martes, 27 de julio de 2010

Un progresismo muy alegre, pero poco feliz

La Argentina tiene un Estado que recauda cada vez más, y al mismo tiempo un enorme déficit de inversión pública en infraestructura. Pero tampoco termina de resolver los problemas sociales. Cuestión de decisión

La economía argentina mantiene signos de fuerte recuperación, de la mano, como se viene insistiendo, de un escenario internacional por ahora muy favorable, de Brasil, y de un sector agrícola que ha superado las desgracias climáticas del año pasado.
Lo complejo, sin embargo, es que el largo ciclo de crecimiento iniciado a finales del 2002, sólo interrumpido por la crisis del 2008/09, muestra cuellos de botella importantes en sectores clave, como la energía, y no ha permitido reducir sustancialmente los núcleos duros de pobreza. Y, lo que es peor, el propio Gobierno reconoce que “no hay recursos públicos para atender, simultáneamente, todas las demandas de gasto de la sociedad”.
Dicho de otra manera, pese a un ciclo de crecimiento muy importante, la Argentina presenta serios déficits de oferta en áreas clave, como la infraestructura energética. Y la distribución del ingreso y la mejora de los sectores más pobres de la población no ha sido proporcional, ni mucho menos, al crecimiento observado.
Cabe, entonces, preguntarse por qué.

En el caso de los problemas energéticos, que se han hecho explícitos en estos días de frío, la razón es evidente. Se ha preferido importar energía cara en lugar de alentar la exploración y producción local. Las razones son diversas y confusas. Por un lado, al igual que lo que sucedió en el caso de la carne, se intentó proteger “el bolsillo de los argentinos”, no reconociendo precios rentables, en términos internacionales, a los productores de gas y petróleo, el primer eslabón de la cadena de precios de la energía, mientras que a lo largo del resto de la cadena se usaron subsidios financiados con impuestos, o se redujo drásticamente la rentabilidad empresaria.

Hubo, también, un objetivo no explicitado: obligar, como pasó ya en algunos casos, a “salir” del negocio a operadores internacionales y permitir el ingreso del “capitalismo nacional”. También este esquema facilitó, como se ha denunciado, el particular negocio con Venezuela, “monopolista” de la oferta de combustible importado, para reemplazar el gas faltante, pese a que la oferta local de combustible bien pudo haber reemplazado dichas importaciones a precios menores y calidades mayores, aunque, debe reconocerse, sin el particular financiamiento del amigo bolivariano. Esta interacción de controles de precios, subsidios y falta de renegociación integral de los contratos de servicios públicos obligó, entonces, a incrementar el gasto público, no sólo para subsidiar precios, sino también para realizar las inversiones indispensables para evitar el colapso de la oferta energética. (Aquí también hay un “subproducto” derivado de los típicos sobrecostos de estas inversiones, cuando se realizan de manera poco transparente.)

Y esto me lleva al segundo problema planteado: la pobreza. Como claramente indicó la Presidenta al oponerse al aumento de las jubilaciones mínimas propuesto por la oposición, “no hay plata para todo”. Pero nunca hubo plata para todo. Cada sociedad y cada gobierno fija prioridades y decide a qué destina sus ingresos y en quiénes los gasta.
Gracias al extraordinario crecimiento de estos años y a un sistema impositivo “brutal”, los ingresos públicos se incrementaron también extraordinariamente. Pero el gobierno “progresista” de los K, apoyado por una sociedad “progresista”, decidió gastar esos mayores ingresos en subsidiar precios de los servicios públicos no sólo a los sectores pobres sino también a los medios y altos y, en muchos casos, como el de las garrafas de gas, les negó esa ventaja a los sectores de menores recursos. Decidió reemplazar, insisto, inversión que pudo ser privada, bajo reglas adecuadas, por inversión pública que debió destinarse a aquéllas cuestiones en dónde el sector privado no quiere, no puede o no debe invertir. Decidió “regalarle” una jubilación no sólo a pobres, sino también a grupos de clase media y alta. Y, encima, como, efectivamente, no alcanza para todos, en los últimos años decidió que una parte de los gastos se financien con inflación, es decir, sacándole a los pobres de un bolsillo parte de lo que le pone en el otro.
Todo esto explica por qué, simultáneamente, la Argentina tiene un Estado que recauda cada vez más y, al mismo tiempo, déficit de inversión pública en infraestructura clave. Menor inversión privada de la que podría tener y graves problemas de pobreza y distribución del ingreso.
Mucha alegría y poca felicidad.
Por Enrique Szewach en Perfil.com

domingo, 25 de julio de 2010

Algunas claves del peronismo

Históricamente, el peronismo se presenta ante la sociedad como el partido que toma las grandes decisiones. Las decisiones pueden ser buenas o malas, pero siempre son importantes. Se dice que Perón hizo realidad todas las leyes sociales que los socialistas trajinaban inútilmente en el Parlamento. Es lo que dicen. Según se mire, la afirmación puede ser exagerada, pero como en la metáfora del vaso con agua, también puede ser verdadera; en cualquier caso, nunca es inocente.

Lo que importa es que los derechos sociales se consolidan como institución durante la gestión peronista. Como en la vida nada es gratis, por este beneficio histórico siempre hay un precio que pagar. En este caso, el precio fue soportar el liderazgo de Perón y admitir la existencia de un movimiento obrero corporativo tal como lo había pensado Benito Mussolini. Una mayoría estuvo dispuesta a pagar ese precio; una minoría, no. En todos los casos me estoy refiriendo a militantes preocupados por la situación de las clases populares y de la clase obrera en particular.

Los historiadores suelen debatir si el peronismo representó un avance para el movimiento obrero o un retroceso. El debate no es sencillo, porque tampoco es sencillo ponerse de acuerdo sobre las categorías de “avance y retroceso”. Los partidarios del avance se remiten a los hechos: derechos sociales, organizaciones sindicales, comisiones internas fabriles que -por más controladas que hayan estado- siempre hicieron valer sus reclamos, elevada participación en la renta nacional. Los críticos sostienen que con el peronismo el movimiento obrero perdió autonomía, perdió conciencia social de sus objetivos históricos y quedó sometido a un militar que era un demagogo.

Convengamos que en términos prácticos se impone con más fuerza la opción peronista. A las metas concretas que ofrecen: salarios, vivienda, vacaciones, pleno empleo, la oposición reivindica objetivos ideales de difícil explicitación. ¿Cuáles son los objetivos históricos de la clase obrera? Una pregunta que en los años cuarenta se respondía sola -era el socialismo-, pero que en el 2010 nadie puede contestar satisfactoriamente.

Reitero: una consigna clásica de los peronistas postula que los socialistas hablan pero los peronistas hacen. Los socialistas redactan leyes muy lindas, pero los peronistas las aplican. Ese efecto práctico -que reposa en un clásico discurso antiintelectual-, esa pedagogía eficaz, constituye una de las claves de la vigencia del peronismo y uno de los hilos conductores que explican al peronismo desde sus orígenes hasta la fecha.

Lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo, la izquierda y la derecha, todo parecería expresarse a través del peronismo. Fue militar y antimilitar, clerical y anticlerical, izquierdista y derechista, liberal y proteccionista. Digamos que nunca se privaron de nada. En todos los casos, las soluciones más antagónicas y dispares las realizaron cantando la marchita peronista. Y la mayoría de las veces, los mismos que dijeron una cosa no tuvieron demasiados reparos morales en decir exactamente lo contrario en la etapa siguiente. Lo decía en una nota anterior: el ochenta por ciento de los funcionarios kirchneristas fueron eficaces agentes del menemismo, empezando por los Kirchner.

Desde sus orígenes, el peronismo se identificó con la nación. Nunca se pensó como un partido, sino como un movimiento. En ese movimiento, había y hay lugar para todos y la única entrada que se debe pagar para ingresar es la de admitirse como peronista. Su flexibilidad ideológica es asombrosa. Alejados los fantasmas de los “infiltrados” de los años sesenta, hoy “peronista es todo el que dice serlo”, como me explicara un dirigente peronista de toda la vida.

Con los años y algunos contrastes electorales han aprendido que no pueden invocar una mayoría electoral absoluta, pero lo que han resignando en términos de votos lo han capitalizado en términos de poder. El peronismo puede, en sus mejores momentos, obtener el cincuenta por ciento de los votos, pero esa representación carece de relevancia al lado de la representación corporativa e institucional. Desde esta perspectiva, es legítimo pensar al peronismo como el poder real en la Argentina. Su pretensión de ser los únicos capaces de gobernar reposa en esta lectura de la realidad. Toman decisiones porque se han educado para eso y, al mismo tiempo, son los interlocutores y en más de un caso los representantes de una trama abigarrada y contradictoria de intereses materiales que se interpelan en clave peronista.

Conversando con dirigentes sindicales de izquierda que participaron en los acontecimientos de los años cuarenta, me decían que el peronismo reclutó lo peor del movimiento obrero, a los esquiroles y confidentes policiales y -agregaban- algunos traidores de nuestras filas, como fueron los casos de Borlenghi y Bramuglia. Lo que más destacaban es que ese peronismo, que nació golpista, militarista, clerical y represivo, nunca creyó en las banderas que reivindicó luego. El drama personal de Cipriano Reyes, organizador del 17 de octubre y luego encarcelado y torturado por el régimen que contribuyó a inventar, expresa muy bien esa contradicción entre lo que los dirigentes sindicales pensaban del peronismo y lo que el peronismo era en realidad.

La imputación que se le hizo en su momento de fascista fue exagerada pero no arbitraria. La formación ideológica de Perón -admitida por él mismo- fue fascista, pero un dirigente práctico como Perón no iba a atarse a un decálogo de verdades abstractas, sino que iba a intentar traducirlas a la realidad nacional. Y así lo hizo. El peronismo fue en aquellos años el fascismo posible en la Argentina, como muy bien lo sugirió Tulio Halperín Donghi. O, para decirlo en otros términos, el fascismo después de la derrota del fascismo.

De todos modos, su constitución histórica no fue una extravagancia social. En el peronismo, están presentes las tradiciones del clientelismo conservador, del nacionalismo militar, del populismo radical, de las encíclicas papales de su tiempo y de cierto obrerismo sindicalista y socialista. Todas estas experiencias históricas fueron traducidas y modeladas por Perón que sin duda demostró ser un dirigente excepcional, capaz de construir una fuerza política que pretendió ser algo más que un partido político y, de alguna manera, lo logró. El peronismo es un partido político, pero es también una cultura, una manera de vivir los problemas nacionales y una manera de proponer soluciones a esos problemas.

Lo que le permitió sobrevivir a lo largo de los años fue la conjugación del mito con el poder. El peronismo es una fecunda fábrica de mitos nacionales y, al mismo tiempo, una maquinaria implacable de construir poder. Hoy, la mitología se ha debilitado, pero la vocación voraz por el poder se mantiene intacta. Es esa facultad la que le permite adaptarse a todos los escenarios políticos posibles. Un peronista cree en muchas cosas y al mismo tiempo no cree en nada. En esta actitud, hay mucho de cinismo, pero es esa predisposición la que le permite en el siglo XXI ser inusualmente eficaz, porque es un mundo donde todas las certezas parecen haberse debilitado, y mucho más importante que idolatrar las ideologías es idolatrar al poder. Así pensado, el peronismo es la idolatría del poder en un tiempo donde todas las ilusiones se desvanecen. La certeza de que los peronistas nunca creen en lo que hacen y mucho menos en lo que dicen, recorre toda la literatura crítica respecto de esta fuerza política. ¿Menem cree en el liberalismo y la economía de mercado? ¿Kirchner cree en los derechos humanos, la libertad de prensa y la igualdad de los sexos? Atendiendo a sus trayectorias, a lo que dijeron e hicieron, todo hace pensar que no sólo no creen sino que sus personalidades políticas se fundaron en las antípodas de esos ideales. Sin embargo, el neoliberalismo en los años noventa pertenece a Menem y los derechos humanos y la igualdad de los sexos pertenece a los Kirchner.

