenario quedará cristalizado es en la letra del Himno Nacional Argentina. La valiente letra de Vicente López y Planes quedó castrada por imperio de la madrastra patria. Ya nadie canta: “pero sierras y muros se sienten, retumbar con horrible fragor: todo el país se conturba con gritos, de venganza, de guerra y furor. En los fieros tiranos la envidia, escupió su pestífera hiel, su estandarte sangriento levantan, provocando a la lid mas cruel”. Los gauchos la cantaban llorando y bailando, y templaban su espíritu revolucionario. Llegamos al Bicentenario sin Fondo Monetario ni Frente Proletario. Pero al menos, una convicción late. La derecha fascista no volverá a conducir a la Patria, como teme Néstor Kirchner. Pero en modo alguno porque Dios así lo quiera, sino porque los nadies estarán para impedirlo.
Fuente: Pelota de Trapo

Generando incertidumbre

El gobierno de Cristina Fernández parece demorar excesivamente algunas definiciones políticas que hacen a la vida interna pero también a la imagen en el exterior.
Tanto el conflicto con Uruguay por la pastera UPM -ex Botnia- como las reglas de juego para las próximas elecciones, son definiciones que pueden generar daños irreparables, en caso que la indefinición sea prolongada.
A poco más de un mes del fallo de la Corte de La Haya, que no hizo lugar al pedido de desmantelamiento de la pastera sobre el Río Uruguay, la Argentina aún no tomó una decisión respecto del corte del puente que une Gualeguaychú con Fray Bentos.
Lejos de mostrarse proclives a una negociación o replanteo de la medida de fuerza del corte, los asambleístas se arrogan el derecho de redoblar la apuesta y, por ejemplo, amenazan con cortar los tres puentes que unen al país con Uruguay, en ocasión de la nueva reunión que mantendrán aquí la presidenta Cristina Fernández y su par José Mujica. Está claro desde un principio que los asambleístas sólo iban a respetar un fallo de La Haya que relocalizara la pastera.
Habría que recordarles a los asambleístas que según la Carta de las Naciones Unidas sobre los fallos de la Corte de La Haya, tribunal al que la Argentina y Uruguay asistieron por motus propio, sin obligación alguna, "cada Estado Miembro de las Naciones Unidas se compromete a obedecer la decisión adoptada".
Asimismo, la Carta de las Naciones Unidas contempla en su artículo 94, la posibilidad de los estados de recurrir, frente a un incumplimiento de la resolución, al Consejo de Seguridad, el cual tiene la potestad de hacer recomendaciones o dictar medidas con el fin de que se cumpla lo fallado por parte de la Corte en el caso particular. En esa situación está Uruguay, ante el incumplimiento de la Argentina de aceptar la no relocalización de la pastera. Es decir, que no hay motivos para cortar un paso fronterizo.
Más aún, en los últimos días, los propios habitantes de Gualeguaychú vienen reclamando que se levante el corte. Es en ese momento donde el Estado debe hacer cumplir la ley, cumplir un fallo de un tribunal internacional y mostrar previsibilidad y respeto por este tipo de instancias.
El otro aspecto tiene que ver con el periodo preelectoral que está por comenzar. La incertidumbre envuelve a los dirigentes de la oposición, en particular a los peronistas disidentes, respecto a las reglas de juego que el gobierno debe estipular, a través de la reglamentación de la reforma política, aprobada a fines del año pasado.
El peronismo, como tal, está al borde de la ruptura entre kirchneristas y no kirchneristas, y es probable que el escenario sea similar al de abril de 2003, cuando el PJ avaló la presentación de tres candidatos: Néstor Kirchner, Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá.
Los kirchneristas muestran, apenas, una jugada tendiente a denominar el espacio donde podrían competir Kirchner, Duhalde, Reutemann, Das Neves y otros, como "Frente para la Victoria". Esto es rechazado de plano por los peronistas disidentes, que a su vez amagan con ir "por afuera" para vaciar de legitimidad una interna del PJ. Nuevamente el peronismo, en sus distintas vertientes, ocupa el centro de la escena como oficialismo y oposición.
Un histórico justicialista como Julio Bárbaro subrayaba hoy -en diálogo con DyN- esta contradicción: "La interna implica una relación entre los participantes, donde el que pierde está absolutamente dispuesto a votar al que gana en la elección general y ese no es el caso del peronismo hoy". Es decir, no se puede competir en internas por dos proyectos distintos. Deben ir por fuerzas separadas. El peronismo sabe de esto como ningún partido, porque en su nombre, llegaron al poder, por citar sólo dos ejemplos, Menem y Kirchner.
El resto de la oposición ni siquiera reclama reglas de juego claras. Evidentemente, ni siquiera están preocupados, tal vez porque no lo tienen aún demasiado claro, bajo qué alianzas o consensos competirán.
Walter Schmidt
DyN

