lunes, 23 de agosto de 2010

Hablar antes de que vengan

Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada.

Esta declaración con forma de poema, que suele atribuírsele a Bertold Bretch, la escribió Martin Niemoller, un pastor protestante alemán encarcelado de 1937 a 1945 por el gobierno de Hitler.
Es pertinente recordarlo al transitar estos tiempos de cerrazón ideológica e intolerancia ante el disenso, tiempos en los que quienes gobiernan se hallan empeñados en una búsqueda implacable de control sobre lo que se dice y quien lo dice, todo en pos de construir un relato uniforme que permita disciplinar al otro, al que comete la osadía de pensar distinto. La discrepancia es traición, la crítica es ofensa, la oposición es destituyente, todo el que no ceda ante los deseos del poder es el enemigo y esa lógica binaria rige en toda acción de gobierno.
Los simuladores y falsarios al arribar al poder han sabido construir una imagen de fábula, apropiándose de las banderas reivindicadas por sectores ideológicos postergados, que ansiaban hallar el merecido (y en su momento pagado con sangre) reconocimiento.
Dicen ser lo que no son ni nunca fueron, reescriben y distorsionan su historia para aparecer como campeones de las viejas luchas, cuando en los años de plomo acumulaban riqueza al amparo de las leyes de la dictadura, mientras sus compañeros eran desaparecidos o forzados al exilio.
Parafraseando a Lincoln, se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo, llegará el día en que el pueblo haga tronar el escarmiento, como dijera el general Perón y los mentirosos y corruptos habrán de pagar con la cárcel su condición de infames traidores a la patria.
Cerramos esta exposición con un párrafo tomado del Ensayo sobre el Gobierno Civil de Locke: La tiranía es un poder que viola lo que es de derecho y un poder así nadie puede tenerlo legalmente. Y consiste en hacer uso del poder que se tiene, mas no para el bien de quienes están bajo ese poder, sino para propia ventaja de quien lo ostenta. Así ocurre cuando el que le gobierna, por mucho derecho que tenga el cargo, no se guía por la ley, sino por su voluntad propia; y sus mandatos y acciones no están dirigidos a la conservación de las propiedades de su pueblo, sino a satisfacer su propia ambición, venganza, avaricia o cualquier otra pasión irregular.
Semejanzas y coincidencias quedan a criterio del lector.
Claudio Brunori

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