Los peronistas no creen en lo que hacen, pero lo hacen. ¿Existe otra manera de pensar la política, el poder y la sociedad?, ¿es posible pensar la política desde otra cultura, desde otra perspectiva que no sea el cinismo, la visión descarnada del poder? Existe, expresa a la mitad de la Argentina que ha decidido hace tiempo no ser peronista. La contradicción peronismo-antiperonismo ha sido superada como contradicción que se resuelve por el camino del exterminio de unas de las partes, pero a mi modesto criterio se mantiene vigente como contradicción cultural, como visión ética, como perspectiva histórica, como concepción del hombre e interpretación de valores. En definitiva, se mantiene vigente como dato de la política y como tarea política.
Rogelio Alaniz

lunes, 19 de julio de 2010

KIRCHNER Y MENEM, MÁS PARECIDOS QUE NUNCA

¿Cuáles son las diferencias sustanciales entre el menemismo y el kirchnerismo? En el discurso, muchísimas; en los hechos, bien pocas. Salvo el avance que los Kirchner han iniciado contra los jerarcas de la dictadura militar de los años 70, lo demás es sólo más de lo mismo.
Solamente por dar un ejemplo, Carlos Menem entregó las empresas del Estado a puntuales personeros foráneos, mientras que el matrimonio gobernante hizo lo propio con amigos que ostentan fuerte llegada a Casa de Gobierno.
En el mismo sentido, ambos han abusado del efectivo servicio de espionaje de la ex SIDE para presionar a propios y ajenos y ninguno de los dos puede explicar cabalmente cuál es el origen de su fortuna. Respecto a este último punto, no casualmente los Kirchner y Menem poseen suculentas cuentas bancarias en Suiza.
Los escándalos de corrupción del menemismo —imperdonables, desde ya— parecen minimizarse frente al saqueo de los últimos años de los Kirchner. Sólo lo ocurrido con los evaporados fondos de Santa Cruz amerita cárcel segura para Néstor y Cristina.
A eso debe agregarse el crecimiento del juego, el narcotráfico y la prostitución, tópicos que jamás serán combatidos por el Estado, ya que el mismísimo Poder Ejecutivo tiene una segura caja dineraria allí, la cual es manejada por el ministro más poderoso del kirchenrismo.
¿Es este el célebre progresismo K? ¿O tiene que ver con las valijas con cocaína de Southern Winds? Nadie habla ya de este último escándalo, en el cual aparece involucrado de manera directa el matrimonio gobernante.
Tampoco se habla ya del escándalo de las coimas de Skanska, expediente que ha sido vergonzosamente manipulado por los Kirchner para que muera en la prescripción judicial.
El kirchnerismo ha desmantelado todos los controles, ya sea en el Consejo de la Magistratura, en el fuero de la Justicia Federal —donde se investigan todas las causas sensibles a la política—, en la Aduana Nacional, en la Oficina Anticorrupción y/o en la mismísima Sindicatura General de la Nación. ¿Es este el progresismo que ostentan los Kirchner?
Los escándalos de corrupción que envuelven a los funcionarios K, se suman de a docenas, pero nadie jamás hará nada al respecto, porque la presión oficial es más fuerte que cualquier voluntad por hacer real justicia.
Es realmente sencillo gobernar de esta manera, sentándose sobre las “cajas” más rentables de la política y sin que nadie pueda controlar nada.
El periodismo no está exento de culpa: muchos colegas —la mayoría de ellos a cambio de suculentos sobres de dinero— apoyan el pseudoprogresismo oficial y atacan al periodismo, no ya independiente, sino meramente crítico de la política K.
Semejante cúmulo de “desprolijidades” —por dar una definición amable— no pueden si no acarrear una inevitable situación de descontrol y corrupción, más allá de quien se encuentre en el poder.
Por eso el menemismo es, en su matriz, tan parecido al kirchnerismo, sobre todo en lo que a saqueo respecta. No casualmente, el mejor interlocutor del gobierno en el Senado hoy es Carlos Menem. Todo un síntoma.
Por todo lo dicho, y mucho más, hoy la Argentina se encuentra atrapada bajo las garras de uno de los gobiernos más corruptos de la historia vernácula.
Christian Sanz

domingo, 18 de julio de 2010

La política del miedo y la mentira

El doble discurso y el falseamiento de las estadísticas han estado con frecuencia entre las herramientas predilectas del gobierno kirchnerista para captar adhesiones y sumar poder.
Abundan los ejemplos de estas prácticas a lo largo de los últimos años. Alguna vez, por ejemplo, la presidenta Cristina Kirchner, al justificar su reforma previsional, insistió en que se buscaba "proteger" a los aportantes a las AFJP de los malos manejos de sus fondos jubilatorios por éstas. Ocultó, entonces, que el Estado obligaba a las administradoras a que tuvieran en sus carteras títulos públicos ajustables por una variable, como el costo de vida, manipulada hacia abajo por ese auténtico instituto nacional de la mentira en que se transformó el Indec.
Es difícil creer una sola palabra de nuestros gobernantes cuando el descaro para adulterar las estadísticas oficiales del país es tan evidente y es, al mismo tiempo, legitimado desde lo más alto del poder político.
El colmo se produjo pocos días atrás, cuando se descubrió que en el organismo nacional de estadísticas se habían borrado las subas salariales producidas en el sector privado formal durante la presidencia de Eduardo Duhalde, aparentemente para simular mayores logros de su sucesor, Néstor Kirchner.
Quienes hoy conducen los destinos del país desde la Casa Rosada han hablado a menudo de la importancia del federalismo, pero pocas veces se asistió a una tan grande concentración de recursos en manos del gobierno nacional que no se coparticipan con las provincias. También han hecho de los derechos humanos y de la lucha contra la impunidad una bandera, pero se preocuparon por dejar fuera de cualquier revisión de nuestro pasado trágico los delitos de lesa humanidad contra la población, que llevaron a cabo guerrilleros que hoy gozan del apoyo oficial.
Las flagrantes mentiras acerca de los fondos de Santa Cruz y las vinculadas con otros sonados casos de corrupción, como el de las valijas venezolanas, son lo suficientemente graves como para desacreditar a un gobernante.
Sin embargo, entre los ejemplos de dobles discursos como instrumento central en el proceso de acumulación de poder, hay uno que depara las mayores desilusiones y los peores efectos para el objetivo de constituir la unión nacional que predica el Preámbulo de nuestra Constitución. Es la aparente vocación que el matrimonio presidencial dice sentir por el diálogo y la discusión de ideas, tal vez una de las mayores muestras de hipocresía política de las que hayamos sido testigos en los últimos tiempos.
El diálogo y la discusión de ideas jamás pueden darse en un gobierno que ha considerado al principio de división de poderes como un obstáculo burocrático para la tarea de gobernar, y que nunca ha demostrado capacidad para la búsqueda de consensos y la formación de políticas de Estado.
Frente al veredicto de las urnas registrado el 28 de junio de 2009, en el que la mayoría de los ciudadanos rechazó un estilo signado por la crispación y reclamó un reencuentro de los argentinos, los Kirchner no sólo desoyeron ese pronunciamiento popular, sino que reafirmaron sus peores vicios con la insólita argumentación de que la gente votó a favor de "la profundización del modelo".
Lo cierto es que, después de la lección de las urnas y de las tristes enseñanzas que dejó el prolongado conflicto entre el Gobierno y el campo, la pareja gobernante profundizó lo peor del modelo.
El abuso de poder y la provocación fueron una constante desde entonces. Apartarse del discurso único del oficialismo pasó a ser "destituyente". La fundada sospecha de que los teléfonos y los e-mails de muchos puedan ser intervenidos desde el poder central pasó a ser habitual, como lo admitió el ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, Alberto Fernández. La presunción de que la información sobre cada ciudadano medianamente influyente que cuestiona las políticas gubernamentales pasó a engrosar carpetas que los organismos de inteligencia oficiales tienen listas para usar como una forma de presión es mucho más que una sensación.
El afán intervencionista en la economía dio lugar a toda clase de arbitrariedades por parte de organismos de regulación y control, de presiones y hasta de amenazas personales contra hombres de empresa, que en ciertos casos se caracterizaron por la prepotencia y hasta el patoterismo. Las presiones económicas desde el Poder Ejecutivo Nacional a gobernadores de provincias para que se alinearan políticamente, las amenazas a jueces desde el Consejo de la Magistratura, el envío de patrulleros a la casa de una jueza que incomodó al Gobierno, y el sometimiento a periodistas y medios de comunicación no complacientes con el oficialismo al escarnio público estuvieron a la orden del día.
Frente a la estrategia oficial de seguir construyendo poder mediante el engaño y el miedo, será fundamental que quienes se hallan empeñados en luchar por la preservación de los valores republicanos hoy amenazados se unan y no duden en denunciar con coraje cívico todo atropello autoritario.

sábado, 17 de julio de 2010

PROYECTOS FARAÓNICOS Y PROMESAS OFICIALES

La política ferroviaria es una de las principales deudas que tiene el ciclo kirchnerista en los siete años que lleva en el poder y ahora espera comenzar a saldarla de la mano de China.
Pese a que todos los sectores —políticos, empresariales y sindicales— coinciden en que el tren es el transporte más eficiente para público y mercancías, poco se ha hecho para recomponer la desmantelada red ferroviaria nacional en estos años.
Quizá el símbolo de esta política errada sea el frustrado proyecto para tender un tren bala entre Buenos Aires y Córdoba, pero también fue ineficaz el esquema de subsidios que no alcanzó a reactivar líneas muertas o a mejorar el servicio urbano.
Este continuo deterioro del ferrocarril fue incrementando el tráfico de camiones por las rutas del país, que en buena parte sí fueron mejoradas. Muchos vieron detrás de esta política integral la mano de Hugo Moyano, jefe del gremio de los camioneros.
Pero ahora aparece un nuevo intento de recuperar al tren. Al menos ese fue el eje de los convenios de asociación estratégica que firmó Cristina Kirchner en China, cuya suma total ambos gobiernos situaron en alrededor de 10 mil millones de dólares.
Si bien la Presidenta no pudo destrabar la negativa china a comprar aceite de soja —hecho que es fruto de otra negociación— avanzó sobre estos entendimientos para rehabilitar trenes de carga y de pasajeros bajo una de las principales premisas comerciales de China: "Las dos partes ganan".
El eje de la cooperación es la rehabilitación del Belgrano Cargas, una vía férrea de más de 10 mil kilómetros que corre por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero, San Juan, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Chaco, Formosa, Salta y Jujuy.
En el sector metropolitano de Buenos Aires el Belgrano presta un servicio para pasajeros y se divide en Norte y Sur.
Precisamente Cristina y su par Hu Jintao también acordaron la electrificación y modernización integral de esos ramales.
Además, firmaron convenios para la compra de rieles, coches y locomotoras al país asiático y la construcción de cuatro líneas de subterráneo en la Ciudad de Córdoba, con 18 kilómetros de recorrido. Finalmente se rubricó otro entendimiento para llevar la línea E del Subte de Buenos Aires hasta el aeropuerto de Ezeiza.

