viernes, 24 de junio de 2011

Libertad y opinión

Si con los agravios se cancela la libertad de opinión y con la propaganda se reemplaza a la información se corre el riesgo de que como en el poema de Pessoa sobre el simulacro, simulamos tanto que vivimos en democracia que se nos hace creer que es democracia lo que en realidad es un régimen de poder personalista y por eso, autoritario. Y eso es lo que nos pasó: condenamos la dictadura, pero no desmontamos la cultura autoritaria que la sustentó. Hoy existe libertad, se nos enrostra desde el poder oficial como si se tratara de una concesión generosa del gobernante. Efectivamente: existe libertad, pero se castiga la opinión. ¿Pero quién tiene ganas de verse expuesto a las burlas, los insultos y las descalificaciones de aquellos que ostentan poder, o utilizan los medios del Estado para insultar o ridiculizar a los que piensan de manera diferente? La estrategia de la descalificación personal, el insulto, la burla, ha sido sumamente eficaz como censura, ya que al cancelar el debate plural se impide que se configure el espacio público de las opiniones, ese pacto verbal, fundamento de la democracia. Ser honesto, decir lo que se piensa, se ha convertido en un acto de coraje, lo que revela una sociedad amedrentada.
Norma Morandini

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