domingo, 13 de febrero de 2011

En modo electoral, ni los perros son perros

Si tiene cuatro patas, mueve la cola cuando está contento y ladra, lo más probable es que sea un perro (o, a lo sumo, una perra). Lo que hicieron esta semana los funcionarios públicos, incluyendo a la señora Presidenta, al querer desconocer la elevada inflación que padece la economía argentina, es describir un perro negando que sea un perro.
La alta inflación se caracteriza por una amplia dispersión de precios para un mismo producto o servicio y por dar lugar a una “puja distributiva” de magnitud.
Con baja inflación, los precios de productos y servicios se “parecen”, independientemente de dónde uno compre. Con alta inflación, en cambio, el precio final de cada producto, depende de las expectativas del costo de reposición que cada vendedor tenga y de lo que cada demandante está dispuesto a pagar, en función de sus expectativas de la evolución futura del precio, etc.
Alta inflación y alta dispersión de los precios van de la mano.
Lo mismo sucede con la “puja distributiva”, expresión que comenzó a dominar la política argentina cuando, en las décadas de los 70 y 80, la inflación se convirtió en nuestra manera de resolver conflictos distributivos. Es cierto, como dice la Presidenta, que con capacidad ociosa y alto desempleo, no hay puja distributiva, porque uno de los sectores “pujantes” tiene muy poco poder (el asalariado). Pero no es menos cierto que con baja capacidad ociosa y elevado empleo, la puja surge cuando se sigue presionando sobre la demanda y la tasa de inflación se acelera. Nadie está dispuesto a perder 20% o más de su capacidad adquisitiva o de su rentabilidad.
Esta semana, a la coincidencia entre dirigentes gremiales, empresarios, organismos provinciales de estadística, economistas y ciudadanos respecto de que en la Argentina hay alta inflación, se sumó el Gobierno. En otro contexto, sería una buena noticia. Para solucionar un problema, primero hay que reconocerlo. Por el contrario, el Gobierno empieza a describir el problema y las consecuencias de la elevada inflación, pero con el objetivo político de encontrar “culpables” distintos a la política económica oficial y generar “ambiente” para medidas que, en el corto plazo, pueden tener algún efecto, pero que, respecto de la solución de la inflación, resultan inocuos o, inclusive, contraproducentes.
El tema inflacionario ha empezado a ganar “momento” en las encuestas de opinión, todavía lejos de la principal preocupación ciudadana, la inseguridad, pero acercándose a las inquietudes económicas que surgieron de la crisis de 2002, en especial, la estabilidad en el empleo. Es probable que la “ilusión monetaria” (considerar los aumentos de salarios sin “descontar” la inflación) esté empezando a diluirse. Es probable que mucha gente empiece a confirmar que su apuesta a “licuar” las cuotas del crédito del año pasado, con los aumentos de sueldo de este año, peligra ante el reciente aumento del resto de los precios.
Por ello, el Gobierno pasó de la “sensación de inseguridad” a un ministerio y ahora, de “no hay inflación”, a “no somos formadores de precios”, “no somos responsables de los aumentos”, “vamos a combatir a los vivos que aumentan con todo lo que esté a nuestro alcance”, “les pedimos responsabilidad a sindicalistas y empresarios, etc”.
El Gobierno no forma precios porque no produce nada, como dice la Presidenta. Entonces, si no produce nada, tampoco es responsable del crecimiento a tasas chinas, del que tanto se vanagloria.
Pero aquí, como en el resto del mundo, la política económica es la responsable, para bien o mal, de los resultados económicos, dado el contexto internacional.
Si la expansión monetaria ronda el 30 por ciento, el gasto público aumenta al mismo ritmo, los ajustes salariales también y la economía está en pleno empleo, no puede haber baja inflación, independientemente de los monopolios, a los que hay que combatir, aún sin inflación.
Pero, por ahora, no espere cambios en la política económica, sino endurecimiento de la política, a secas, más conflictos, controles, prohibiciones. En elecciones, hasta un perro no es un perro.
Enrique Szewach

sábado, 12 de febrero de 2011

Extraña forma de prostitución moral

Aquella maravillosa fotografía de Osvaldo Soriano, "No habrá más penas ni olvido”, que reflejaba cómo en nombre del peronismo y de Perón distintos sectores confluían en un pueblo tranquilo para terminar armando una auténtica masacre donde se mataban entre todos, viene a la memoria en versión light y aggiornada al siglo XXI, cuando presenciamos las desventuras de los compañeros ante el caso de la detención del Momo Venegas.

Gerónimo Venegas que responde a Eduardo Duhalde, que es peronista y como tal canta la marcha y hace la “V” aunque por hoy sea el principal foco de ataque del gobierno que también es peronista y canta la marcha y hace la “V”.

La marcha peronista es entonada a las puertas de los tribunales de Comodoro Py por los seguidores de Venegas, enfrentados a la CGT que conduce Hugo Moyano, que se reúne y emite un comunicado para solidarizarse muy tibiamente con el caído en desgracia, pero para marcarle la cancha al gobierno y a la justicia sobre la continuidad de los procesos en cabeza de otros líderes sindicales.