Factibilidad y conveniencia

Como se ve, los proyectos son faraónicos y hacen recordar las promesas de inversiones chinas que llovieron junto a la llegada del presidente Hu en 2004. Puntualmente ese proyecto del Subte E hasta el aeropuerto ya estaba en carpeta en aquella oportunidad.
Sin embargo, no es improbable que estos proyectos puedan llevarse a cabo ahora porque les convienen a ambas partes y porque China ya los viene implementando en África desde la década del 70.
Pero ¿cómo funciona? La República Popular vende vagones material rodante y demás servicios y en simultáneo financia gran parte de los proyectos (te doy un crédito para que me compres) que en el caso argentino alcanza el 85 por ciento.
De paso se asegura que las líneas ferroviarias que transportan las materias primas que compra en este caso a la Argentina funcionen y no entorpezcan el proceso.
Además, China, que está a la vanguardia mundial de reservas internacionales con dos billones y medio de dólares, está buscando diversificar sus inversiones porque tiene el 60 por ciento de esa cifra en bonos estadounidenses y está muy permeable a los efectos nocivos de la devaluación del dólar.
Así, no sólo comenzó a comprar el producto que necesita para su consumo sino sus fuentes (por ejemplo cobre y minas de cobre). En la Argentina, empresas chinas invirtieron en la reactivación del complejo minero de Sierra Grande, una de las mayores producciones de hierro del país, mientras se habló de la posibilidad de que estatales petroleras adquieran acciones de Repsol YPF.
Como se ve el sistema tiene poco de filantropía, pero a la Argentina en el caso de los ferrocarriles le cierra porque no se trata de la devastación de sus riquezas naturales sino de la rehabilitación de uno de sus orgullos perdidos: el tren.
Esa red trazada por los británicos llegó a ser modelo en Latinoamérica, fue estatizada en los 40 y en los 90 recibió un golpe letal con una ola privatizadora que la relegó como medio de transporte con una frase histórica de Carlos Menem: ramal que para, ramal que cierra. Hoy es factible ver en el interior líneas ferroviarias muertas o tapadas por siembra de soja.
Pero siempre hay un pero. Con sus documentales y discurso en defensa de los trenes Fernando "Pino" Solanas se constituyó en una voz autorizada para hablar del tema.
"La Presidenta firma convenios laborales con países extranjeros, en lugar de reconstruir las industrias ferroviarias para dar trabajo a decenas de miles de argentinos", se quejó el líder de Proyecto Sur. "Estos fondos deberían destinarse a reindustrialización verdadera, calificar mano de obra, desarrollar tecnología y —sobre todo— tener la capacidad de armar un modelo ferroviario mas conveniente para nuestro país", finalizó Solanas.
Lo que dice el diputado nacional y cineasta es cierto, pero la inserción de la Argentina en el mundo requiere de avances y concesiones. Y la situación actual de China —en un remolino hacia la cima del poder mundial— encierra más oportunidades que riesgos.
Gabriel Profiti

jueves, 15 de julio de 2010

NUNCA PERÓN OPTÓ POR POSICIONES DE IZQUIERDA O DERECHA

Sesgar a Juan Domingo Perón pretendiendo encasillarlo en posiciones no peronistas, es no sólo maniqueo y mendaz, sino además de una falta total de conocimiento de su figura, impropio de nadie que intente leer la historia nacional desde posturas científicas.

Feinmann José Pablo, desconoce la verdad o arteramente, y sumándose al coro de ahistóricos, intenta llevar adelante un relato sobre Perón que desconoce o falsea la realidad histórica, de quien fuera en vida y posteriormente a su muerte el más destacado político y estadista de habla hispana del siglo XX, y particularmente de quien fuere el más grande de Hispanoamérica durante ese período y hasta nuestros días.

Como no se anima a denostarlo por todo lo que realizó durante las dos presidencias de mitad de siglo, pretende subiéndose al carro de los cipayos y progresistas que hoy gobiernan la Patria, enlodar la figura del Perón descarnado de su tercera presidencia. Creer que en el libro “Filosofía política de una persistencia argentina” se encuentra la historia científica, es no conocer a Feinmann, pues el relato allí narrado es digno de una ficción.

Quien integra Carta Abierta y es asiduo interlocutor de Néstor Kirchner, avanza otro paso más en el discurso que pretende enlodar a Perón enrrostrándole la creación de la Triple A, y por lo tanto la responsabilidad por los secuestros y muertes ocurridos durante los años del Gobierno democrático encabezado por él y continuado por María Estela Martínez viuda de Perón, hasta los sucesos de marzo de 1976.

Tanto Perón como el Movimiento Nacional Justicialista son verdaderos escollos y molestias para pensadores al servicio de la causa progresista, de quienes llegaron al poder para autoenriquecerse y enriquecer a sus amigos, testaferros o ex compañeros de lucha. No sólo suele publicar voluminosos tomos donde se arroga el conocimiento pleno y la verdad absoluta, sino que además sesga permanentemente la historia y los hechos acaecidos para adaptarlos a su mirada parcializada.

Concebir a éste libro con el carácter de “filosófico histórico” o de “filosofía política” es una verdadera barbaridad, pues Feinmann pretende confundir a una masa de lectores jóvenes o desentendidos de la realidad histórica, ya sea por no haberla vivido, o habiéndola vivido no haber participado de ella, por lo cual no pueden conocer los hechos narrados. Es tal el grado de mendacidad utilizada que raya con el infantilismo.

La soberbia impuesta desde su torva mirada lo lleva a autotitularse como un autor que vende “un fresco histórico y una reflexión filosófica sobre la condición humana a propósito del peronismo”, pretendiendo parcializar al mismo y a su creador y líder en segmentos. En ese seudo análisis de estos segmentos el autor concibe el peronismo y a su creador Juan Perón como particiones estancas faltas de continuidad ideológica, filosófica y de actuación gubernamental.

Esta partición, le permite seccionar el accionar de Perón y del peronismo según una mirada que poco y nada tiene que ver con la realidad; incurriendo en una parcialización imposible de una totalidad unívoca e irrepetible como es el peronismo de Perón. Para no enfrentar el sentimiento arraigado en la casi totalidad del pueblo argentino, de un Perón hacedor de su felicidad y de la movilidad social ascendente, Feinmann nos pretende parcializar al viejo maestro y conductor.

“Yo analizo -escribe el autor- hacia el final qué es lo que pasa con el hombre que se vuelve tan destructivo, cómo pudieron matarse así en Ezeiza, cómo es posible torturar, como pudo ser la bestialidad de la Triple A…”. Y aquí encontramos en José Pablo Feinmann al cipayo y al gorila que siempre llevó adentro aunque él mismo lo desconociese, acaso.

Gorilismo puro y del más rancio, ataca el tercer período como si éste hubiese sido el período de un viejo carcamán ignorante de lo que sucedía, o el de un viejo revanchista que volvía al país no para pacificarlo y reencauzarlo en el camino de la revolución inconclusa y sin derramamientos de sangre. Este ataque no es otra cosa que la justificación tardía y maniquea del pensador de un sector derrotado, aunque tardíamente quizás, por la sapiencia final de un pueblo que supo darse cuenta de a que habían llegado veinticinco años después.

Derrotados definitivamente, por las propias traiciones internas de sus cúpulas en el 80 del siglo pasado, logran reconstituirse y escondidos detrás de un oscuro personaje patagónico toman el poder con un afán de revancha política, filosófica y dineraria; y ahora cuando por fin el pueblo los descubrió pretenden a través de la pluma del más preclaro de sus pensadores justificar la toma de las armas en los setenta.

Es tan claro el antiperonismo, que su autor se cura en soledad y reconoce “no es un libro peronista”, aunque en ese afán de seccionar al peronismo y a Perón aclara “creo que lo es en la pasión que el autor pone -saliéndose de la interlocución- en ocuparse del peronismo y en que no lo denigra sino que exalta muchas de sus facetas y lo califica como el gran relato de los últimos 50 años de la Argentina.”

Justificando su incorporación al peronismo durante la etapa de la resistencia, o la infiltración llevada a cabo por sectores dirigenciales de la izquierda vernácula, la juventud de la Acción Católica y hasta algunos “servicios” militares, Feinmann busca encontrar etapas que le sirvan para autojustificarse como sector y a nivel propio. “Escribo la historia del peronismo porque ahí encuentro todo, la vida, la muerte, la pasión, todo lo que la historia tiene de fascinante.”

Sectoriza la vida del peronismo, intentando recrear un peronismo de creación ideológica, un peronismo de consolidación revolucionaria y gubernamental, un peronismo romántico en la resistencia, y por fin un peronismo autodestructivo, torturador, asesino y bestial. Estas etapas en que pretende sectorizar aquel movimiento nacional de masas carecen de toda realidad, pues el peronismo es ante todo un Movimiento filosófico y político nacional y popular, antioligárquico y profundamente cristiano en lo social, pero ante todo “pacífico” y democrático casi como ningún otro.

Aseverar hipócritamente que existía un peronismo romántico durante la resistencia “muy rico porque hay contradicciones que surgen y que no se someten al liderazgo opresivo de Perón”, es falaz pues el peronismo de la resistencia -ese que él ni ninguno de sus adláteres integró- respondía ciegamente al Líder, y no sólo respondía sino que además actuaba bajo sus órdenes, recibidas mediante correos que en su gran mayoría se habían entrevistado con el General en su destierro.

“Durante 18 años -señala Feinmann-, Perón se cree el mago ajedrecista de la historia. El viejo dice yo desde Madrid manejo todas las contradicciones del movimiento y entonces manda una carta a los conciliadores, una carta a los negociadores, una carta a los izquierdistas. Hay cartas para todos”; es tal la necesidad de defenestrar la figura del Líder que con una miopía lógica en quienes nunca entendieron al peronismo critica aquello que siempre fue el fuerte de Perón, la “conducción de las masas”.

Perón suele enviar desde el exilio órdenes de diversa índole a los varios sectores de la resistencia, donde fijaba objetivos dentro de la estrategia pensada para jaquear a los gobiernos producto del contubernio o a las dictaduras emergentes de la proscripción peronista; este “juego ajedrecístico” realizado por el General incluyó a los sectores izquierdistas infiltrados dentro de la resistencia peronista.

Aquello que es pura estrategia, para Feinmann y las plumas progresistas -ex infiltrados expulsados por Perón- es contradicción y querer quedar bien con todos. Por eso es que es Perón quien lo decepciona según sus propias palabras “Perón, Perón. No, el peronismo no me decepcionó. El peronismo como historia me sigue fascinando. Ahora, el tercer Perón me parece lo peor, que quede claro”.

Aquí Feinmann retoma el ataque mediante la partición del peronismo y de Perón, desconociendo o tergiversando la continuidad lineal de Perón, por lo tanto, del peronismo. El Perón filósofo y creador de 1943 es el mismo que el del 49, donde desparrama conceptos e ideología en el Congreso de Filosofía o en la Constitución Nacional. Aquél Perón mantiene la continuidad ideológica en el 52 y hasta en el 55/56 cuando desde el primer destierro continúa generando y enviando conceptos y análisis sobre la realidad Argentina, continental y mundial.

Los escritos -cartas, películas- y pensamientos doctrinarios del viejo maestro continúan llegando a Buenos Aires, portados por aquellos discípulos -ellos estaban ajenos a este tipo de correo- que continuaban peregrinando ante su presencia para munirse de sus órdenes y de su estrategia. Quienes siguieron el pensamiento de Perón con capacidad de absorción entendieron permanentemente su mensaje, para nada confuso o contradictorio.

Por el contrario, la claridad conceptual es permanente y dan muestra de ello las Cartas del exilio, y las películas donde Perón le habla a los trabajadores, la juventud, la mujer, etc. Considerar que el Perón de la tercera presidencia, el del hombre descarnado que vuelve a brindarle a la Patria el último y mayor servicio, no fue conciliador es un verdadero despropósito y adoptar una posición mendaz.

