domingo, 2 de mayo de 2010

Una aproximación a Sartre

El existencialismo afirma categóricamente que el hombre es un ser en situación, es decir, es un ser cuya relación con el mundo lo sujeta, lo compromete, y esa situación tiene en sí límites inviolables que no puede transgredir.
No puede ser otro, está ahí libre y comprometido, responsable y culpable. No puede ser otro porque entonces ese otro no sería él.
Cómo dijera Jaspers al hablar de las situaciones límite, no puedo no morirme, no puedo no sufrir, no puedo no luchar, no puedo no ser culpable.
Sartre ha planteado que el hombre empieza por existir, surge en el mundo y después se define. Y existir es ser un ser libre, una afirmación que refiere a la obligatoriedad de ser libres en tanto existamos, y al acceder al concepto de libertad en el marco de la filosofía sartriana se entiende cómo Sartre vino a conmover y modificar el centro conceptual del existencialismo llevándolo a un estadio de responsabilidad social y conciencia política que lo sacó de su ensimismamiento individualista.
El hombre es ante todo un proyecto, es lo que habrá proyectado ser, una conciencia en el mundo, una conciencia arrojada cuyo ser es ser posible y además es creador de sus posibilidades y siendo él una posibilidad en concreto antes de las otras posibilidades que puede crear, es por ello mismo libertad.
Pero esa libertad, paradójicamente, no le otorga tranquilidad, paz, bienestar de manera automática; por el contrario, esa condición, ese principio de libertad intrínseca lo obliga a extremar su cuidado consigo mismo mientras que lo coloca ante un amplio abanico de opciones para elegir.
Al instalarlo frente a una variedad de posibilidades lo obliga a elegir una y otra vez, y esa elección lo compele, lo fuerza, porque el hombre se elige a sí mismo, pero al elegirse, elige a todos los hombres, comprometiendo en esa elección a toda la humanidad.
Hablando de lo que significa para el existencialismo la responsabilidad del hombre, hay que decir que al afirmar que el hombre es el único responsable de su propio ser, se le está endosando un sentimiento de culpa, derivado de esa misma responsabilidad a la que está atado en razón de la libertad que su propia existencia conlleva.
El ser es en sí mismo culpa, aunque él mismo no haya elegido ser, ya que lo que ocurre es que el hombre es el ser que elige y que se elige y que, eligiéndose, debe asumirse. Siendo, pues, en este mundo, somos culpables en él, somos actores en el mundo, y como tales, somos lo bueno y lo malo que pueda ocurrirnos.
Esa responsabilidad se realiza con la angustia, que no conduce al quietismo como en la angustia existencial previa a Sartre, sino que por el contrario es filosofía de la acción, el hombre es angustia en tanto es, en su desamparo, quien tiene que realizar el sentido del mundo.
Para cerrar dejo una definición de Sartre no exenta de poesía: un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él.

Claudio Brunori

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