miércoles, 19 de mayo de 2010

La bolsa y los gorriones

Una vez llegó a un pueblo un señor muy bien vestido, se instaló en el único hotel que había y puso un aviso de una página en el periódico local, donde anunciaba que estaba dispuesto a comprar cada gorrión que le trajeran por $10.

Los pobladores, que sabían que las plazas del pueblo estaban llenas de gorriones, salieron corriendo a cazarlos; el hombre compró, como había prometido en el aviso, los cientos de gorriones que le trajeron a $10 cada uno.

Pero, como ya quedaban muy pocos gorriones en las plazas y era difícil cazarlos, los vecinos perdieron interés, entonces el hombre ofreció $15 por cada gorrión, y todos corrieron otra vez.

Nuevamente, la cantidad de gorriones descendió de manera alarmante y el hombre elevó la oferta a $20, la gente volvió a las plazas y cazaron los pocos gorriones que quedaban, hasta que resultó casi imposible encontrar uno.

Llegado a este punto, el hombre ofreció $40 por cada gorrión, al tiempo que comunicaba que debía viajar para atender otros negocios, pero dejaría a cargo de su ayudante el negocio de la compra.

Una vez que viajó el hombre a la ciudad, su ayudante se dirigió a los pobladores diciéndoles:
Fíjense que quedó aquí esta jaula llena de miles de gorriones que mi jefe compró, les ofrezco vendérselos a ustedes por $30 y cuando mi jefe regrese, se los venden a $40 cada uno.

La gente juntó todos sus ahorros, compraron los miles de gorriones que había en la gran jaula, y esperaron el regreso del 'jefe' para hacer el gran negocio.

Desde ese día, no volvieron a ver al ayudante ni a su jefe.
Lo único que vieron fue la jaula llena de gorriones que compraron con los ahorros de toda la vida.

He aquí una noción simplificada de cómo funciona el Mercado de Valores y la Bolsa.
Claudio Brunori