Perón, mal que les pese a los infiltrados de ayer y los progresistas de hoy, no volvió para escarmentar, ni a suicidarse políticamente y mucho menos a hacerles el “trabajo sucio a los militares”, sino que por el contrario Perón se ofrece como prenda de paz, ante un pueblo que arrastrado en algunos sectores juveniles por los traidores o infiltrados, camina hacia el desmembramiento realizándoles el juego a los cipayos y a la nueva oligarquía financiera, como se verá abiertamente tras el golpe del 76.

Dirigencias antiperonistas por naturaleza, aliadas a los servicios de inteligencia militares, infiltran los sectores juveniles con el fin final de destruir y cooptar el peronismo; alertado Perón de ello y tras el asesinato de José Ignacio Rucci, su hijo político por excelencia, asume la triste y siempre penosa tarea de reponer el orden en la Patria.

Y es entonces cuando aquellos seudo conversos, muestran su verdadera cara y pretenden patotearlo a Perón el 1º de Mayo en la Plaza cuando insultan y menoscaban la figura de Perón de Evita y la de Isabel su última compañera y esposa. Y aquí hoy vuelven a sacarse la careta a través del libro de Feinmann, “Si viniste a eso te hubieras quedado en España. Y después, el trabajo sucio que empezó a hacer es lamentable. Estoy totalmente en contra -expresa con mendacidad- porque hizo un trabajo clandestino, fuera de la ley.”

Llegamos a lo más intrincado y perverso del mensaje, cuando ellos -a través de la pluma de Feinmann- pretenden emparentar a Perón con la Triple A, y con la lucha facciosa en la que ellos eran partícipes primarios, necesarios y creativos de la misma. No vamos a negar que los sectores ortodoxos de peronismo se suben a ella, equivocadamente corresponden a las acciones armadas de provocación del sector montonero con las mismas metodologías. Pero atribuirle a Perón la conformación de la Triple A es una absoluta hipocresía, además de una muy baja mendacidad.

Perón responde al desorden imponiendo el orden constitucional, a través de las fuerzas policiales y militares subordinadas a los poderes constitucionales del Estado Argentino, y nada más que eso. La ausencia de Perón en el entierro de Mujica se debe exclusivamente a los informes de inteligencia, que prevenían al Presidente de las maniobras montadas por los grupos de la izquierda infiltrada, que ya antes habían asesinado a Rucci e intentado asesinarlo a él mismo en Ezeiza a su regreso en 1973.

Perón siempre hablo de “socialismo nacional”, y alertó que el mundo se volcaba a los movimientos de centro izquierda referenciados en la socialdemocracia europea, nunca habló ni compró la teoría francesa de la “lucha armada” de Regis Debray, teoría exportada por Debray a los integrantes del tercer mundo subdesarrollado y negada su implementación en la Europa centroizquierdista post Mayo del 68.

“Cuando lo matan, no manda ni una corona al velatorio. Bueno, a mi ese Perón no me gusta. Perón vino y optó por la derecha, pero por la peor derecha, para barrer a la izquierda. Entonces yo digo: ¿a eso vino? El mismo aniquiló su imagen histórica”. Sangra Feinmann, y toda la izquierda infiltrada en el peronismo, al descubrir que Perón “los descubre” y les quita la careta; ellos que creían haberse adueñado de Perón y del peronismo comienzan a comprender que el “viejo” se dio cuenta de adonde querían llegar, y les sale al cruce.

Perón los enfrenta, con las leyes y las armas constitucionales, cosa que ellos no realizan pues atacan arteramente guarniciones militares asesinando soldados conscriptos, no oficiales o suboficiales, sino conscriptos que como el resto del pueblo peronista buscaban la paz y vivir sencillamente. Perón busca aniquilar este cáncer germinado dentro del cuerpo social argentino, utilizando únicamente las armas y el poder que las leyes y la Constitución Nacional le otorgan como Presidente y Comandante en Jefe.

Por fin se saca la careta Feinmann, y abiertamente declama “Perón participó de la idea de la Triple A, no es que dejó hacer. Perón no pudo no estar enterado. Nombra al comisario Alberto Villar. Si alguien me demuestra que Perón no nombró a Alberto Villar al frente de la Policía Federal yo le voy a creer entonces que Perón estaba distraído, pero Perón no podía no saber quién era Villar. No jodamos, lo habían educado los paramilitares franceses, después había estado en la Escuela de las Américas, ¿qué esperaba Perón que iba a hacer Villar? Era un asesino y Perón lo sabía.”

Aquí Feinmann muestra definitivamente su verdadero rostro gorila y antiperonista, propio de las izquierdas vernáculas, las mismas que se plegaron al golpe de la Fusiladora del 55 y aplaudieron los asesinatos de José León Suárez y la Penitenciaría Nacional en el 56. Así como en el 55 los cipayos de derecha e izquierda y la oligarquía financiera pretendieron “borrar” de la memoria colectiva a Perón y al peronismo; hoy los sectores revanchistas, de los mal llamados progresistas, se impusieron la meta de enlodar la figura de Perón utilizando el argumento de que él fue quien creó la Triple A.

Es verdaderamente hipócrita, además de mendaz, llegar a semejante conclusión, y más aún imponerlo como única y excluyente verdad como consecuencia del nombramiento de un jefe policial altamente capacitado y reconocido internacionalmente por su capacitación; tras la muerte de Rucci Perón toma absoluta conciencia de que los grupos enrolados en los sectores mal llamados combativos y que él aceptara como integrantes del peronismo, no tenían ninguna intención de incorporarse a la vida democrática argentina en apoyo o hasta en oposición a su gobierno.

Algunos “vanguardistas” lo acompañaron convencidos de que lo convertían en revolucionario y sólo fueron importantes el tiempo que el pueblo les concedió su abrazo. Como bien dice Bárbaro “si Perón hubiere muerto en el lugar donde Feinmann ubica la virtud, el peronismo estaría tan lejos del poder como los que eligieron esos rumbos. La historia del peronismo se inició en el 45 y todavía sigue vigente. La de las supuestas vanguardias que lo acompañaron sólo tuvo la duración del tiempo de ese encuentro.”

Es entonces que Perón toma la determinación de expulsarlos -cosa que termina realizando en la Plaza de Mayo- y a la vez combatirlos a través de las leyes y de los organismos constitucionales correspondientes, para lo cual cambia la cúpula del Ejército y la de la Policía Federal Argentina. Dentro de ésta reestructuración de mandos es que Perón incorpora al Comisario Alberto Villar, y como bien especifica el libro del “tata” Yofre, le imparte las directivas correspondientes.

Nunca Perón avaló a la Triple A, ni por acción ni por omisión.

Y quien asevere lo contrario es un hipócrita y un mentiroso.

Feinmann tergiversa y sesga la historia en su relato romántico “Los Montoneros se apropiaron de la JP no sólo por su enlace con Galimberti. Había una fascinación por la lucha armada -aquí sin quererlo asume la crítica posición de la teoría de los dos demonios, defenestrada hasta por su propio sector ideológico-. Siempre me pareció peligrosa. Nunca la compartí. Pero era imposible luchar contra ella. Perón no pudo ser más claro y lo dijo muchas veces: el peronismo enfrentaba al régimen como movimiento de liberación nacional. Dentro de ese movimiento estaban las formaciones especiales. El las nombró así, especiales. Cuando le preguntan a Perón por su solidaridad con quienes están en la lucha armada, él dice: Sí cómo no. Claro que vamos a ser solidarios con todos los peronistas… El necesitaba tanto a Rucci como a los Montoneros. Rucci fue más vivo, jamás le discutió la conducción, jamás quiso compartirla con él. Y los Montoneros tenían que saber que la política del entrismo -por no decir infiltración, lisa y llanamente- tenía un costo: ser parte del movimiento y acatar la conducción de Perón.”

Nada más claro, que definir que el sector Montonero intentaba la infiltración, como deja en claro también que éste sector discutía, o pretendía discutir la conducción del General. Pero si queremos terminar de aclarar esta toma de posición hacia la figura del Líder, pretendiendo enlodarla con la asimilación de que era él el verdadero y último gestor de la represión genocida, debemos terminar de escucharlo cuando dice: “Recién ahora volvemos a tener peronismo, por eso hay tantos conflictos. Antes éramos todos amigos, estábamos todos contra Menem. Pero ahora no, todos nos hemos sacado las máscaras. Ahora hay muchas peleas porque el peronismo vuelve a tocar intereses de clases.”

Justo ahora, cuando aquellos “entristas” se apoderaron del poder y del Partido Justicialista para imponer un modelo de “lucha de clases”, cuando el peronismo nunca buscó la lucha de clases como elemento distractivo tras el objetivo último del enriquecimiento personal y del séquito de acompañantes. Debemos aclararle a estos “entristas” que Perón conformó el peronismo en el encuentro de él con los humildes, y fue de izquierdas para los poderosos y de derechas para los “bien pensantes”, inventor de una tercera posición que comprobó sus aciertos en las caídas de los sueños del imperio bifronte.

La tan remanida referencia a que Perón terminó en la derecha, “como si los que se decían de izquierda -aclara Julio Bárbaro-hubieran dejado algo digno de ser rescatado, como si no siguiéramos todos viviendo de los votos que nos legara el General en la lealtad de su pueblo”. En el 45 lo fundaron los que caminaban en alpargatas, en los 70 lo descubrieron los que aprendían de los libros, y los “de la tinta escrita demasiado tan sólo para intentar explicar el sentido de la lealtad con sudor”

Feinmann es un excelente agente del cipayage más abyecto, un intelectual progresista de la izquierda vernácula que siempre acompañó al antiperonismo genocida, el mismo del 55 y del 56, los socios y causantes del 76 los traidores a la doctrina que intentaron infiltrar sin éxito. Asimismo la “otra” mirada que acaba de hacer su aparición -la del Tata Jofre- también es un relato fruto de escritores que no pertenecieron al peronismo

En el renacimiento de la democracia las miradas de Miguel Bonasso y de Horacio Verbitsky pretendieron imponer una mirada sesgada del pasado, acordes a los tiempos de asombro y de reivindicar a los desaparecidos; la historia y los acontecimientos terminaron por cuestionar -cuando menos- la mirada sesgada de los derrotados militarmente, terminando por ser un periodista muy joven (Ceferino Reato), junto a algunos otros quien les marque la impronta de otra memoria posible.

Es quizás demasiado lo escrito, tanto por los críticos como realmente muy escaso lo que aportaron las mentes propias de esa noble causa popular que es el peronismo; y como dice Bárbaro -con quien suelo disentir- “la mayoría de las narraciones son el fruto de aquellos que nuca nos entendieron o de otros que ni siquiera intentaron hacerlo”.