Desde luego, en la CGT se canta la marcha peronista y se hace la “V” de la victoria.

El gobierno —que es peronista— suele cantar la misma marcha haciendo la misma “V” de la victoria y también acostumbra mostrar imágenes ciertamente peculiares, como el ucedeísta Amado Boudou o el procesista Héctor Timerman cantando la tradicional tonada. La misma que canta la CGT y la misma que cantan los de Venegas.

La izquierda peronista hace la “V” y canta la marcha, la derecha sindical oficialista hace la “V” y canta la marcha, y la derecha sindical opositora también hace la “V” y canta la marcha. La presidente alguna vez dijo que Obama era peronista de manera tal que no es extraño suponer que el morocho presidente de USA tenga en su living el cuadro del General con los perritos sabandijas, y que de vez en cuando también haga la “V” y cante la marcha.

Algunos comunistas como Carlos Heller y Daniel Filmus hacen la “V” y cantan la marcha. Algunos piqueteros pro Chávez e Irán hacen la “V” y cantan la marcha, y hasta Aldo Rico mientras se enfrenta a la sensación de inseguridad que lo obliga a balearse con malhechores en un intento de robo; apoya al gobierno, hace la V y canta la marcha.

En una época se esperaba la aparición de "el avión negro de Perón" que traería en triunfal regreso al líder definitivamente a la patria peronista, o socialista, o guevarista, o la patria que fuera, pero siempre todos haciendo la “V” y cantando la marcha.

Ya en pleno Siglo XXI y sin Perón, el sucedáneo resulta ser el avión blanco de los Juliá, estrechos colaboradores del peronista Menem, aquél que se abrazó con el almirante Rojas, y vaya usted a saber si mientras les decomisaban los 944 kilogramos de cocaína en Barcelona no habrán hecho la “V” y cantado la marcha...

Las "cristinesas" del plan "Milanesas Para Todos" probablemente traigan impresa la “V”. Los moscones verdes que revolotean sobre la carne podrida del plan "Carne para Todos", sin dudas han de ser peronistas y probablemente también canten la marcha, y los directores de las empresas que reciben millonarios subsidios del estado de pura felicidad festejan haciendo la “V” y cantando la marcha.

Peter Munk, el jefe de la Barrick Gold, canta alegremente la marcha mientras envenena a pueblos enteros y se lleva los recursos naturales de la Argentina a simple declaración jurada y sin pagar retenciones.

Los supermercadistas chinos que cada tanto van cambiando sociedades para poder seguir trabajando libres de ciertas cargas impositivas y que reciben de su país el importe de IVA que pagan aquí, nunca pierden su sonrisa y dicen "Viva Pelón Calajo "... Lo mismo el líder de las tomas de predios en Soldati, Pitu Salvatierra, cuando a poco de salir de la cárcel da conferencia de prensa desde la casa de gobierno con su simpática gorrita villera, y el afamado Cristian Favale cuando acude a las peñas y se fotografía con los ministros Boudou y Sileoni: todos felices haciendo la “V” y cantando la marcha.

El kirchnerismo ha logrado el milagro de la unidad nacional. Peronistas y guevaristas y militares” bombardeadores” de plazas y empleados públicos y periodistas y actores y videlistas y dirigentes piqueteros y golpistas. La derecha, el centro, la izquierda, los extremos y los medios, todos juntos y felices cantando la marcha y haciendo la”V” de la victoria. En realidad se odian, pero los une una extraña forma de prostitución moral, nacional y popular.

Si alguien se pregunta en qué consiste esa victoria la respuesta es simple. Han salido victoriosos en la batalla contra la Argentina. Ganaron y se la llevan puesta día tras día.

No sé usted, amigo lector, pero por aquí lamentablemente no nos da como para cantar marchas de festejo ni hacer señales de victoria. Preferimos a Discépolo, un mate, las penas y el olvido.
Fabián Ferrante

viernes, 11 de febrero de 2011

¿Adiós a los dolares del yuyo?