viernes, 14 de mayo de 2010

Karnaval

EL DESASTRE ECONÓMICO DE LOS KIRCHNER
¿Qué pasaría si una familia gasta más que los ingresos que percibe? Si se va a una escala más amplia, ¿qué pasaría si una empresa tiene más costos que ventas? Y si se apunta a un escenario mayor, ¿qué pasaría si un Estado gasta más que los impuestos que cobra? En cualquiera de las dimensiones el resultado sería el mismo: saldo negativo.
Ahora bien, puede ocurrir que la familia, la empresa o el Estado, bajen sus gastos para poder equilibrar sus cuentas o bien pedir préstamos para alcanzar la ecuación. En el primer caso, el costo sería la resignación de algún deseo o necesidad. En el segundo caso -siempre y cuando tenga crédito-, continuar con ese nivel de gasto, aunque a la larga deberá resignar deseos y necesidades para pagar el préstamo que se verá agravado por el pago de los intereses que obligará a resignar más deseos y necesidades.
En cualquiera de las alternativas, el costo es el mismo: ajuste de gastos. Pero que ocurre cuando la familia, la empresa y el Estado no tienen crédito, cuando nadie le presta y no hay prestamista de última instancia. Casi con seguridad si no se bajan los gastos, lo que se deteriora es el nivel de vida en el caso familiar, y la quiebra o la venta de acciones en el caso de la empresa.
¿Qué pasa con el Estado? Los Estados gozan de opciones para poder continuar su existencia aunque en todos los casos ese oxígeno no es gratuito. Pueden "crear" moneda para aumentar sus ingresos o bien recurrir a un salvataje del prestamista de última instancia, o ambas cosas a la vez, hasta que se descubra que la "creación de moneda" termina perjudicando al prestamista de última instancia.
Con la creación de moneda artificial, los Estados tienen nuevos ingresos como si fueran impuestos, pero en realidad, no hacen otra cosa que cobrarle su déficit fiscal a los ciudadanos, al provocar un aumento generalizado de precios. Es decir, lo que se denomina "el impuesto inflacionario".
Con el salvataje, los Estados tienen más ingresos pero están obligados a bajar los gastos porque de lo contrario no habrá nuevos ingresos. Si no bajan los gastos, no podrán devolver el salvataje y el prestamista no hará nuevos desembolsos, con mayores y graves consecuencias: aumentará el stock de deuda y subsistirá el déficit que lo terminarán pagando los ciudadanos, a través, de una mayor inflación o bien con una devaluación. En ambos casos, el efecto para la población es el mismo: mayor pobreza.
Esto que se ha relatado y que puede ser entendido hasta por un alumno de escuela primaria, no es tenido en cuenta por la administración Kirchner que continúa maquillando la realidad con diatribas y con mentiras y cuando no con una gran dosis de ignorancia.
A los graves problemas fiscales que tiene el país, el gobierno le aumenta mayor presión al acelerar desenfrenadamente el gasto público y la emisión de moneda. Un carnaval fiscal.
En los últimos días, la administración regente lanzó un jubileo para que las provincias virtualmente no paguen sus deudas. Nuevamente, las provincias -al igual que en las décadas pasadas-, son fuertes generadoras de déficit que debe ser soportado por el resto de la sociedad. Las causas, al igual que en el resto de los casos, son exceso de gastos improductivos. Felizmente hay excepciones -Santa Fe, La Pampa, San Luís, entre otras-, que mitigan los efectos totales.
En Olivos todo está teñido de un oscuro tono político proselitista. Las provincias no pagan hasta después de las elecciones de 2011 y amplían el plazo de vencimiento de sus obligaciones hasta 2030. Es en términos estrictos un subsidio y un premio. Por ser tan eficientes, las provincias podrán contar con mayores recursos para gastos electorales y podrán financiarse a una tasa del 6 por ciento, un costo que ni siquiera puede conseguir la Nación ni tampoco las mejores empresas del país. Como se sabe, cuando hay subsidios, hay alguien que los recibe -las provincias, en este caso, también los reciben los empresarios amigos del poder-, y hay alguien que los paga -la sociedad-, con mayor inflación.
Pero la fiesta no está completa en el corsódromo. Ahora, para agregar más serpentina, papel picado y fuegos de artificios, la administración matrimonial decidió efectivizar a más de 20.000 empleados públicos que estaban contratados "en negro" por el Estado. Esto equivale a aumentar el gasto público presente y futuro porque van a cotizar para la seguridad social y deberá ser solventado por la sociedad con más inflación.
Todo esto ocurre cuando en el sector privado, el empleo en negro es creciente porque no se puede soportar la carga fiscal y la demanda de empleo se dispara ante la ola de inflación. La liturgia oficial, acompañada por una comparsa de burócratas ineficientes y mitómanos, al déficit fiscal lo llama redistribución de riqueza y a la inflación, reacomodamiento de precios y a cualquiera que quiera cambiar este status, enviado del Consenso de Washington, del FMI o el mismísimo demonio. La crisis europea no es culpa del FMI. Por el contrario, el FMI tuvo que poner plata para pagar la fiesta en el viejo continente.
Miguel Ángel Rouco

