viernes, 21 de mayo de 2010

Política y psiquismo

Al realizar proyecciones respecto al futuro inmediato del país, el peor de los escenarios para 2011, suponen algunos analistas políticos de la oposición, es una victoria de Néstor Kirchner (o de su vicario si los números no le dan a él); pero en realidad hay una posibilidad aún más preocupante, esto es: que Kirchner pierda.
No que pierda ya en la instancia de una elección reñida, a la cual los candidatos más fuertes lleguen con similares chances de ganar, el problema es que pierda antes, en realidad, que sepa con cierta antelación que no tiene posibilidades de ganar.
Entonces y dependiendo del tiempo disponible, el nivel de daños que podría llegar a infligir va de moderados a gravísimos, lo que dejaría al nuevo gobierno ante un escenario de elevada conflictividad o de eclosión inminente.
Al impulso de la furia narcisista que dispare la frustración de su sueño de poder (en tanto poder para Néstor Kirchner significa riqueza e impunidad), llevaría a cabo su personal y devastador éxodo jujeño.
¿Por qué hablamos de furia narcisista? veamos algunos conceptos de psicología para ayudar a comprender mejor el análisis precedente.
El sistema narcisista es común a todos los hombres. Contiene las representaciones del si mismo, que son el conjunto de representaciones que el sujeto toma como descripciones de su ser; dentro de ellas hay un subconjunto (desde las perspectiva de la valoración) de los juicios positivos y negativos que se formulan acerca de si mismo.
Las posesiones narcisistas del Yo son las capacidades que tiene el Yo para obtener la valoración de los objetos, el Yo aparece, así, compartiendo los meritos o fallas de los mismos.
Alrededor de la perdida de la estabilidad de las representaciones del si mismo, se moviliza algo que permanecía estable en las construcciones del psiquismo y esto trae aparejado estados emocionales alterados. Se modifica la manera en que un individuo se percibe a si mismo, tanto en las interacciones reales con los demás, como en las interacciones fantaseadas con otros significativos.
Esa perdida de la estabilidad de las representaciones del si mismo, se puede reconocer entre otras actitudes: por una preocupación constante por definir la estima que la imagen de si pueda merecer ante los otros significativos y ante si mismo, por una preocupación constante también puesta en el saldo que en términos de identidad y estima de sí pueda resultar de toda interacción con los otros, por una constante angustia centrada en la ubicación de esos resultados interacciónales con los otros, en términos de responder a un yo-ideal o al negativo del ideal. (El yo ideal sosteniendo representaciones de tipo omnipotente y perfección absoluta, el negativo, sosteniendo el fracaso irreparable), y por dificultades para el registro y la comprensión empática de las conductas y motivos de los otros.
Este conjunto de alteraciones coloca al individuo en constante zozobra, una inseguridad básica, un clima de ataques y lamentos ya que cada confrontación con el mundo, lo pone en tela de juicio. El individuo se siente expuesto, todo es entonces, riesgo, amenaza, fragilidad.
Esa especial sensibilidad a los fracasos, desilusiones y desaires, propicia la aparición de la furia narcisista que lleva a acometer contra todo lo que se interponga entre el individuo y la concreción de su deseo.
¿Se comprende mejor ahora de qué hablamos cuando nos referimos a la furia narcisista de Kirchner en el contexto de un análisis político?
Lic. Claudio Brunori

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