Mientras el gobierno sigue empeñado en negar la realidad -la inflación es real-, el mundo sigue su marcha hacia la recuperación, luego de una fenomenal crisis financiera que aún muestra sus secuelas. Una mezcla de cinismo, improvisación, ignorancia y mediocridad regentea hoy el país en todos los niveles de gobierno.
Las definiciones son confusas y hasta grotescas. Por un lado, se niega la inflación y se habla de dispersión de precios, y al mismo tiempo, se le pide a los empresarios que no se aprovechen y no aumenten los precios. ¿En qué quedamos? Si los empresarios suben los precios hay inflación y si no hay inflación, ¿para qué se les reclama a los empresarios?
Lo cierto es que la suba de precios, no es la causa de la inflación sino la consecuencia. Las causas hay que encontrarlas en un gasto público desbordante, basado en subsidios, prebendas, empleo público improductivo, y en una emisión monetaria descontrolada para financiar ese gasto, solventar una demanda global que retroalimenta la suba de precios y mantener un tipo de cambio ficticio, con brutales transferencias hacia capitales golondrinas.
De allí que no es casual sino causal, la tensión social por la puja distributiva del ingreso, en la que el gobierno tiene gran parte de responsabilidad. Con inflación, los salarios y los haberes previsionales pierden y el reclamo se hace inminente. Mientras el gobierno anuncia con bombos y platillos un haber mínimo previsional para marzo de 300 dólares, la inflación le licuó casi el diez por ciento de esa cifra. El gobierno amagó dos veces con tratar de mitigar los efectos inflacionarios sobre el salario. Primero, dijo que iba a subir el mínimo no imponible para la cuarta categoría. Luego dijo que avalaría el proyecto de ley de participación obrera en las ganancias empresarias.
Ni una cosa ni la otra. Al punto tal llega la improvisación y el cinismo que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, señaló que no era el momento de subir el mínimo no imponible. Si con 30 por ciento de inflación no es el momento de actualizar el gravamen, ¿con cuánta inflación se debiera actualizar el impuesto? La respuesta hay que buscarla en el fin del ciclo económico que no es otra cosa que el fin del modelo "K".
La recuperación de la economía de los Estados Unidos está marcando no sólo la salida de la crisis financiera internacional sino también la reversión de los flujos de capital hacia los centros financieros internacionales. Con ello, los fondos especulativos que tomaron riesgo en los mercados emergentes como Brasil, Rusia, India y China (BRIC) y en países periféricos como la Argentina, y se apalancaron en los mercados de commodities, creando una burbuja de precios, volverán a apostar nuevamente en Bonos del Tesoro de los EE.UU. y en acciones del Primer Mundo. En otros términos, el dinero sobrante de la crisis de 2008 vuelve a sus orígenes y el precio del trigo, el maíz y la soja comenzará a volver a valores normales, desinflándose la burbuja especulativa.
El precio de los alimentos en el mundo se ha convertido en un asunto de Estado. Prueba de ello es la crisis que se vive en el norte de Africa. Muy lejos de un grito de libertad y democracia, esas crisis son la consecuencia de una suba de precios de los alimentos a niveles superlativos donde a la gente se le hace difícil acceder a esos bienes básicos.
De acuerdo con informe de la Organización para la Agricultura y los Alimentos de las Naciones Unidas concluyó que el precio de estos insumos indispensables habían alcanzado sus máximos históricos.
Para la Argentina, el ciclo económico basado en la superrenta de la soja, se terminó. Sí, el "yuyo", ridiculizado por la Presidenta de la Nación, que resultó ser el sostén de un modelo de dispendio, prebendas y corporativista, vuelve a parámetros normales.
Si se intensifica esta corrección del ciclo, a estos niveles de gasto público, con menos ingreso de dólares y con una emisión monetaria descontrolada, el tipo de cambio saltará de manera ostensible. Es tiempo de correcciones, el viento de popa, se desplaza a estribor, modificando el rumbo de la nave, y luego será viento de proa, deteniendo su marcha.
El ciclo llegó a su fin y hay que cambiar el modelo. Brasil se anticipó y con un recorte de gastos -subsidios y fomentos-, de 30.000 millones de dólares, adecua su modelo a los tiempos que vienen. Lejos de enfriar la economía, Dilma Rousseff busca evitar la caída, permitiendo que el sector privado sea quien dinamice la actividad y empleo, en reemplazo del Estado. La soja dejará de ser el oro verde. Pero el gobierno ya se está preparando. ¿Qué hará el gobierno con tanta soja? Otro plan "Milanesas para todos"...
Miguel Angel Rouco

jueves, 10 de febrero de 2011

Psicosis

“Pese a que a algunos les moleste el término que utilizó nuestro ministro de Economía, hay dispersión, hay muchísima distorsión y aprovechamiento también de estas situaciones”, sostuvo la Presidenta en defensa de su ministro, muy criticado por instar a la gente a que camine y “que busque” los mejores precios en los distintos comercios.

Estas expresiones de la Sra. Fernández han sido reproducidas por todos los medios de prensa.
De ellas se desprende que no hay por lo tanto inflación, sino una mera distorsión de precios.
Casi de inmediato al leerlas surgen algunos interrogantes, por ejemplo, ¿Es normal que un gobernante insulte la inteligencia de la población? ¿Es normal para un gobernante mentir descaradamente? ¿Tal comportamiento no conlleva un monumental cinismo o una lamentable psicosis?
Cinismo ha demostrado en varias oportunidades la Sra. Presidente, no es esto una novedad, pero la contumacia desplegada últimamente para negar hechos evidentes de la realidad cotidiana resulta rayana en lo psicótico.
Aclarando que está oscureciendo, clásicamente se consideran psicosis a un grupo heterogéneo de trastornos mentales que se caracterizan por la fragmentación del mundo psíquico y la pérdida de contacto con la realidad, es decir, el individuo no puede diferenciar entre sus fantasías y la realidad o entre sus miedos internos y las amenazas reales del entorno.
Como decíamos al tratar el tema de las sectas en una nota anterior, cuando “El contacto de los líderes con la realidad se diluye haciéndose progresivamente menos consistente, ensimismándose en un mundo ficcional cada vez más lejano a las condiciones reales del contexto” resulta casi imposible albergar esperanzas de cambio o rectificación del rumbo. Y entonces surge otra pregunta, otra lacerante interpelación a nuestra conciencia, ¿Cómo llegamos a esto?
Claudio Brunori

martes, 8 de febrero de 2011

¿Cómo nace un paradigma?