miércoles, 12 de mayo de 2010

Exiliados e imputables

Sentado en el cordón de cualquier vereda del conurbano, se abraza las rodillas y asoma apenas los ojos desde la capucha del buzo azul oscuro. Mira al mundo con la misma desconfianza con que el mundo -desde el colectivo o desde el supermercado- lo mira a él. Lo han convertido en un animalito a la defensiva. Preparado para atacar después del zarpazo al que lo tienen acostumbrado sus catorce años de respirar esos aires negros.
Sabe que es blanco fácil para el calabozo por origen, no más. Ni idea tiene de que si la Cámara de Diputados firma alegremente lo que el Senado aprobó en noviembre del año pasado, el calabozo será legalizado y sin hendijas para el pataleo.
Tampoco sabe -porque nadie habla con él, porque no lo tienen en cuenta, porque los legisladores no saben cómo nació, cómo sobrevive, cómo es su no familia ni lo que se mete en los pulmones cuando siente que no se anima a nada- que se lo demoniza en la tele, que se lo condena en las fortalezas detrás de las rejas que los ciudadanos se construyen para defenderse de él. No sabe que están esperando desde hace meses un crimen resonante para colar la ley en Diputados, en medio de la verborragia histérica de estos tiempos, y ganar el aplauso porque se está haciendo la patria firme y justa del bicentenario. A costa de aquellos a los que se abandonó y se condenó desde el vientre, a costa de todos aquellos a quienes se suprime sistemáticamente porque la patria del bicentenario será para pocos y elegidos.
La abstracta opinión pública, sin rostro pero con fuerte palabra, la cadena mediática de reproducción de sangre y la burda política que responde a los estímulos ocasionales pero también a su convicción filosófica, esperan. Hay tanto niño criminal que la compulsión que apretó al Senado fue la balacera contra el ex futbolista Fernando Cáceres. Cinco meses después, sin embargo, Diputados todavía espera la próxima noticia estridente de pólvora que se le endilgue a un pibe para poner el grito en el cielo y levantar las manos con pretensiones de unanimidad. Y que finalmente se baje la edad de imputabilidad a 14 años y el alarido social aplaque los decibeles y la televisión se regocije y ya nadie deba tener miedo de que la pequeña negritud baje de las villas en bandadas a quedarse con los bienes y los males de los elegidos para este lado del mundo.
En 2010, la Argentina de las contradicciones bicentenarias pondrá en marcha el límite para el trabajo infantil en los 16 años. Pero se los podrá juzgar y encerrar a los 14. El mismo Estado que invisibiliza a seis millones y medio de chicos menores de 18 años sumidos en la pobreza -la mitad de ellos indigentes-, el mismo que dejó sin atención médica mínima al 47% de ellos, el mismo que permite con su ausencia la muerte de 25 diariamente por causas emparentadas con el hambre, el mismo que les quebró la familia, el que los hacina de a ocho en cuartos miserables, ese mismo se rasga las vestiduras ante el pibe que roba, que ataca, que transgrede como forma de supervivencia. Con las drogas en una invasión sin freno en los sectores más populares, como un puñal disciplinador que deshinibe para la muerte o mata por propia eficiencia. Todo huele a una oscura política de dilusión y barrido de residuos.
Durante el siglo de existencia de la Ley de Patronato se encerraba a los pibes en terribles ensayos de cárceles: el 90 por ciento estaban presos por pobres. Ese 90 por ciento quedó, en la provincia de Buenos Aires, a la buena de dios -es decir, de las organizaciones sociales a las que el Estado les paga las becas cuando el dinero logra esquivar las prioridades represivas o la férrea estructura de corrupción que todo lo resiste- y sólo se discute qué hacer con el pibe de 14 que comete un delito grave. No hay espacio ni políticas ni ojos ni reparo ni sopa caliente para el resto. Hasta que el horror los convierta en primera plana. Y siga dando vueltas con dramática eficiencia el engranaje que decide quiénes recibirán al futuro con palmas en una vereda soleada y quiénes, como él, que se abraza las rodillas en el cordón de una vereda del conurbano, lo verán pasar desde los ventanucos invisibles de un exilio de paco y estigma.