Unos nos desconocen, los otros nos encasillan como sus enemigos y por lo tanto nos odian, y por último están aquellos que porque nos quisieron infiltrar y el pueblo los corrió, terminan componiendo el sector más revanchista en el odio más profundo.
José Marcelino García Rozado

miércoles, 14 de julio de 2010

La política del “todo o nada”

La riqueza de lo que debería haber sido el debate por la inclusión al derecho de dos personas del mismo sexo que deciden hacer vida en común, lamentablemente tiende a naufragar cuando lo que manda es el apuro que impone la politiquería.
En este contexto, resulta imposible medir acabadamente la madurez que hoy tiene la sociedad para calibrar la profundidad de los cambios que se proponen.
La instalación de este tema tan controvertido quizás para ganar un punto a favor o para tapar cuestiones que tienen al oficialismo en el ojo de la tormenta, ha sido un condicionante más de esta divisoria de aguas donde las cosas se juegan a suerte y verdad, tal como le gusta especialmente al diputado Néstor Kirchner.
Y si bien es imposible pensar que no hay política detrás de una decisión que deberán tomar a conciencia los representantes de la sociedad, la cosa se torna más vidriosa cuando lo que manda es el oportunismo, situación que no hace más que tensar y retensar las posturas bien extremas.
La inevitable división en una cuestión tan controvertida se nota no sólo en las consignas de los más respetuosos, sino que de modo preferente se da en los conservadores de ambas veredas, imposibilitados ya de acercar posiciones, a quienes se nota cada vez más proclives al insulto fácil o a la bajeza discriminatoria.
La cosa no es menos tajante en el Senado, donde la situación puede terminar o bien en una aceptación plena de los cambios a la Ley de Matrimonio Civil o en su rechazo y pérdida del estado parlamentario por este año.
La necesidad política de avanzar a como fuere lugar con el proyecto tal como ha llegado de la Cámara de Diputados ha dejado de lado el contemplar, por ejemplo, los casos de inclusión legal que tienen otros grupos de familias que, sin ser parejas sexuales, tienen necesidades que hoy la Ley no contempla.
Este es el caso de los consanguíneos o de simples amistades que hacen de la asistencia y el cuidado del prójimo también un acto de amor, como por ejemplo dos hermanos que llegan a la vejez subsistiendo cada uno con su pensión. Al fallecer uno de ellos el otro no puede ni podrá percibirla.
Y después están las adopciones, donde tampoco hay demasiada claridad sobre el proceso actual ni el que podría sobrevenir, sobre todo porque se necesita un cambio drástico en la Ley de Adopción, antes que los parches tan difusos que la nueva legislación propone.
Tan de blanco o negro viene la cosa, que a nadie se le ocurrió proponer que por ahora se avance con ciertos cambios estructurales y que se deje para más adelante otros de más difícil digestión.
Sin embargo, en vez de encararlos tal como la sociedad hoy los puede tolerar, la orden es que hay que hacerlos como manda la política de coyuntura: al todo o nada.
Hugo Grimaldi

domingo, 11 de julio de 2010

Los Kirchner, su fortuna y el narcotráfico

En las últimas semanas, comenzó a avanzar raudamente, a nivel judicial, una elocuente investigación sobre el patrimonio del matrimonio Kirchner (valga la cacofonía). Es dable recordar que, desde que Néstor llegó al poder, la declaración jurada de la pareja se incrementó en un 572%. Es más, sólo durante 2008, pasaron de 17,8 millones de pesos a 46 millones en valores netos.
Si se analizaran finamente los números presentados por el matrimonio gobernante, se vería que no hay manera de justificar semejante incremento de dinero. Es algo que no desconocen lo Kirchner, y es lo que explica la preocupación de estos días en torno a ese expediente puntual.
Por caso, en estas horas hay un incesante movimiento por parte de dos operadores oficiales para que esa causa judicial no termine en manos de alguno de los jueces “impermeables” a la presión oficial. “Néstor puede dejar muchas cosas libradas al azar, pero no ese tema. La verdad que se cebaron (Néstor y Cristina), creyeron que no pasaba nada y prestaron poca atención a los números. Ahora entraron en desesperación”, admitió una fuente de la AFIP muy cercana al matrimonio.
Lo que pocos saben es que los ingresos de los Kirchner se han engrosado merced a negocios ilícitos de todo tipo, principalmente el narcotráfico.
No casualmente la mayoría de las operaciones financieras del matrimonio han sido confiadas al narcolavador Eduardo Caffaro, designado en 2003 por Néstor K como director del Banco Central de la República Argentina.
Caffaro es sindicado como el “cerebro” de la operación que permitió sacar del país los polémicos fondos de Santa Cruz, provenientes de millonarias regalías petroleras mal liquidadas, a través de la firma MA Bank de las Islas Caimán, cuyo dueño y director ha sido otro impresentable, Aldo Ducler, titular de la financiera Mercado Abierto, una banca que fue cerrada por lavar dinero del narcotráfico, y en la que Caffaro fue un relevante “empleado”.
Pescado blanco:
Desde hace unos meses, investigadores españoles han puesto bajo la lupa a la firma pesquera Conarpesa por presunto tráfico de cocaína a través de supuestos envíos de pescado congelado.
El mecanismo es casi perfecto, ya que muy pocas veces pueden detectarse los estupefacientes dentro de los envases herméticos de esa y otras empresas. Y cuando un envío es detectado, otros diez han logrado ingresar al mercado europeo.
Lo que no saben los investigadores, es que Néstor Kirchner ha refrendado un documento secreto —en realidad, un contradocumento— ante un escribano llamado Ángel Alfredo Busto (DNI 16.616.920), donde se acredita que posee un tercio de las acciones de Conarpesa, a través de dos conocidos testaferros: Claudio Minnicelli y Ricardo Jaime. Este es el gran secreto del incremento patrimonial de los Kirchner.
No es casual que gran parte de los negocios del matrimonio estén relacionados con hoteles y casinos, ya que se trata de emprendimientos que permiten un efectivo blanqueo de capitales de cualquier índole.
Si se indagara sobre la ocupación real de algunos de los hoteles de la pareja gobernante, se vería que en general sus habitaciones están vacías durante gran parte del año. Sin embargo, ante el fisco se declara que están casi siempre ocupados “al tope”. ¿Cómo es posible esto?
Quien posee la clave para entender la trama del blanqueo de ese dinero es el empresario Juan Carlos Relats, quien se encuentra en la mira del mismo expediente que investiga el incremento patrimonial de los Kirchner.
Relats ayuda, a través de la firma Rutas del Litoral SA, a blanquear parte del capital del matrimonio. Para que se entienda la magnitud del ilícito, debe mencionarse que, sólo por el alquiler de dos de los hoteles de los Kirchner, Relats paga la friolera de 10,3 millones de pesos anuales. Sólo en el año 2008, los balances oficiales demuestran que el humilde empresario correntino perdió varios millones de pesos. ¿Cuál es el negocio entonces?
A cambio de sus servicios, Relats posee el exclusivo ingreso al monopolio de la obra pública de los Kirchner. No es poco.
Por eso, para entender los verdaderos detalles de la trama del incremento patrimonial del matrimonio, debe indagarse a este curioso personaje.
Él es quien guarda todos los secretos del crecimiento de los K.
Christian Sanz

sábado, 10 de julio de 2010

El festín de los corruptos

Los Kirchner, su fortuna y la burla a la sociedad

Después de tantos años de impunidad, de haberse burlado de todos, de recibir el encubrimiento de tanto funcionario corrupto que no sólo no los controla sino que encima los exoneran de toda responsabilidad, podría haber llegado el momento que los presidentes Kirchner terminen como huéspedes oficiales del Estado Argentino, en alguna cárcel común.
La desfachatez demostrada por el consorcio regente, con la última Declaración Jurada patrimonial que ambos presentaran ante la Oficina Anticorrupción, dando cuenta del descomunal aumento patrimonial del último año, según ha tomado estado público, elevándolo de apenas 6,3 millones en 2003 a 55,5 millones de pesos en 2009, sin que se sonrojasen siquiera, habla a las claras del absoluto desprecio por todos nosotros.
No me preocupa tanto el elevado patrimonio declarado, sino aquél que aún se mantiene oculto, y en manos de testaferros o en paraísos fiscales. Sería cándido suponer que ese es el único conjunto de bienes que integra el patrimonio del matrimonio presidencial.
Las investigaciones judiciales vinculadas al supuesto enriquecimiento ilícito, obviamente naufragan, ya que tanto los jueces como los fiscales se dejan seducir por los dibujos realizados por los contadores que asesoran a quienes, para mí, están muy cerca de resultar encarcelados.
La endeblez de esta nueva declaración jurada 2009 se evidencia aún más en los rubros alquileres y rentas por intereses relacionados con depósitos de capital contante y sonante. Ninguna institución financiera o bancaria, pública o privada, paga los desproporcionados intereses allí volcados, por lo que interpreto se trata de un grosero error, o bien de un acto fallido, ya que el monto de esos supuestos intereses corresponderían a sumas superiores a los 70 millones de pesos, superando ampliamente el monto total reconocido “en blanco”.
Considero que la falsedad ideológica contenida en las DDJJ resultan un delito insignificante frente a la posible comisión de los delitos de tráfico de influencias, cohecho, lavado de dinero de origen ilícito y evasión tributaria y fiscal, manejada por una asociación ilícita tributaria lo cual debe ser materia de investigación en la Justicia Penal Tributaria, no ya en la muy contaminada Justicia Criminal y Correccional Federal, pues tanto los fiscales como los jueces que intervinieron en sendas causas judiciales donde se proponía investigar el enriquecimiento ilícito han demostrado desinterés en la pesquisa y premura en dictar el sobreseimiento, como es público y notorio.
En ese ámbito de la justicia federal da la impresión que los fiscales olvidaron su rol de representantes de la sociedad, pues ni siquiera apelaron los pronunciamientos liberatorios dictados.
Las cárceles de nuestro país están llenas de personas procesadas y condenadas por hechos mucho menos graves, en particular imputados de delitos de contenido económico, por lo que desde esta humilde tribuna propongo que se declare “crimen de lesa humanidad” todo acto de corrupción cometido por funcionarios públicos, conllevando las penas de prisión, inhabilitación para ejercer cualquier cargo público y, fundamentalmente, que no recuperen su libertad hasta tanto no reintegren el dinero mal habido, sin límite temporal.
Propongo también se establezca de una vez por todas el Juicio por Jurados en toda causa criminal y se eleven las penas agravándolas cuando intervengan funcionarios que dañen el erario público.
Enrique Piragini

jueves, 8 de julio de 2010

Fiesta en la granja

“Una nación, en el concepto moderno, no puede apoyarse exclusivamente en la ganadería y la agricultura. No hay ni puede haber gran nación si no es nación industrial. La República Argentina debe aspirar a ser algo más que la inmensa granja de Europa.”

Estas precisas palabras, no salieron de la boca de un economista inscripto en una línea de pensamiento distinta de la neoliberal. Las mismas, que datan de 1906, provinieron de un ex presidente argentino del siglo XX, Carlos Pellegrini, el fundador del Banco de la Nación Argentina.
Ochenta y cuatro años después de esta premonitoria advertencia, el ministro de Obras y Servicios Públicos del menenismo, Roberto Dromi, reconocía a calzón quitado ante el Congreso Nacional: “Ustedes saben con honestidad que todos los pliegos tienen una cláusula no escrita, que no la hemos escrito por vergüenza.......nacional, que es el grado de dependencia que tiene nuestro país, que no tiene ni siquiera la independencia, ni siquiera dignidad, para poder vender lo que hay que vender. Un país que no tiene disponibilidad de sus bienes, un país que está inhibido internacionalmente. A-rro-di-lla-do, a-ver-gon-za-da-men-te, nuestro país, yo no quiero hacer historia de cuándo viene......éste es el país del que yo soy ministro hoy 28 de agosto de 1990.”
El compañero de andanzas de María Julia Alsogaray no quiso bucear en la historia de la dependencia, para ilustrar como, a decir de Salomón, que el escándalo siempre viene de antiguo.