Es más fácil desintegrar un átomo que un preconcepto
Albert Einstein.


En cierta ocasión, siguiendo el protocolo de un programa de estudios sobre el comportamiento, un grupo de cientistas sociales colocó cinco chimpancés en una jaula, en el centro de la misma colocaron una escalera y pendiendo sobre ella, un manojo de bananas que de inmediato captó la atención de los monos. Pero cada vez que uno de ellos subía la escalera para agarrar una banana, los cientistas lanzaban un potente chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de cierto periodo reiterándose esta secuencia, sucedió que cuando un mono iba a subir la escalera, los otros se abalanzaban sobre el y, golpes mediante, lo obligaban a desistir. Pasado algún tiempo, ninguno intentaba subir la escalera a pesar de la vigente tentación de las bananas. Entonces, los cientistas sustituyeron a uno de los monos. La primera cosa que el nuevo ocupante de la jaula hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes, prácticamente, lo molieron a palos. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más. Un segundo mono fue sustituido y la misma serie de eventos se repitió. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y otra vez lo mismo. Y así con el cuarto y finalmente con el último de los veteranos sustituido.
Los investigadores quedaron, entonces, con un grupo renovado de cinco chimpancés que, aun cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.
Si hubiese sido posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería más o menos así: “No sé, las cosas siempre se han hecho de esta manera...”
¿Suena conocido?
No hay que perder la oportunidad de repetir esta historia, para que, de una u otra forma, lleguen a ser cada día más los que se pregunten por qué estamos haciendo las cosas de una manera, si quizás se pueden hacer de otra.
Claudio Brunori

lunes, 7 de febrero de 2011

Juntar por izquierda

El Gobierno de los partidos es un elemento importante en la calidad del Estado democrático, en particular cuando del gobierno de los partidos de gobierno se trata. Un partido de gobierno mal gobernado, en el que no se activen los mecanismos de control de sus dirigentes, puede acabar teniendo resultados nefastos en la dirección del Estado.
Javier Pérez Royo