lunes, 10 de mayo de 2010

Economía social y dignidad humana

En una sociedad cuya economía pone el centro en la condición humana, orientando el desarrollo hacia la realización plena de las necesidades de sus miembros, la economía social desempeña un rol central.
En la economía social el fin no es el lucro, aunque esto no significa que no esté presente. Entonces, si no es el lucro la finalidad ¿dónde está puesto el fin? El fin está puesto en la persona, en el emprendedor.
Este sería, simplificando, el planteo de una sociedad inclusiva, que se observa en los emprendimientos sociales que si bien no tienen la magnitud económica de las unidades de producción típicas del capitalismo, tienen una magnitud social que va más allá de la misma decisión de los emprendedores, en tanto no hacen eso para enriquecerse ya no hay un proyecto de acumulación económica, hay un proyecto de dignidad de la persona en respuesta a interrogantes básicos: ¿cómo hago para darle de comer a mis hijos? , ¿cómo hago para vestirlos?, ¿cómo hago para educarlos?
Es esto lo que se propone el emprendedor.
Ahora, por otro lado, otra parte de la economía social, que son las cooperativas y mutuales constituidas en el país, que tienen historia y tienen identidad regional, le suman la otra pata estratégica a la pretensión de disputarle los espacios posibles a una economía de mercado que pone la centralidad en el lucro.
La construcción de una economía centrada en las personas lleva a trabajar la relación dialéctica entre necesidades, satisfactores y bienes económicos, como condición para la creación de formas de organización económica en las cuales las necesidades se vivan con plenitud desde la potenciación de los satisfactores mediante el uso de los bienes económicos.
“Lo que está culturalmente determinado no son las necesidades humanas fundamentales, sino los satisfactores de esas necesidades. Los satisfactores no son los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que contribuye a la realización de las necesidades humanas, los bienes son en sentido estricto, el medio por el cual el sujeto potencia los satisfactores para vivir sus necesidades.” (Manfred Max-Nef en Desarrollo a Escala Humana)
Las necesidades revelan el ser de las personas, en tanto este se torna evidente mediante ellas, en su condición dual de carencia y potencialidad. Si se las comprende en este sentido, no limitándolas al mero nivel de subsistencia, las necesidades reflejan la tensión siempre presente entre carencia y potencia inherente a los seres humanos.
En la medida que las necesidades crean compromiso, motivan e impulsan la movilización de las personas, adquieren dimensión de potencialidades, llegando incluso a ser recursos.
No se trata entonces de conjugar necesidades con determinados bienes y servicios que se supone que han de satisfacerlas, eternizando el asistencialismo. Se trata de relacionar las necesidades con prácticas sociales, modalidades de organización, modelos políticos, etc. que incidan en la forma de la realización de esas necesidades.
Claudio Brunori