En el principio, estaba la vaca

Basta darse una vuelta por el pseudo barrio de Puerto Madero, para percatarse de los restos del esplendor de la Argentina agroexportadora. Con solo bajar la vista hacia los amarres donde se ataba la soga de los cargueros, una inscripción indica que fueron fabricados en Cardiff, Gran Bretaña. Esto, como se verá a continuación, no constituyó un mero fruto de las casualidades permanentes.
En 1776, el virrey Vértiz es puesto al frente del novel Virreinato del Río de la Plata, con sede en el Puerto de la Santísima Trinidad, ciudad de Santa María de los Buenos Aires. “La ciudad con un puerto en la puerta”, como decía una canción de Piero en los 70, comenzó a plasmar su predominio sobre el resto del territorio. Con el comienzo de la explotación de los saladeros en la llanura pampeana, el puerto de la Santísima Trinidad fue la boca de expendio de la carne salada (o tasajo) hacia el mercado británico. Así, con el primer paso de la explotación ganadera, se inicia el predominio de la demanda externa sobre la interna.
Con este esquema, se fue gestando una oligarquía terrateniente que le proveía insumos vacunos (por así decirlo) a la burguesía comercial afincada en el puerto.
Pero la metrópoli londinense quería más. Advirtiendo que la restrictiva política española de no abrir sus puertos a sus productos, los británicos resolvieron apoderarse por la fuerza del floreciente puerto de Buenos Aires. Dos expediciones armadas en 1806 y 1807, que resultaron un tremendo descalabro, les indicaron que el dominio efectivo del Río de la Plata sería por la sutileza de la insidia. Para ellos, la política económica era la continuación de la contienda bélica por otros medios.
Así, pusieron a trabajar a dilectos cerebros como Maitland y Strangford para socavar el poderío hispánico y disponer de este inmenso mercado en ciernes. Aprovechando la caída de España bajo la bota napoleónica, no les sería difícil plantear una lenta pero definitiva absorción de los deseos independentistas de los criollos rioplantenses. Precisamente, fue una fragata británica que ancló en el puerto de Buenos Aires el 14 de mayo de 1810, la que trajo la noticia de la disolución de la Junta Central de Sevilla, acontecimiento confirmado cuatro días después por otra fragata de igual bandera. Era el principio del fin del Virreinato del Río de la Plata, pues el 25 de mayo la autodenominada Primera Junta, integrada por sectores de la burguesía porteña, fuerzas militares y el clero, destituía al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.
La “Revolución de Mayo”, cantada hasta el hartazgo por la historiografía oficial y por los pseudo liberales, fue más que nada el triunfo de la burguesía comercial porteña y el comienzo del advenimiento del libre mercado bajo la férula británica. Según reconoce Félix Luna, “una de las prioridades de la Junta era obtener apoyo o, al menos, una actitud benévola por parte de Gran Bretaña. Pero había un gran obstáculo: esta potencia europea era aliada del Consejo de Regencia en la lucha contra Napoleón. Mal podían los ingleses, entonces, ayudar a quienes eran rebeldes a la autoridad española. Era un margen muy estrecho el que se ofrecía a los revolucionarios de Buenos Aires, pero el intento se hizo de todos modos, y no resultó mal.
Al día siguiente de la instalación de la Junta, su presidente y algunos vocales recibieron a dos capitanes de navíos de guerra británicos, fondeados en la rada. En esta entrevista se puso de manifiesto el tono que tendría en adelante la peculiar relación entre el gobierno británico y la antigua colonia española: simpatía por la causa rebelde, imposibilidad de prestar oficialmente cualquier tipo de ayuda. Pero también se evidenció la preocupación por mantener la cancelación del sistema restrictivo y monopólico que había caracterizado a la época anterior.
Tal fue el tono de las conversaciones que mantuvo en Londres, en agosto y septiembre de 1810, el enviado de la Junta, Matías de Irigoyen, con el marqués de Wellesley, encargado de las relaciones exteriores de su majestad británica. En este caso, Wellesley ofreció la mediación de su gobierno para entablar negociaciones entre Buenos Aires y el Consejo de Regencia, oferta que Irigoyen rechazó cortésmente. Pero el funcionario británico –como apunta un historiador- hizo la vista gorda de modo que el enviado porteño pudiera sacar de la isla una partida de fusiles y otras armas. Más no se podía pedir...” (Historia Integral de la Argentina, Planeta-1995)
Cabe recordar que el nombrado Wellesley, no es otro personaje que el futuro duque de Wellington, quien cuatro años después de este encuentro, derrotaría definitivamente a Napoleón en la batalla de Waterloo.
Plin, caja. Los naipes ya estaban echados sobre la mesa, y el desigual truco no había hecho nada más que comenzar.
Cuando el 9 de julio de 1816 las Provincias Unidas del Río de la Plata decretan en San Miguel de Tucumán la independencia formal, la burguesía portuaria no pudo disimular su codicia: “Tan pronto como las autoridades bonaerenses tuvieron noticias de la declaración de Tucumán, se la comunicaron a Staples (el enviado británico en Bs.As) con júbilo, expresándole su satisfacción por la perspectiva de un incremento en el comercio con Gran Bretaña. En agosto, el Director Supremo le ordenó a Sarratea, que estaba aún en Londres, que pidiera a Gran Bretaña el reconocimiento del nuevo Estado.” (John Street, Gran Bretaña y la independencia del Río de la Plata, Buenos Aires, 1967).
Este esquema, signaría por décadas el desarrollo de la nueva nación sudamericana hasta convertirla en una virtual factoría dependiente del capital británico: “Tras la victoria de las fuerzas de la capital sobre las del interior, representadas parcialmente por la Confederación Argentina por el general Justo José de Urquiza en 1852, se elaboró la Constitución de 1853. Se formalizó así el predominio del centro comercial portuario de Buenos Aires y de la oligarquía terrateniente de esa provincia sobre el resto del país. Pero esto no fue suficiente para superar la congénita impotencia de las clases dominantes para estructurar un mercado interno unificado y dotar a la Argentina de un Estado centralizado de manera democrática, que impulsara un armónico desarrollo económico capitalista. La segunda mitad del siglo fue el escenario de crisis constantes durante las cuales la conformación de la nación no logró plasmarse sino en un dominio compartido y contradictorio de los sectores comercial y terrateniente de la burguesía argentina. La continuación de los enfrentamientos armados civiles no permitieron la celebración, hasta casi diez años después, en 1862, de las primeras elecciones presidenciales.
En las últimas décadas del siglo XIX, la gran expansión económica argentina se basó en las ventajas comparativas de la pampa. La fertilidad de esas tierras empujó a los terratenientes a convertirse en proveedores del mercado mundial, principalmente de Gran Bretaña, potencia dominante de la época, ya que sus bajos costos relativos les permitían competir exitosamente. Mientras el ganado se reproducía sin mayores problemas, de manera natural, la bondad de las tierras pampeanas permitía un alto rendimiento de los cultivos agrarios. Carnes, cueros y cereales fueron así la plataforma para que la economía argentina creciera ininterrumpidamente durante las dos últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del XX. En ese período, el desértico paisaje de la pampa se fue transformando en otro de praderas fértiles que, a través de la construcción de miles de kilómetros de vías férreas, transformó a la República Argentina en un coloso exportador de esos bienes primarios a tal punto que, por su generación de riqueza, se los denominó “industria”. Con la construcción de los ferrocarriles por parte de los capitales británicos, la expansión del territorio cultivable y de la explotación de la ganadería extensiva se consolidó al poder trasladar sus producciones a los puertos de Buenos Aires y de Rosario para su exportación al mercado mundial.” (Angel Jozami, Argentina: la destrucción de una nación).
Como se apreciará al leer estas líneas, el sueño de la patria grande sanmartiniana fue sepultado bajo miles de toneladas de carne vacuna y cereales que generaron riquezas ingentes para un puñado de especuladores.
Estos, con su política de “tirar manteca al techo”y su estrechez de miras, imprimirían al país un corset limitado a su economía que a la larga sería fatal: “El importante excedente generado por la renta diferencial de la tierra en el mercado internacional no se destinó, sin embargo, como podría presumirse que hubiera ocurrido, a una fuerte inversión en el desarrollo industrial del país. La idea de que la independencia nacional dependía, en el moderno mundo capitalista, de un fuerte desarrollo industrial y de un mercado de capitales propio, fue siempre ajena a la ideología de los terratenientes argentinos, para quienes el buen pasar histórico que les había tocado en gracia era un hecho casi natural y eterno”. (Angel Jozami, obra citada).

El tren equivocado

El final de este derroche ingente, precipitó la decadencia argentina: “Hacia fines del siglo XIX, Inglaterra enfrentaba una dura disputa. En el orden interno, los trabajadores organizados en sindicatos reclamaban mejores condiciones de vida y las empresas necesitaban mantener sus márgenes de utilidad para reinvertir y acompañar la reconversión industrial hacia un perfil productivo con elevados costos de instalación. La solución fue abaratar el costo de la alimentación en Inglaterra, con lo cual indirectamente se aumentaban los salarios, pero sin perjudicar la ganancia empresaria. Los ingleses invirtieron en el ferrocarril, electricidad, gas, teléfonos, el primer subterráneo de América Latina, los puertos y los frigoríficos. Se extendió la frontera agrícola, la campaña del desierto incorporó las más valiosas extensiones de la pampa húmeda. Sin embargo, a diferencia de los EE.UU, la agricultura y la ganadería no crecieron como subsidiarias del desarrollo industrial interno, sino como un subsidio implícito al consumo de los ingleses y como instrumento funcional a su industria. Nos subimos al tren del progreso, pero asociándonos a quienes iban a perder. EN 1937, al declararse la inconvertibilidad de la libra esterlina, comprendimos que el tren nos había conducido a una vía muerta y nos había alejado de nuestro destino”. (Oscar Tangelson, Revolución tecnológica y empleo, Buenos Aires, 1988).
Ahora, en este día tan particular, sería muy acertado que la clase dirigente política y empresaria, en vez de lucir escarapelas y tremolar banderitas, tenga muy en cuenta los errores del pasado para que Argentina jamás vuelva a ser la rebosante granja de nadie.
Fernando Paolella

Lo más importante es tapar las pruebas

Lo importante es sólo "parecer" honesto.
Esto es lo que implícitamente dijo el canciller Héctor Timerman cuando le reprochó a Eduardo Sigal que en lugar de poner por escrito sus denuncias sobre la diplomacia paralela en cables internos, se las debió haber comunicado a él personalmente y en forma reservada.
Ese también fue un mensaje para toda la diplomacia y para todo el Gobierno.
Al haber admitido elípticamente que más importante que corregir los hechos de corrupción es no dejar rastros de éstos, el jefe de la Cancillería pareció incurrir en una inesperada confesión.
Sin embargo, Timerman, más allá de su aparente torpeza, tiene en claro cuáles deben ser sus dos preocupaciones centrales: por un lado, congraciarse con la presidenta Cristina Kirchner, a quien le debe lealtad y el encumbramiento en su cargo y, principalmente, evitar que los funcionarios dejen rastros que puedan ser recogidos por periodistas independientes, por el Congreso y por la Justicia.
El escándalo de la diplomacia y los negocios paralelos entre Venezuela y la Argentina, actualmente, se investiga en tres frentes: la Justicia, el Congreso y los medios de comunicación independientes.
El Gobierno advierte que la potenciación de los resultados que vaya obteniendo cada uno de esos sectores, especialmente por la persistencia de algunos medios en ejercer una libertad tan molesta -que el Gobierno quiere cercenar con la ley de medios y con las amenazas sobre Papel Prensa-, puede ser peligrosa para el proyecto político oficial. Para un gobierno que está acostumbrado a manejar todos los resortes del poder, las sorpresas que puede deparar el periodismo lo enfrenta a un horizonte inescrutable e insoportable.
Fue la política -la Coalición Cívica que dirige Elisa Carrió- la que en 2009 formuló ante la Justicia la denuncia que dio inicio a esta investigación. Una denuncia que ahora completa con otra, por la supuesta vinculación de algunas de las empresas involucradas en el eje Buenos Aires-Caracas con el negocio de la droga que se transporta por la hidrovía del río Uruguay.
Aquella denuncia original por asociación ilícita contra los Kirchner, Julio De Vido y otros funcionarios de este sector fue muy amplia y todavía no produjo los frutos esperados. Pero fue allí donde se mencionó por primera vez al ex embajador Eduardo Sadous, que fue quien, al declarar como testigo ante el juez federal Julián Ercolini, habló del pago de coimas y de la diplomacia paralela.
Desde entonces, el juez, el Congreso y el periodismo parecen haber obtenido muchas pruebas sobre la existencia de vínculos informales entre dos países que se concretaron en negocios poco claros. Y, en pocos meses, se recogieron muchos indicios concretos de corrupción, como las compras injustificadas de fueloil, el manejo turbio de los fondos del fideicomiso y las versiones del pago de sobornos por empresas que, de otro modo, no se podrían haber subido al tren exportador.
Pero lo que está faltando aún son las pruebas concretas de esos sobornos y la ruta del dinero. Este parece ser el objetivo de las últimas medidas que tomó el juez Ercolini.
La experiencia histórica indica que a medida que los gobiernos se debilitan y se acercan a su final, comienzan a aparecer las pruebas con más facilidad. En esos momentos, la lealtad flaquea y ninguna caja alcanza para comprarla. Esto parece explicar la preocupación que hoy embarga a Timerman y al Gobierno. Enfrentar un horizonte inescrutable.
Adrián Ventura