En la Argentina, la relación entre Partido, Gobierno y Estado, alcanza ribetes patológicos (merecerían la atención de Giovanni Sartori).
Más que Menem, los Kirchners redujeron el Partido Justicialista hacia la insignificancia. A la mera condición de maquinaria electoral. Compuesta corporativamente, en el máximo nivel, con gobernadores en ejercicio, más el secretario general de la CGT. Y algún mini-gobernador.
El vacío conceptual del Partido Justicialista (Partido de Gobierno y del Estado) explica que pueda pasarse, en trazo grueso, en el lapso de una década -y con los mismos protagonistas- de avalar el neo liberalismo de los noventa (Menem) al neomontonerismo de los dos mil (Kirchner). Con la escala, o vaso comunicante, en el neo desarrollismo de Duhalde, hoy situado por afuera de la estructura. A través de algún manuable partido de ocasión.
La confusión entre Partido, Gobierno y Estado, puede registrarse en la casi totalidad de las provincias.
Pero se torna fatídica, sobre todo, en la provincia (inviable) de Buenos Aires.
Es donde se decide la gran parte numerológica de la elección.
Donde “el kirchnerismo póstumo” necesita, arbitrariamente, que la señora Cristina, la candidata eventual, y absolutamente única, obtenga más votos que el gobernador Scioli (es el otro propietario del segmento del poder).
Hasta dos días antes de la internación en la Clínica Los Arcos, el Líder extinto, El Furia, se disponía a masacrar políticamente a Scioli.
Para semejante objetivo, El Furia aceitaba los atributos protagónicos del ministro Amado Boudou. Es una privilegiada de las mil flores que pretendían desbarrancarlo a Scioli en Buenos Aires (ver aparte).
Aquella fantástica equivocación de El Furia, en lugar de debilitarlo a Scioli, como candidato a su reelección, lo instaló, en el imaginario, como presidenciable.
Sin El Furia, hoy, para lacerarlo a Scioli, La Craneoteca de los Genios, que conduce Zanini, El Ñoño, maoísta visceral y cordobés, prefiere optar por la colectora del camarada Sabbatella. Para la chiquilinada de ”juntar votos por izquierda”. Y trabajar la misma mercadería de Solanas, el dirigente universitario, y del socialista Binner, que defrauda a los suyos al disponerse a secundar un radical. Alfonsín.
El joven Sabbatella mantiene un lenguaje progresista que contradice, con amplitud, los aspectos severamente reprobables de su gestión en Morón. En materia de transparencia, Sabbatella alcanzó en Morón la hazaña de revalorar al derrocado Rousselot. Sólo si vienen al caso, se tratarán, en detalle, los méritos de Sabbatella. El nominado por La Craneoteca de los Genios, para juntar los votos por izquierda.
Es decir, los votos del kirchnerismo potencial que no adhiere a las antiguallas ni siquiera dogmáticas del Partido Justicialista, hoy sin conducción ni identidad, hundido en la mediocridad de la patología.
El artificio, la colectora de Zannini y Sabbatella, perfectamente podría realizarse. Porque el Partido Justicialista, uno de los numéricamente más importantes del subcontinente, fue convertido, durante el ciclo kirchnerista, en una maquinaria exclusivamente electoral. Carente de ideas, de estrategias, y hasta de producción de cuadros. Suele ponerse en movimiento un par de meses antes del escrutinio, y al amparo del presupuesto estatal. A merced, y aunque parezca lógico, del antojo de quien lo conduzca. Sobre todo cuando se ejerce el gobierno, y el control, casi total, de los resortes del estado.
Hoy la Conductora del PJ es, precisamente, Cristina. A quien los furtivos alcahuetes dirigenciales designaron por aclamación indiscutida. Aunque ella, desde la periferia y en el fondo, los deteste.
De acuerdo a la interpretación, los mini-gobernadores del conurbano bonaerense hoy no tienen derecho a quejarse. Si la Conductora (que los desprecia), prefiere juntar votos también por izquierda. A través de la colectora. Según los preceptos del kirchnerismo rabioso (con alguna excepción, carecen del menor compromiso con la historia del justicialismo institucional).
Y con ella, Cristina (eventualmente) como cabeza. Frutilla de la boleta de Sabbatella Gobernador.
Aunque se definan como integrantes de la maquinaria banalmente electoral del Partido Justicialista, los mini-gobernadores del conurbano son los culpables del recurso fiolo de las colectoras.
Por portación de alcahuetería. Por no asumir la magnitud de la propia fuerza. Es de lo más grave que se le puede reprochar a un peronista. A un pragmático por orden natural. Que adhiere a la ideología del poder. Al peronismo reversible y adaptable. De plastilina.
Se le atribuye al mini-gobernador Curto el hallazgo de haber apodado a Kirchner, en vida, “Jesús al Revés”.
De cuando El Furia impulsaba lo mismo que hoy impulsa Cristina. Dicen que dijo Curto:
“Jesús murió para que se salvaran todos. Kirchner, en cambio, quiere que nos muramos todos para salvarse él”.
La colectora “junta votos por izquierda”, que impulsa La Craneoteca de los Genios, no irrumpe sólo para perturbarlo a Scioli. Cuando se encuentra inmerso en una campaña naranja, por la reelección provincial (que se confunde abrumadoramente con una postulación nacional).
Los joroba también a los mini-gobernadores, en las próximas legislaturas. Y hasta pueden perderse algunos feudos.
Tardaron en darse cuenta, los mini-gobernadores, que el neomontonerismo les tiene asignado el rol de víctimas a embocar.
Aunque, para ser rigurosamente francos, el kirchnerismo póstumo no PJ -y sobre todo sin el PJ- es, en la práctica, una flatulencia electoral, lanzada al viento.
Boudou ya no lo perturba más a Scioli.
El objetivo de Boudou es más módico. Perturbar al camarada Filmus.
Hoy Boudou, con su guitarrita, se dedica a cautivar, a los peronistas escépticos, para el desafío de la capital.
Es el candidato favorito de Cristina. Pero porque lo era, antes, de Néstor.
(El tercer postulante, Tomada, es demasiado buenito. Está para salir en los diarios).
La pugna de semifondo de Boudou es con Filmus. Para preparar la de fondo contra la señora Michetti, o el carismático Rodríguez Larreta. Pero el guitarrista del CEMA lo prefiere a Macri.
Cristina, a Filmus, no lo castiga por aquella votación en la Ley de los Glaciares, como se cree. La Ley que irritó, en demasía, al gobernador de San Juan. Gioja.
“Al contrario, Filmus la ganó gracias a Cristina. Si perdía la votación por un voto”, aclara la Garganta.
“Y si al final la ganó por un voto fue porque Cristina, que estaba afuera, se precipitó en regresar. Para que llegaran a tiempo, al recinto, los senadores Pampuro y la señora Corregido”.
Queda claro entonces que, quien lo embocó a Gioja, fue Cristina.
Si decide Cristina ahora embocarlo a Filmus es por cierta cercanía con el poeta neo romántico Alberto Fernández.
Y sobre todo Néstor lo tenía mal al senador Filmus por haberse resistido, en el 2009, para ser utilizado como preservativo testimonial, para diputado.
Jorge Asís

domingo, 6 de febrero de 2011

Túnel

A rauda velocidad, vamos hacia el pasado. Perfume de otrora, palabras de entonces, mitos de otros tiempos, mentiras pretéritas: todo encaja. Aterrorizada por los desafíos del presente, una gruesa capa de argentinos se regocija con los fastos mortuorios del tiempo ido. A él quieren volver, en él se referencian. La desesperación es evidente: despunta 2011 con consignas de hace medio siglo y desde el corazón del Gobierno se inyectan dosis colosales de esta terapia de puro pasado. Algunos casos recientes patentizan el imponente regreso al pasado.

