domingo, 1 de mayo de 2011

Mercenarios

“El dolor por la pérdida de un escritor fundamental del siglo XX de la literatura argentina no puede deslizar bajo la alfombra de la sociedad argentina heridas muy hondas que aún no han cicatrizado. El respeto y la admiración no debería traducirse automáticamente en indulgencia a las convicciones políticas de un intelectual ambivalente y paradójico, una especie de predicador atormentado que encarnaba la voz y los sentimientos de “todos”, una mascarada tan convincente que escapó a su control.”
Esta miserable miscelánea es la que Ernesto Sábato ha merecido de parte de un mercenario amanuense del diario Página 12, un oscuro escriba que como tantos otros aplaudió la reescritura falsaria del prologo al informe de la Conadep, el del Nunca más. Un Nunca más, que fuera dicho en el ’84 cuando las fuerzas armadas, aun después de Malvinas, conservaban una estructura y poder de fuego condicionantes de la naciente democracia.
El juicio a las juntas y la acción de la Conadep en ese contexto histórico tienen un peso que no puede disimularse con ninguna mentira de las tantas pergeñadas por quienes pretendieron reinventarse como paladines de los derechos humanos, esos que se enriquecieron en los años de la dictadura al amparo de la circular 1050 y fueron cómplices del vaciamiento neoliberal del menemismo de los 90.
Néstor Kirchner al mandar al timorato comandante de un ejército desintegrado a descolgar un cuadro, no estaba poniendo en juego su pellejo, a diferencia de los miembros de la Conadep y del fiscal Strassera en el momento de pronunciar el Nunca más. Es muy fácil jugarla de guapo ante un adversario caído.
Don Ernesto Sábato ha partido. Para quienes sean creyentes, una instancia superior, la divinidad, o como quieran llamarle ha de juzgar sus actos y su vida, y para quienes la fe resulta esquiva seguramente ya está en el lugar de la memoria que supo ganarse a fuerza de honestidad intelectual y de la otra.
En estos tiempos aciagos, no es poco ciertamente.
Claudio Brunori

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