martes, 6 de julio de 2010

El fracasode la política educativa

El desarrollo de capacidades laborales y de progreso depende decisivamente de la educación recibida por cada persona. Las evidencias internacionales señalan que la educación preescolar es determinante en el posterior desempeño educativo y en la futura inserción laboral de los jóvenes. En la Argentina, la cobertura del nivel inicial es muy baja, especialmente entre los hogares pobres. Se trata de un fenómeno muy negativo que está asociado fundamentalmente a graves fallas de gestión y de priorización en la asignación de los recursos públicos.
La educación inicial o preescolar tiene impactos muy positivos en el desempeño educativo de los alumnos en la primaria y la secundaria. Las evidencias internacionales muestran que la entrada temprana al sistema educativo, a partir de los 3 años, ayuda a que los niños desarrollen una mayor capacidad cognoscitiva que se manifiesta en impactos positivos sobre las aptitudes y habilidades en las etapas posteriores de la educación. Según datos de la evaluación PISA de la OECD, que mide capacidades de matemática y lectura en jóvenes de 15 años, surge que aquellos jóvenes que asistieron al preescolar, cuando tuvieron 3 y 4 años, muestran diferencias significativas en los resultados educativos con los que no asistieron a preescolar.
Las diferencias son grandes. Por ejemplo, en Francia, Suiza, Bélgica y Alemania se observa que los jóvenes que asistieron a preescolar obtienen entre 40 y 60 puntos más (de 500) que los que jóvenes que no asistieron a preescolar.
Estas evidencias sugieren que la educación inicial es una herramienta estratégica para la inclusión social, con grandes potencialidades cuando se extiende con razonables estándares de calidad a los hogares de menores niveles de ingresos. En este contexto, resulta de utilidad observar el acceso a este nivel educativo en Argentina. Según los datos de la EPH del INDEC en el 2009 para la población urbana:

> Entre los niños de 3 años el 64% no asiste a preescolar y entre los niños de 4 años el 29% no asiste a preescolar.

> Tomando los niños del 20% de los hogares más pobres, el 81% de los niños con 3 años no asiste a preescolar y el 42% de los niños con 4 años tampoco.

> Entre los niños del 20% de los hogares de mayores ingresos, sólo el 32% de los que tienen 3 años no asiste y el 17% de los que tienen 4 años no asiste a preescolar.

Estos datos ponen en evidencia que las fallas del sistema educativo comienzan en edades muy tempranas. Dos tercios de los niños de 3 años de edad no asiste al preescolar y poco menos de un tercio de los niños de 4 años tampoco lo hace. La baja concurrencia a la educación inicial es particularmente severa entre los niños de los hogares más pobres: 8 de cada 10 niños de 3 años y prácticamente la mitad de los que tienen 4 años que integran hogares pobres no están escolarizados.
La no concurrencia a la educación preescolar tiene impactos negativos de largo alcance. Es altamente factible que sea uno de los factores que explican que los adolescentes argentinos cuando llegan a los 15 años de edad muestran grandes dificultades para leer y entender un texto y severas limitaciones en matemáticas. Asimismo, la falta de una oferta educativa para los hogares más pobres a partir de los 3 años complica la inserción laboral de los padres –especialmente de las madres– agregando limitaciones a la generación de ingresos.
En los últimos años se han impulsado normas tendientes a aumentar los recursos públicos a favor de la niñez. Esto incluye aumentos en los presupuestos educativos y la extensión de la asignación por hijo. Sin embargo, se basan en herramientas muy rudimentarias que no toman en cuenta la necesidad de aplicar un sentido más estratégico en la asignación de los fondos públicos y establecer estímulos que induzcan mejor gestión.
Un error fundamental es el desorden de roles entre la Nación y las provincias. La Nación adopta funciones de las provincias para lo cual se siente legitimada a apropiarse de fondos que deberían ser coparticipados. Centralizando poder de decisión, se violentan las reglas constitucionales de la organización federal y se incentiva la baja calidad de la gestión. Este es el caso, por ejemplo, de la política salarial docente que al hacerse de manera centralizada no alienta el esfuerzo y el compromiso con la formación de los alumnos, o las decisiones de gasto asistencial que alimentan burocracia sin promover la inserción temprana de los niños de los hogares pobres a la educación preescolar.
Para que los jóvenes tengan oportunidades de progreso es fundamental universalizar la educación preescolar, mejorar sustancialmente la calidad de la educación básica, e incorporar trayectos educativos vocacionales en la educación media. Para esto se necesitan más recursos. Pero fundamentalmente una transformación profunda en la organización y en los estilos de gestión de todo el sector público.
Instituto para el Desarrollo Económico y Social Argentino

PROGRESISMO K

Plata para los jubilados no hay, pero sí para el "fútbol para todos"
Luego de siete años de ejercicio ininterrumpido, el gobierno kirchnerista parece haber dejado dos cuestiones claras:

1-la innegable farsa en torno a un progresismo inexistente el cual se supo manipular en provecho de campañas políticas explorando de este modo, un territorio inusitado hasta el momento: el de los Derechos Humanos, y así también corrompido. Cada vez son más las entidades humanitarias que condenan prácticas esgrimidas por el kirchnerismo.
El veto del 82% móvil para los jubilados que el Gobierno ya anticipó, parece ser una clara demostración de que los fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), no están del todo bien administrados. Dichos fondos que deberían estar exclusivamente destinados a asegurar el bienestar y el futuro de millones de jubilados y aportantes, son manejados por el Gobierno como patrimonio propio olvidando que su deber es protegerlo o acrecentarlo, no dilapidarlo. Los fondos de la Anses actualmente están siendo utilizados sin veto alguno para el otorgamiento de préstamos a empresas en apuros, el financiamiento de proyectos dudosos, entrega de computadoras gratuitas para escolares, financiación de decodificadores de televisión digitalizada, pauta oficial, 6, 7, 8, Aerolíneas Argentinas, General Motors, impedir la inflación, la carrera electoral 2011, Bicentenario, empresas energéticas del amigo Julio De Vido, Banco Macro y la lista sigue … pero si se trata de utilizar esos fondos para su real uso y concretar la siempre postergada vigencia del 82 por ciento móvil exigido por la Corte Suprema de Justicia en varios fallos, tratándose del único ingreso que percibirán actuales y futuros jubilados, entonces es un “disparate”, “oportunista”, ”mezquino”, “demencial” y “bochornoso”.
Es dable destacar que si de la lista anterior tenemos en cuenta que se están financiando con el estado a empresas privadas, significa que se vuelven a privatizar fondos estatizados, y no a través de las AFJP, sino mediante entidades financieras amigas. Evidentemente, algo está muy mal en el manual de progresismo K.

2- la mala puntería para los negocios(con el dinero público), sobre todo cuando se quieren disfrazar de primeras necesidades para el pueblo, como lo es el Futbol para Todos, un negocio que le sigue dando pérdidas al Estado.
En sólo 10 meses del "Fútbol para Todos", en el que el Gobierno destinó más de $600 millones, no ha recuperado ni un 10% de eso. La publicidad privada (sólo IVECO) y otros ingresos rondan los 30 millones netos. De esta manera la realidad contradice al Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien había afirmado que “el producto fútbol tiene que producir tanto beneficio que no debe costarle ni un centavo al Estado”. Sin embargo, según informó Clarín, por cada hogar en el que hay un televisor que sintoniza el fútbol “gratis”, el Estado desembolsa $ 240 mensuales. Aquí la explicación: el Apertura 2009 promedió los 9 puntos de rating, mientras que el Clausura bajó a los 7. La ecuación es simple: cada punto de rating equivale a 31.474 hogares, durante el último año, el “Fútbol para todos” fue visto por 250.000 hogares. A los gastos por derechos hay que añadirles los de transmisión ($ 30 millones en 2009 y otros $ 22 millones por la mitad de 2010). Por lo tanto en cifras, esto representa $ 240 por cada hogar en que se enciende la tevé para ver fútbol.
"El fútbol se convirtió en un instrumento de propaganda oficialista. Está totalmente a contramano de lo que se hace con el deporte en el resto del mundo”, manifestó el consultor de marketing deportivo Gerardo Molina. En vistas al mal negocio por la pésima rentabilidad de futbol, el Gobierno decidió usufructuar el deporte políticamente, pero el 4 a 0 de Alemania le puso fin al sueño del “Futbol Tapa Todo”.
Carlos Forte