En un restaurante de Palermo bautizado Perón Perón y preferido por el elenco ministerial y la dirigencia kirchnerista, a los parroquianos se les administra cada noche una grabación en la que, con toda su voz, se lee una proclama partidaria que termina al grito de “¡Viva Perón, carajo!”. Aparentemente, el comedero es un exitazo económico, pero el comensal que quiere comerse una mousse de chocolate debe ordenar al compañero gastronómico un “cabecita negra”, fino humor nacional y popular.

El jueves, en otra escena reveladora del alucinante retorno al pasado, el Gobierno inauguró unas Jornadas Nacionales Juveniles Presidente Kirchner, que se proponen encuadrar a veinte mil jóvenes para que salgan a pintar mil escuelas de todo el país. En el acto inaugural, presidido por tres ministros (Alicia Kirchner, Carlos Tomada y Alberto Sileoni, este último titular de la cartera de Educación), la barra congregada coreó las siguientes consignas: “¡Somos de la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y Evita, a pesar de las bombas, a pesar de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos, no nos han vencido!”.

El clima de hace cuarenta años se torna omnipresente en el verano argentino de 2011. Como si en lugar de Barack Obama, el que durmiera en la Casa Blanca fuese Richard Nixon y el mundo siguiera hegemonizado por los Estados Unidos y la Unión Soviética, el rostro público de la diplomacia argentina arremete contra la existencia de una academia de perfeccionamiento policial establecida por los Estados Unidos en El Salvador y a la que han sido enviados agentes de las policías Federal y Metropolitana. En su filípica, Héctor Timerman arde de antiimperialismo y acusa a la Casa Blanca de formar torturadores y técnicos en golpes de Estado.

Escenario aterrador, la Argentina está cruzada por una llameante retórica directamente anclada en preocupaciones, problemas y lenguajes de hace medio siglo. El mero hecho de remitirse, como guía y faro, a un hombre muerto en 1974 y que nació en el siglo XIX releva de mayores argumentos. Como una regurgitación demorada y especialmente acre, el país degusta los sabores de los tiempos idos.

No es un espontáneo proceso de patológica nostalgia. Se trata de un fenómeno infinitamente más grave, porque lo que sucede es resultado directo de una política oficial; el Gobierno habla desde el pasado y con el vocabulario del siglo anterior.

No se registran antecedentes similares, ni en la región ni el mundo conocido. ¿Quién hace política en Chile reivindicando a Salvador Allende? ¿A quién convoca en Uruguay la mención de Raúl Sendic o Líber Seregni? ¿Se moviliza al Brasil mentando a Getulio Vargas o a Joao Goulart? ¿Es que en Bolivia se arma el futuro desde la evocación de Víctor Paz Estenssoro o Juan José Torres? No es el caso argentino: aquí mandan los muertos, las heridas del pasado, las cuitas de otros siglos. Tiene prestigio despotricar contra Julio A. Roca, resignificar a Sarmiento, reconsiderar a Rosas, embobarse con el combate de Obligado.

Todo encaja en esta dialéctica taciturna y su necia idealización del pasado: el 24 de marzo, para “recordar” el día de 1976 en que las Fuerzas Armadas tomaron el poder, la Argentina cierra por feriado nacional. ¿Recordar? Nostalgioso pero pragmático, este país decide que, siendo ese día un jueves, mejor es declarar feriado también el viernes 25, para que la “industria” turística aproveche. El peor de los mundos: mortuorios y superficiales, pero esencialmente enemistados con nociones mucho menos rimbombantes, como trabajo, seriedad, contracción a la tarea, nuevos paradigmas, criterios diferentes.

¿Por qué las cosas se han dado así? Es como el producto de un reflujo esógafo-gástrico: recuerdos de ingestas muy antiguas se hacen presentes en el paladar cotidiano de la Argentina. Una cínica e inescrupulosa manipulación de los menores de 40 años es llevada adelante por una conducción abroquelada en la idealización del pasado. Empachados de relatos, pipones de epítetos ya opinables antes de que el Che Guevara muriera, reciamente vueltos al pasado, quienes conducen la Argentina hace casi ocho años perseveran en su incontenible apelación a mitos y leyendas de otras épocas.

No hay problemas nuevos ni objetivos diferentes a los de hace medio siglo. Lo más revolucionario que se escucha salir de la boca de los paladines gubernamentales es retornar a la segunda mitad de los años cuarenta, mentada como época feliz en la que la mitad de la riqueza nacional iba a manos de los pobres.

El despropósito central de estas miserias conceptuales es que la realidad tangible de la cotidianidad ridiculiza la jerga de las proclamas oficiales. Esta semana una formación ferroviaria de carga fue bloqueada en José León Suárez y saqueada por habitantes de la villa La Cárcova. Violencia, rapiña, delito, locura, represión, muertes. Ahí está la pobreza, irreductible, feroz, desmesurada y –sobre todo– ajena a relatos, mitos e hipocresías. Al igual que en la Argentina de mediados de los menemistas años noventa, dos décadas después subsiste, más grave, profunda y esparcida que nunca, la tragedia de una pobreza y un atraso patentes y clamorosos.

