martes, 23 de agosto de 2011

Déjà vu

Sucedió esta semana. Antes de comenzar la transmisión de un partido de fútbol, el relator Marcelo Araujo quiso dejar constancia pública de su conocida obediencia debida al jefe de turno y sacó de la galera una reflexión sobre las elecciones del pasado domingo con el evidente propósito de halagar, sobar, mover la manita para decirles a sus jefes: “Hey, miren lo que digo”, y dejar constancia de su incondicional lealtad con Cristina. Una probidad que, como todos saben, quedó demostrada ya cuando hacía lo mismo antes de la reelección de Carlos Menem en 1995.
La anécdota sirve para confirmar la sensación de déjà vu, de volver a ver, que provoca cíclicamente la realidad argentina. En 1995, poco tiempo después de que su hijo muriera en un trágico accidente, habilitado por la reforma constitucional de 1994, Carlos Menem fue reelecto con el 50% de los votos. Hoy, después de la inesperada muerte de El, hace poco menos de un año, Ella ha revertido la imagen desfavorable de su gobierno y se encamina a lograr su reelección con un porcentaje similar.
En 1995 se explicó el resultado como una consecuencia del “voto cuota”. La continuidad de gobierno de Menem y del uno a uno del peso con el dólar garantizaba que los créditos blandos dedicados al consumo se podrían pagar sin ajustes. Ahora se dice que más de tres millones de personas temen que si no sigue Ella, se les quiten o recorten los subsidios o asignaciones que reciben cada mes.
Y así, más. La oposición de 1995, peronismo disidente y partidos menores, se encolumnó detrás de la fórmula Bordón-Chacho Alvarez, que logró una considerable cantidad de votos, como en 2009 tuvieron Macri, De Narváez, Solá. Pero esas alianzas se disolvieron poco después de la elección por las ambiciones personales de sus dirigentes.
Y más. El menemismo contaba con el apoyo de dirigentes de la extrema derecha liberal, como María Julia Alsogaray y Adelina de Viola, acusadas luego, y procesadas, por delitos de corrupción. El kirchnerismo recibe también a varios dirigentes y militantes formados en esa escuela, como el candidato a vice Amado Boudou, que eligió Ella.
Y más. Se puede ver en YouTube a Néstor Kirchner reconociendo a Menem como a uno de los mejores presidentes de la historia argentina. Y a Menem, ahora, hablar muy bien del gobierno de los Kirchner.
El espacio breve de una columna de opinión no permite extender las relaciones y reflexionar sobre lo que en principio parecen sólo casualidades. Pero la memoria, cuando quiere de verdad afectar a la conciencia, es particularmente persistente. Y pregunta: ¿fue casual “la plata dulce” antes y el “uno a uno” años más tarde? ¿Es casual que menemismo antes o kirchnerismo ahora sean parte de los tantos nombres de fantasía que adopta el peronismo cuando quiere ocultar su pasado? ¿Es casual que el porcentaje de trabajadores en negro, de pobres y excluidos que viven de planes de alimentos y de subsidios, con políticas supuestamente opuestas, sean casi iguales después de casi 25 años de gobiernos peronistas?
¿Qué hay ahí de nosotros? Del eterno retorno a lo mismo.
Carlos Ares

No hay comentarios:

Publicar un comentario