martes, 10 de agosto de 2010

Sobre el Humanismo Cívico

El humanismo cívico, postula devolver el protagonismo de la vida política a sus más legítimos y calificados actores: los hombres y mujeres erigidos como responsables de los asuntos públicos. Se trata de una propuesta filosófico-política reconocible como tributaria del pensamiento de Aristóteles. Ha sido promovida por el filósofo español Alejandro Llano, ofreciendo una serie de elementos conceptuales y operativos dirigidos a brindar un giro humanista en la configuración de la vida social. Parte para eso de una premisa fundamental, que resulta de la reafirmación de las personas como los sujetos primordiales de la política.
El humanismo cívico se presenta como un modelo socio-político de baja complejidad, pero provisto de bases teóricas rigurosas, en virtud de las cuales se halla en condiciones de cuestionar y someter a revisión los parámetros políticos y culturales dominantes con el fin de explorar posibilidades de convivencia social en condiciones más humanas y justas.
Dice Llano: “Entiendo por humanismo cívico la actitud que fomenta la responsabilidad y la participación de las personas y comunidades ciudadanas en la orientación y desarrollo de la vida política. Un temple que equivale a potenciar las virtudes sociales como referente radical de todo incremento cualitativo de la dinámica pública”
Esta definición encierra los pilares fundamentales de la propuesta, en primer lugar la promoción de un rol protagónico de los ciudadanos como actores responsables en la configuración política de la sociedad, en segundo término el carácter relevante que le asigna a los diferentes tipos de comunidades y por último el valor que le atribuye a la ámbito de lo público como escenario privilegiado para el despliegue de las libertades sociales.
No se trata el humanismo cívico de una escuela de pensamiento político, no es tampoco un esquema ideológico para la actividad política, se presenta simplemente como una nueva manera de pensar y actuar en la vida cívica apelando a elementos humanizantes tales como los pilares descriptos; resulta así una actitud de vida que se encuentra en franca oposición a la mentalidad y a las prácticas de lo que llama la tecnoestructura vigente.
Al hablar de tecnoestructura está haciendo referencia al sistema integrado por los tres ejes estructurales que dominan la esfera pública, a saber: el estado, el mercado y los medios de comunicación.
Cuando el comportamiento de estos componentes hegemónicos ignora las vitalidades emergentes de los ciudadanos y de los grupos sociales primarios, el tecnosistema actúa marginando los fundamentos en los que descansa la radicación humana de la política, cerrándose sobre sí mismo y prescindiendo de otros referentes o parámetros que no sean las leyes internas que lo regulan y la única opinión autorizada que es la de sus propios expertos.
Se llega entonces por parte de la ciudadanía a la conclusión de que no es tenida en cuenta al momento de tomar decisiones que afectan a todo el colectivo social y este extrañamiento de los ciudadanos de la cosa pública, suele crear en una sociedad las condiciones para el surgimiento de la corrupción política, en la que el bien común es reemplazado por los intereses particulares de la clase dirigente.
Claudio Brunori

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