jueves, 29 de abril de 2010

Sobre la ética y la moral

Toda sociedad o cultura construye y establece en el devenir de su desarrollo, un corpus de prescripciones y prohibiciones que conforman el andamiaje de su moral.
Desde los orígenes de la humanidad resulta posible rastrear el interés por establecer regulaciones, a través de normas o códigos, que se apliquen a las acciones concretas de las personas.
Por otro lado, desde los inicios de la filosofía se aprecia como se constituyó otro tipo de interés, caracterizado este por un ejercicio reflexivo sobre aquellas normas y códigos de previa existencia en la sociedad, ya sea en la búsqueda de su fundamento y legitimación o estableciendo comparaciones entre ellos.
Se presentan de esta manera dos niveles claramente diferenciados de interés que conforman lo que se identifica hoy, como moral y ética respectivamente.
La moral, recurriendo a una de sus definiciones más difundidas, es el conjunto de juicios relativos al bien y al mal, encaminados a orientar la conducta de los seres humanos, y la expresión concreta de estos juicios se traduce en normas de comportamiento que al ser incorporadas por cada individuo, permiten regular sus actos, sus acciones en lo cotidiano.
Sin embargo, las normas o códigos morales no suelen ser promulgados como el código civil o penal vigentes en una sociedad, ni resultan incorporados y adoptados el conjunto de prescripciones y prohibiciones que estos establecen en forma automática por las personas, ni se llegan a formular los mismos juicios sobre el bien y el mal en diferentes momentos históricos de las sociedades o culturas.
Es así que la moral, con bastante frecuencia, se presenta como un compendio fluctuante de interrogantes y respuestas sobre la conducta a seguir.
La ética, en cambio, es una reflexión sobre la moral y como filosofía de la moral, se ubica y desenvuelve en un plano diferente.
Desde su lugar investiga la especificidad del comportamiento moral; plantea el interrogante sobre por qué son considerados válidos algunos comportamientos y otros no; establece comparaciones entre las pautas morales que siguen diferentes sociedades o diferentes personas dentro de una misma sociedad, buscando su fundamento y criterios de legitimación; postula teorías en las que se enuncian principios generales que establecen y justifican conductas a seguir en determinados contextos.
La moral fija las pautas para el desempeño en la vida cotidiana y la ética es la reflexión que permite estudiar la génesis y justificación de esas pautas, ambas resultan ser complementarias si bien fácilmente distinguibles.
Los principios éticos condicionan las conductas morales, pero así como teoría y práctica interaccionan, estas inciden a su vez sobre esos mismos principios. Esto es observable en situaciones ante las cuales la aparición de conflictos entre normas morales puede surgir al tomar determinadas decisiones y este hecho conflictivo se traduce luego en la consiguiente necesidad de un análisis desde lo ético.
Vale recordar que principios éticos y normas morales hacen a la esencia misma de una sociedad organizada, cuando se prescinde de la moral o se construye una con posterioridad a los hechos para justificarlos, se vuelve imperativa la reflexión ética para determinar en qué tipo de sociedad se está dispuesto a vivir.
Claudio Brunori

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