Mientras Timerman denuncia al imperialismo yanqui, la juventud kirchnerista quiere ser como la JP montonera de hace treinta años y las gastronomía justicialista hace delivery de setentismo al plato, el país duerme la siesta de un palabrerío finisecular, entusiastamente encuadrado en el túnel del tiempo.
Pepe Eliaschev

viernes, 4 de febrero de 2011

El realismo mágico del INDEC

La inflación del último mes del año pasado cerró en 0,8% definiendo así un incremento anual de precios para todo el 2010 de 10,9%, de acuerdo a los datos que acaba de publicar el INDEC en su informe del índice de precios al consumidor (IPC).
A esta altura, ya es conocido que la información que provee el INDEC a la ciudadanía, que es la que paga sus impuestos para mantener al organismo, no es ni siquiera cercana a la realidad. Los partes de prensa del instituto de estadística del estado nacional han acumulado los méritos suficientes para ser considerados parte del realismo mágico, género literario cuyo objetivo es "dar verosimilitud interna a lo fantástico o irreal". De lo contrario, no se explica cómo el índice de precios al consumidor en la región metropolitana de Buenos Aires alcance una variación anual de casi 11%, mientras que en otras regiones del país los precios suben a una velocidad interanual de más del doble, como en Santa Fe (26,2%), Neuquén (27,4%) o San Luis (28,9%).
Tampoco se entienden aquellas cifras oficiales del IPC cuando el mismo INDEC mide un incremento del costo de la construcción de casi 20% para el año pasado, habiendo subido en el mismo período un 25,6% los materiales de construcción y un 21,1% los salarios del sector.
De la misma manera, la consultora que tiene entre sus miembros a Graciela Bevacqua (la ex directora del índice de precios del INDEC que fue echada por Guillermo Moreno) midió para noviembre de 2010 una inflación interanual del 25,6%. La casi totalidad de analistas económicos coincide en que los precios subieron en 2010 alrededor del 25%.
¿Cómo entender sin estos niveles inflacionarios no oficiales la evolución de la recaudación nacional? La AFIP ha recaudado en todo el 2010 casi 410.000 millones de pesos, un 34,4% más que lo logrado en el 2009 (305 mil millones de pesos), siendo que el PIB cerrará el 2010 con un crecimiento aproximado del 8%. Es decir, una cuarta parte del incremento recaudatorio se podría explicar por el crecimiento de la actividad económica. ¿Cómo explicar entonces las tres cuartas partes restantes?
El IVA subió un 33,4%, el "impuesto al cheque" un 30,7%, los tributos sobre combustibles un 31,7% y Ganancias casi un 38%. No existe manera de ocultar una inflación cercana al 25% cuando los tributos relacionados con la evolución de los precios en una economía suben a tasas iguales o mayores al 30% anual. ¿O acaso alguien cree que las tres cuartas partes del aumento recaudatorio es fruto de una menor evasión tributaria? No hay economía que aguante este "apretón" en términos reales en un lapso de 12 meses.
¿Qué se puede decir entonces de la evolución de salarios nominales? Según el INDEC los salarios privados registrados (en "blanco") han subido un 28,9% entre noviembre de 2009 y el mismo mes de 2010: ¿alguien cree que el sector privado puede soportar un aumento de costos salariales en términos reales de un 18% en un año? No luce demasiado creíble frente a la estabilidad de la tasa de desempleo registrada en este último año.
Al tomar la evolución de las ventas de los supermercados, la encuesta del INDEC indica un aumento de la facturación, en términos nominales, de casi el 30% entre noviembre de 2009 y noviembre de 2010. ¿Alguien cree que el volumen ocupado de los "changuitos" es casi un 20% mayor hoy respecto a un año atrás?
No existe ningún indicador económico que pueda justificar la información provista por el INDEC referente a la evolución del índice de precios al consumidor del año que acaba de finalizar. Por eso no es creíble que la canasta básica alimentaria, estimada por el organismo oficial, establezca que para una familia tipo el costo para adquirir las calorías suficientes para vivir alcance los $578 mensuales. Esto supone que la familia en cuestión gasta $20 diarios o casi $5 por miembro familiar.
La evolución real de los precios en el país está más relacionada, como siempre sucede, con el mercado monetario y fiscal. En nuestro país en los últimos 7 u 8 años el gasto público ha venido creciendo desde menos del 30% del PIB al actual 40%. Como no alcanzan ni los recursos provenientes de los tributos ni del endeudamiento entonces se recurre a la emisión monetaria que provee el banco central. Por eso la oferta monetaria (M2: circulante y depósitos a la vista y en caja de ahorro) crece a una tasa anualizada del 35%.
Es decir, se ha vuelto a las andadas en materia monetaria y fiscal. Y cuando se construye un "ducto" desde el banco central a la tesorería nacional no es una buena noticia para la ciudadanía en general. Los argentinos ya tienen experiencia de sobra en esta materia. Por eso, es hora de capitalizar dicha experiencia e iniciar un proceso de responsabilidad fiscal y monetaria.
Pablo Guido

martes, 1 de febrero de 2011

"Dispersión de precios"