sábado, 8 de mayo de 2010

La verdadera historia de la privatización de YPF

Fue días pasados, en el salón sur de la Casa Rosada. Allí, había dos víctimas de “amnesia lacunar”, ésa que borra la memoria de un evento determinado.
Los pacientes eran Néstor Kirchner y el secretario General de la Presidencia , Oscar Parrilli. Ambos han olvidado que –de no haber sido por ellos dos— Carlos Saúl Menem no habría podido privatizar YPF.
Kirchner dijo en el salón sur: “Sabemos el genocidio que pasó nuestra industria petrolera, la increíble privatización (...) si YPF hubiera quedado en manos nuestras estaríamos recaudando (...) entre 20 y 25 y hasta 30.000 millones de dólares por año”. A su lado, Parrilli aplaudía.
Ninguno de los dos recordaba, al parecer, su participación en eso que (ahora) el presidente llama “genocidio”. Menem quería sancionar la ley de privatización de YPF pero no podía. No tenía, en el Congreso, los votos necesarios: aparte de la abierta negativa de la UCR, enfrentaba resistencias dentro del propio PJ.
Kirchner ofreció la solución. Él había asumido, el 21 de agosto, la presidencia de la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI), que agrupaba a Chubut, Formosa, Jujuy, La Pampa , Mendoza, Neuquén, Salta y Santa Cruz.
Si la privatización era reclamada de modo unánime por la OFEPHI —argumentó Kirchner— se vencerían muchas resistencias.
Pero la solución tenía un precio: la Nación debía pagar —acuerdos extrajudiciales mediante— sumas multimillonarias que las provincias de la OFEPHI reclamaban por regalías supuestamente “mal liquidadas”.
Ya el 30 de agosto de 1991, Menem —junto con sus ministros Domingo Cavallo y José Luís Manzano— habían suscrito una curiosa “conciliación” con Santa Cruz. Por ella, la Nación “reconocía” una deuda de 480 millones de dólares con la provincia. Pero el “reconocimiento” quedaba impúdicamente sujeto a la sanción de la ley de privatización de YPF. Si no se aprobaba esa ley, el reconocimiento –decía con todas las letras una cláusula del acuerdo- “quedará sin valor y efecto alguno, y no podrá ser invocado como antecedente de ninguna especie”.
El martes 22 de septiembre de 1992, los gobernadores de la OFEPHI se reunieron con Manzano, en el Ministerio del Interior, y resolvieron montar un lobby.
Acto seguido, Kirchner ofreció una conferencia de prensa en la misma Casa Rosada. Desde allí pidió apoyo para la privatización de YPF e instó a que los disidentes, al menos, dieran quórum.
Al día siguiente, Clarín publicó, con foto de Kirchner, la noticia: “Provincias petroleras hacen lobby por la aprobación”. Ese lobby no se limitaría a la exhortación pública; los diputados debieron sortear presiones y tentaciones.
La tarea fue efectiva: esa noche, Diputados aprobó el proyecto de ley.
Parrilli (entonces diputado nacional por Neuquén) fue el miembro informante. Durante el debate, sostuvo : “no pedimos perdón por lo que estamos haciendo (...) esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero presidente [Menem]”.
Un año después, en un libro titulado Cuatro años en el Congreso de la Nación, 1989-1993, Parrilli se jactó de haber impulsado la privatización: “hoy YPF es la gran empresa petrolera privada nacional, que domina más de la mitad del mercado de los combustibles”.
La venta de YPF tuvo, también, ventajas para el gobernador Kirchner. Dos meses después de sancionada la ley, Cavallo, Manzano, Kirchner y De Vido firmaron el “acta acuerdo” por la cual se fijó la suma que correspondía a Santa Cruz.
En definitiva, la provincia recibió, en 1993, US$ 654 millones. Con ellos, adquirió acciones. Las de YPF, le permitieron un gran negocio: las compró en US$ 290 millones y, seis años más tarde, las vendió por US$ 670 millones. Hizo, así, una diferencia de unos US$ 380; 654 + 380 = 1.034. Kirchner envió ese millar de dólares a dar la vuelta al mundo.
Nunca hubo restitución plena ni adecuada rendición de cuentas. Sin embargo, la justicia se ha desentendido del tema. Guillermo Montenegro —ex juez federal designado por kirchner— se declaró incompetente y remitió la causa a la provincia. El 1° de junio de 2005, Santiago María Lozada, juez de instrucción Nº 1 de Río Gallegos, mandó las actuaciones al archivo.
Los “fondos de Santa Cruz” han sido motivo de acusaciones y debates. Pocos conocen, sin embargo, la conexión entre esos fondos y el decisivo apoyo que Kirchner brindó a la privatización de YPF.
José Picón

viernes, 7 de mayo de 2010

La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo: si se ponen restricciones al discurso, vegetará el espíritu como la materia; y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria.
Mariano Moreno