domingo, 4 de julio de 2010

UNA METÁFORA DE LA ARGENTINA DE HOY

La rueda de la fortuna le gira en contra a Kirchner y Maradona

Ha quedado bien claro en estos últimos días que Diego Armando Maradona y Néstor Kirchner comparten el gen argentino de querer ganarlo todo como fuere y de sostener a voz en cuello que los otros siempre están equivocados, mientras que cuando la realidad impone su fuerza y finalmente les tuerce el brazo suelen salirse por la tangente fácil de echarle la culpa a los demás. Nunca una autocrítica.
Después están los rasgos comunes de sus personalidades, como la furia, el desorbitarse ante las adversidades, la pasión casi irracional por imponer sus ideas, aún desequilibrando las reglas de la lógica, las contradicciones permanentes y hasta las imágenes de sensibilidad que suelen exhibir para mostrar un rostro más humano. Por eso, no extraña que estos dos singulares personajes de la vida pública argentina se hayan vuelto a emparentar con sus acciones y declaraciones. Diego, tras la humillante derrota 0-4 ante Alemania en Sudáfrica no logró siquiera bajarse del pedestal de una gloria que ya fue, mientras que el ex presidente acaba de jugar una ficha fuerte cuando, el jueves, afirmó que el espectro opositor “no entiende” qué pasa en la Argentina y menos en el mundo. Para ambos, quienes no opinan como ellos son simples “mediocres”, tal como lo aseveró Kirchner, cuya única misión en el mundo sería la de ponerle palos en la rueda a sus nobles, aunque obcecadas intenciones.
Pero, como la venganza es un plato que generalmente se sirve frío, desde lo futbolístico seguramente ahora le ha llegado la hora de responder a todos aquellos a los que Maradona ofendió con aquella imagen sexual de dudoso gusto que desparramó en el Centenario, tras la clasificación de la Argentina. Y en materia política, aunque probablemente el Mundial haya servido como tapadera de la situación, está bien claro que la oposición, tras haber soportado seis largos años de prepotencia, va a fondo por la revancha. En el Congreso, y aún con las limitaciones que les impone ser todavía un mosaico de muchos colores, los opositores se le han parado de manos al kirchnerismo y tienen al ex presidente contra las cuerdas y casi sin aire, de tantos golpes en el hígado que le han pegado para obligarlo a hacer lo que no sabe: dialogar. En este sentido, los diputados le han recortado al Ejecutivo todos los superpoderes presupuestarios y van a intentar quitarle el control del Consejo de la Magistratura y a reformular el malhadado INDEC. Pero, lo más duro para el Gobierno es que la oposición avanza como topadora a favor de un haber mínimo jubilatorio que se ubique en 82% del salario más bajo de la escala ($ 1.500). Precisamente, en estos días los jubilados han quedado en el ojo de la tormenta, pero esta vez como sujetos activos de la política, ya que han pasado a ser rehenes codiciados en la pelea entre oficialistas y opositores y una vez más variable de ajuste de las necesidades de los demás. Para los postergados de siempre, no está nada mal tener un poco de protagonismo que haga escuchar su voz, aunque las condiciones no sean las mejores, ya que están siendo tironeados por discursos bien agresivos que parecen atender más situaciones de conveniencia política, antes que a un genuino interés por su mal pasar.
Pero, lamentablemente para ellos y tal como están dadas las cosas en materia fiscal, el proyecto opositor de llevar el haber jubilatorio mínimo de $ 895 a $ 1.230 (37,4%), lo que impulsará seguramente un correlato de subas en toda la escala por aquello de la igualdad ante la Ley, puede llegar a ser una ilusión de vuelo corto. Ocurre que la genuina necesidad de millones de personas de edad que viven en situación de permanente tensión porque tienen ingresos por debajo de la línea de subsistencia, proceso que se agrava en lo material porque la calidad de vida de una persona mayor incluye de modo preferente el rubro medicamentos, muchos de ellos crónicos y de altísimo costo, tiene en la actualidad dos barreras de complicado pasaje, como son el embudo fiscal y la inflación, productos de un modelo que sigue siendo defendido a capa y espada por el Gobierno, dentro y fuera de las fronteras.
Para radiografiar sus consecuencias, bien vale reflejar un Informe que dio a conocer al cierre de junio el Programa de Análisis de Coyuntura Económica de la Universidad Católica Argentina (UCA). El mismo sostiene que, si bien los indicadores de actividad económica están en alza, aún con una inversión a la que le falta el “clima adecuado”, un proceso económico como el actual, basado en el consumo y no en la inversión, no se sustenta más allá del corto plazo.
Según la UCA, el punto flaco del modelo es que el recupero del consumo privado no ha sido “generalizado ni suficiente para lograr reducir sustancialmente los niveles de pobreza del país”, por lo que en los hechos se verifica una “incorrelación entre crecimiento macroeconómico y reducción de la pobreza”, tal como ocurría en los años ‘90. Por eso, y al actual nivel de ingresos, hoy los jubilados militan decidídamente entre los pobres. Precisamente, ante esta realidad, allí es dónde el reclamo apunta a que aparezca la política de verdad como mediadora entre las necesidades sociales y las restricciones económicas, casi como un aceite lubricante que elimine la fricción, cuanto más en un tema que debería ser de amplio consenso. Sin embargo, la realidad de la Argentina actual muestra una cara bien perversa del problema, ya que los políticos de toda laya han decidido poner a los jubilados en la situación de Túpac Amaru y tironean de ellos como botín de guerra.
El Gobierno, en su afán de oponerse a los opositores que, a la vez, han encontrado el modo ideal de golpearlo en dónde más le duele, dice que hoy no se pueden pagar esos aumentos, pero omite expresar de modo sincero los por qué del “no se puede”. En realidad, la hojarasca de la discusión y las diatribas gubernamentales, que tienen día a día adjetivos de más grueso calibre, buscan disimular la impresionante salida de fondos por exceso de gastos o la asignación incorrecta de las prioridades presupuestarias.
Desde un costado más ideológico, para el Gobierno aceptar el aumento que motoriza la oposición significa reconocer que se debería hacer un ajuste probablemente ortodoxo, a partir de los indisimulables agujeros que tiene en el casco el modelo en vigencia.
Al respecto, el análisis de la UCA también señala críticamente que este modelo económico que “impulsa la demanda agregada con transferencias sociales” no logra solucionar la pobreza, ya que ésta “tiene un piso estructural de 30%, junto a una informalidad afirmada en 40%” y añade, como una paradoja de la situación, que “el empleo informal se afirma de la mano de los planes sociales”. Justamente, esa informalidad es la que permite que haya 1,5 trabajadores activos con aportes previsionales que ingresan al pozo común de la ANSeS como sustento para cada jubilado, cuando esa relación debería ser al menos de 3 a 1. El resto se cubre con impuestos. Lo concreto es que hoy, el Estado no es que no quiera, sino que no tiene ni puede generar lo que se necesita para atender el eventual aumento que implicaría llegar al 82%, unos $ 16 mil millones anuales de piso con aguinaldos incluidos, porque tampoco el Tesoro tiene recursos, ya que los ha asignado a otros menesteres, como por ejemplo los subsidios destinados a seducir a las clases medias urbanas. Y mucho menos los dispone el ilíquido Fondo de Garantía de Sustentabilidad que armó la ANSeS con el dinero que provino del ahorro privado que estaba en las AFJP, ya que hoy ese Fondo está plagado de papeles estatales imposibles de realizar. Después está el trastorno que le significará al Estado cumplir con la sentencia de la Corte del conocido como “caso Badaro”, es decir la actualización de 88% para todas las jubilaciones que nunca fueron aumentadas cuando se retocó la mínima, tal como fue el temperamento de 12 de los 13 ajustes kirchneristas, lo que según el titular de la ANSeS, Diego Bossio significaría un gasto mensual extra de $ 1.000 millones y un retroactivo, vistas las circunstancias, muy difícil de afrontar.
El otro punto crítico del drama de los jubilados es el inflacionario, debido a que si no se produce un cambio bien de fondo, los precios seguirán subiendo y convertirán en poco tiempo el aumento nominal de $ 335 que podrían conseguir en algo imaginario. En general, la política económica tiene en claro que siempre es más sencillo desde el marketing ajustar por la vía inflacionaria, antes que estar haciendo retoques más clásicos, donde fatalmente alguien tiene que poner la cara. El inconveniente para esta Administración es que se la pasa a diario criticando el ajuste de los demás, sobre todo el que están implementando las economías europeas, como si al final de la carrera no hubiese que pagar los platos rotos. En materia de cálculos electorales, que de eso se trata también el intento de todas las partes por seducir a seis millones de votantes, jugar con la inflación tampoco parecería ser muy redituable para el Gobierno ni para la oposición, debido a que los jubilados de hoy tienen memoria inflacionaria, ya que casi todos ellos eran asalariados cuando estalló la híper de Raúl Alfonsín y sus secuelas y son amantes declarados de la estabilidad. Por eso, votaron a Carlos Menem en 1995 y luego las promesas de seguir igual que hizo Fernando De la Rúa en 1999.
Quizás por ese motivo, el Gobierno ya intentó sacarse el sayo de la inflación para intentar pasarle la responsabilidad a los opositores: “elevar los haberes jubilatorios al 82% móvil disparará un proceso inflacionario, tal como ocurrió en otros tiempos”, metió miedo Florencio Randazzo, con bastante liviandad para un Gobierno que ha hecho del fogoneo del consumo interno su caballito de batalla y que ha maquillado hasta el cansancio los índices de precios al consumidor.
Desde ya, que esas expresiones han sonado de difícil digestión para los jubilados quienes, para nada, se sienten culpables de tanto desaguisado macroeconómico, mientras que los dichos del ministro le están abriendo la puerta a un probable y poco popular veto presidencial a la medida.
¿Qué pasaría si los opositores “entendieran” qué cosas pasan en la Argentina y en el mundo? Entonces serían kirchneristas y no opositores y así se anularía la pluralidad y la posibilidad de rectificar lo que aún puede rectificarse. A la hora de las adversidades, en el fondo, ése parece ser es el sueño de todos los Kirchner y los Maradona que andan dando vueltas por allí: que los demás piensen como ellos o que el mundo desaparezca.
Hugo Grimaldi

jueves, 1 de julio de 2010

"6,7,8" le cuesta al Estado 11 millones de pesos al año

El canal estatal pagará un 150% más que el año pasado a la productora PPT por la producción del controvertido programa 678 que se dedica a atacar opositores y periodistas críticos. La cifra anual que embolsará Diego Gvirtz, cerebro de PPT (Pensado Para Televisión), alcanza los 11 millones de pesos, más un porcentaje de la publicidad que se emitirá en su programa.
PPT pasó de cobrar 440.000 pesos mensuales en 2009 a 760.000 en el corriente año. Además cobra aparte por los programas de los domingos: 50.000 pesos por emisión. De esta manera, de los 7.680.000 pesos que ganó en 2009, este año obtendrá 11.520.000 pesos.
Además, Gvirtz cobrará un porcentaje especial por la publicidad. En el punto 10 del contrato celebrado con fecha 9 de abril de 2010, establecen compartir ingresos con la publicidad no tradicional (PNT): El 50 % de lo que se comercializa va para Pensado Para Televisión y el otro 50 % es para RTA (Radio y Televisión Argentina). En cuanto a la publicidad tradicional el arreglo es similar: Si PPT vende un espacio, se divide 50 y 50. Si lo comercializa Canal 7, el ingreso es todo para el Estado.
El documento (ver galería de imágenes) fue difundido por el periodista Luis Ventura. Perfil.com llamó 14 veces durante tres días a Tristán Bauer, el funcionario que lo rubricó por parte del Servicio Nacional de Medios Públicos, pero nunca hubo una respuesta para saber por qué se había incrementado el contrato, aparte de que se había agregado una emisión semanal más. Varias veces, el vocero Roberto Olivieri prometió una respuesta, pero cada vez que se volvió a llamar a Bauer, se encontraba en reuniones imposibles de interrumpir. Y así estuvo durante 72 horas.
Más allá de la polémica por el nivel de aumento de los honorarios de Gvirtz, lejos, muy lejos, de la inflación anual que señala el Indec, también es llamativa la cláusula que restringe la libertad de acción en cuanto a contenidos. En un contrato previo era explícita la aprobación de los invitados para las emisiones dominicales. El punto 1.7 decía: " La productora comunicará a la Dirección Ejecutiva o a la Gerencia Artística de SNMP (Servicio Nacional de Medios Públicos) el nombre del invitado o invitados a más tardar a las 18 horas del día jueves previo a la emisión del programa, si la Dirección Ejecutiva o la Gerencia Artística de SNMP no aprobaran la presencia del invitado o invitados, la productora propondrá su sustituto a mas tardar el viernes previo a la emisión del programa. Si el sustituto no resulta aprobado por SNMP se cancelará la emisión del domingo siguiente sin que las partes puedan reclamarse nada recíprocamente por tal evento" (sic).
Esta cláusula del contrato, que venció en diciembre, no volvió a ser escrita en el nuevo documento. Y eso puede ocurrir por dos razones. Una es que al Gobierno ya no le interesa supervisar qué invitados lleva Gvirtz a su programa 678. La otra razón, y tal vez la más problable, es que el productor ya dio demasiadas muestras de sumisión al kirchnerismo que ni siquiera necesita una claúsula de reaseguro.
Rodis Recalt