Según el ministro de Economía, Amado Boudou, no hay inflación en Argentina, sino dispersión de precios. Recordemos que un tiempo atrás afirmaba que había tensión de precios. Es decir, va cambiando de palabras para no reconocer que hay inflación pero, al mismo tiempo, dice que los empresarios y comerciantes suben los precios y no el Gobierno. Es decir, la culpa de la inflación que no reconocen, no es del Banco Central que emite, sino de otros como de costumbre.

A su última afirmación de que en Argentina hay dispersión de precios, Boudou le agregó que Mercedes Marcó del Pont, la presidenta del Banco Central, compra palta barata en el Mercado Central.

A esta altura del partido como argentino ya me siento cansado que nos tomen por estúpidos. Que nos falten el respeto diciendo semejantes cosas. Una cosa es que haya diferencias de interpretación sobre economía o cualquier otro tema y se produzca un debate y otra muy diferente es que ante la delicada situación inflacionaria que estamos viviendo nos vengan con este tipo de declaraciones. Se nos están riendo en la cara.

Moyano bloquea la salida de los diarios, la policía no aparece y el Gobierno no emite ni una sola palabra condenando el comportamiento del dirigente camionero.

La inseguridad estalla por todos lados, con robos violentos, asesinatos, etc. y Garré no hace nada.

Marcó del Pont insiste con que el crédito se crea imprimiendo billetes, generando una inflación lacerante y encima nos hablan de dispersión de precios.

Ahora van a contralor las tarjetas de crédito y resulta que Cristina Fernández se fue de viaje con casi U$S 100.000 en efectivo, hecho del que nos enteramos porque encima le robaron al empleado del Gobierno que tenía que llevar la plata. Insisto, a esta altura del partido ya no hay debate posible con el kirchnerismo porque se ríen en la cara de la gente aprovechando que tienen el monopolio de la fuerza.

A pesar de lo dicho en los párrafos anteriores, igual voy a ensayar una respuesta a la afirmación de Boudou. Dice que Marcó del Pont consigue la palta muy barata en el Mercado Central y que hay que caminar para conseguir el mejor precio. ¿Qué pretende? ¿Que la señora que vive en Salta, Misiones, Ushuaia o San Juan se venga caminando hasta el Mercado Central a comprar palta? Es más, como economista le recomendaría a la gente que en este contexto inflacionario no camine mucho antes de comprar algo, porque cuando termine el recorrido y descubra que en el primer lugar el precio estaba un poco más bajo, cuando vuelva ya habrá subido gracias a la emisión monetaria que está haciendo el Banco Central.

Justamente, en los procesos inflacionarios agudos, el problema que se presenta es que no se puede hacer lo que dice Boudou, de caminar y buscar precio, porque la moneda se deprecia continuamente y la generalizada suba de precios impide hacer comparaciones como la que sugiere Boudou.

Pero aun suponiendo que lo afirmado por Boudou fuera cierto, ¿no le enseñaron en la facultad que el mercado arbitra? Esto quiere decir que si un producto está más barato en un lugar que en el otro, alguien compra en el lugar que está barato, lo lleva para el lugar que está más caro y lo vende con ganancia. Por lo tanto, al aumentar la demanda en el lugar en que el producto está más barato, el precio sube y tiende a igualarse con el precio del lugar más caro. Ni siquiera pueden argumentar con la más mínima lógica económica. Algo que es de manual.

El kirchnerismo ha hecho de la tergiversación de los datos y de la mentira una forma de gobierno. Dicen que tienen un nivel de reservas que no son tales (sobre este tema ya me he explayado varias veces), afirman que no hay inflación pero hicieron acuerdos de salarios que terminaron en el 40% anual nominal. ¿Qué aumento de productividad tuvo que haber para poder pagar semejantes incrementos salariales? Y el piso que ya están pidiendo los sindicatos aliados al Gobierno para el 2011 es del 30%. ¿Por qué tanto incremento de salario si solo hay dispersión de precios?

Afirman que tienen superávit fiscal y resulta que terminaron el año con un déficit del orden de los $ 30.000 millones cubiertos con emisión monetaria para “realizar” las utilidades inventadas del BCRA, la ANSES y demás organismos.

A todo esto habría que sumarle los anuncios nunca cumplidos como los U$S 30.000 millones de inversiones chinas, los créditos hipotecarios para los que alquilan, el tren bala, etc.

Que el kirchnerismo siga tergiversando la realidad ya no me sorprende. Han pasado casi 8 años que están en el gobierno y de ellos puede esperarse cualquier afirmación por más insólita que sea. Lo que sí me llama la atención es la pasividad y mansedumbre con que la gente tolera que se le rían en la cara de manera tan abierta y con tanta desvergüenza.
Roberto Cachanosky