martes, 4 de mayo de 2010

La mala fe

Sartre hace una distinción entre dos tipos de mentiras: por un lado la mentira simple, a secas y por otro lo que llama la mala fe.
La primera corresponde al engaño dirigido a los otros, la mentira concerniente al universo de las cosas y que puede circunstancialmente resultarle útil al hombre en el trato cotidiano con las cosas.
La mala fe que hoy trataremos en cambio, es el autoengaño, la mentira inmanente, es aquella conducta del hombre que intenta esconder la responsabilidad de los propios actos, engañándose a sí mismo.
Se busca con este comportamiento eludir la condición fundamental de ser un hombre libre, para ocultar las consecuencias inevitables de esa libertad: que aquello que hacemos y lo que somos es siempre resultado de nuestras decisiones.
Al actuar de mala fe se asume una conducta en la que nos damos el trato de una cosa, un objeto y lo que caracteriza básicamente a los objetos es no ser sujetos, es existir como consecuencia de un hecho ajeno a ellos mismos, una cosa no es ni dueña ni creadora de sí misma.
De esta forma nos tratamos ciertamente cuando elegimos vivir basados en la mala fe, destacándose en esta opción dos ámbitos primordiales para el ejercicio de esa conducta: el ámbito de la valoración personal y el ámbito de las elecciones.
Para poder apreciar la presencia de la mala fe en lo referente a la valoración de lo que somos es menester recordar la tesis postulada por el existencialismo: somos lo que somos como una consecuencia de nuestras decisiones, ha sido nuestra libre elección ser como somos y tener lo que tenemos.
La propuesta de Sartre es así una filosofía de la acción, según la cual el ser se agota en lo que hace, no existiendo en él potencialidad alguna, ni velados talentos que no hayan encontrado realización debido a la confluencia de circunstancias adversas.
Ciertamente esta concepción sartreana de la existencia puede resultar de muy difícil aceptación para muchas personas, especialmente cuando su situación no refleja las expectativas que plantearon para su vida, surge entonces como paliativo para brindar sosiego a su conciencia, la posibilidad de hacer a los demás responsables de su situación, se construye entonces la creencia de la inevitabilidad de ser lo que uno es o tener lo que tiene y se valora la propia existencia cargando la responsabilidad en otro actor : los otros, la sociedad, el destino, etc.
Para Sartre esa búsqueda de excusas, esa evasiva que permita sobrellevar un presente ingrato, eso es una conducta de mala fe.
Esa misma mala fe que aparece también cuando del ámbito de las elecciones se trata, y se produce al desistir de la toma de una decisión, al justificar una acción como la única posible, al hacer en definitiva la opción más detestable que es cuando se elige no elegir, asumiendo la pasividad de un objeto, como si no fuese uno el protagonista de su vida, como si las cosas simplemente le ocurriesen y no fuese en definitiva lo que es: un hombre entera y propiamente libre.
Claudio Brunori

Sobre los órdenes en la sociedad

Tributario de una posición filosófica postulada inicialmente por Blas Pascal, el filósofo francés André Comte Sponville elaboró un esquema que plantea la existencia de órdenes en toda sociedad, un conjunto de categorías interactuantes desde y sobre las cuales se desenvuelve la vida humana civilizada.
Simplificando su propuesta, podemos decir que estos órdenes se jerarquizan siguiendo una escala en la cual el primer lugar estaría ocupado por el orden ético, cuyo fundamento son los valores; en segunda instancia se erige el orden moral, que establece el deber ser; en tercer lugar aparece el orden político, siendo su elemento el poder y por último el orden económico, cuyo fundamento es la ganancia.
En cada caso existe una naturaleza funcional intrínseca a ese orden que se reconoce absoluta, carente de limitaciones al interior de la misma, circunstancia esta, que se traduciría en un caos de incivilización si a cada orden le fuese dado desenvolverse según su libre voluntad.
Es entonces condición necesaria de factibilidad para la existencia de una sociedad organizada, que en la dinámica de la jerarquía postulada, el orden superior controle y ponga límites al orden inferior.
No debe interpretarse esto como que un orden ha de funcionar en si mismo según las pautas inherentes a otro, sería absurdo por ejemplo, pretender que el orden económico tenga como finalidad el bien común en vez del afán de lucro, pero si que se le deben imponer límites desde lo político y lo moral a esa avidez de ganar dinero y acumular riqueza.
De la misma manera corresponde que el orden político se desenvuelva sujeto a las normas morales imperantes en la sociedad, las cuales a su vez deben anclarse en una construcción ética superior.
Ahora bien, cuando en una sociedad esa dinámica es interrumpida, cuando la interacción planteada se ve desvirtuada, entonces los órdenes ético y moral son deformados o dejados de lado permitiendo que lo político se centre solo en el poder por el poder mismo y lo económico se entregue a un afán desmedido de ganancia que termina instalándose como corrupción estructural en el sistema.
Cuando una sociedad se encuentra en tales circunstancias, es su propia supervivencia lo que está en juego.
Claudio Brunori

domingo, 2 de mayo de 2010

Una aproximación a Sartre

El existencialismo afirma categóricamente que el hombre es un ser en situación, es decir, es un ser cuya relación con el mundo lo sujeta, lo compromete, y esa situación tiene en sí límites inviolables que no puede transgredir.
No puede ser otro, está ahí libre y comprometido, responsable y culpable. No puede ser otro porque entonces ese otro no sería él.
Cómo dijera Jaspers al hablar de las situaciones límite, no puedo no morirme, no puedo no sufrir, no puedo no luchar, no puedo no ser culpable.
Sartre ha planteado que el hombre empieza por existir, surge en el mundo y después se define. Y existir es ser un ser libre, una afirmación que refiere a la obligatoriedad de ser libres en tanto existamos, y al acceder al concepto de libertad en el marco de la filosofía sartriana se entiende cómo Sartre vino a conmover y modificar el centro conceptual del existencialismo llevándolo a un estadio de responsabilidad social y conciencia política que lo sacó de su ensimismamiento individualista.
El hombre es ante todo un proyecto, es lo que habrá proyectado ser, una conciencia en el mundo, una conciencia arrojada cuyo ser es ser posible y además es creador de sus posibilidades y siendo él una posibilidad en concreto antes de las otras posibilidades que puede crear, es por ello mismo libertad.
Pero esa libertad, paradójicamente, no le otorga tranquilidad, paz, bienestar de manera automática; por el contrario, esa condición, ese principio de libertad intrínseca lo obliga a extremar su cuidado consigo mismo mientras que lo coloca ante un amplio abanico de opciones para elegir.
Al instalarlo frente a una variedad de posibilidades lo obliga a elegir una y otra vez, y esa elección lo compele, lo fuerza, porque el hombre se elige a sí mismo, pero al elegirse, elige a todos los hombres, comprometiendo en esa elección a toda la humanidad.
Hablando de lo que significa para el existencialismo la responsabilidad del hombre, hay que decir que al afirmar que el hombre es el único responsable de su propio ser, se le está endosando un sentimiento de culpa, derivado de esa misma responsabilidad a la que está atado en razón de la libertad que su propia existencia conlleva.
El ser es en sí mismo culpa, aunque él mismo no haya elegido ser, ya que lo que ocurre es que el hombre es el ser que elige y que se elige y que, eligiéndose, debe asumirse. Siendo, pues, en este mundo, somos culpables en él, somos actores en el mundo, y como tales, somos lo bueno y lo malo que pueda ocurrirnos.
Esa responsabilidad se realiza con la angustia, que no conduce al quietismo como en la angustia existencial previa a Sartre, sino que por el contrario es filosofía de la acción, el hombre es angustia en tanto es, en su desamparo, quien tiene que realizar el sentido del mundo.
Para cerrar dejo una definición de Sartre no exenta de poesía: un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él.

Claudio Brunori