viernes, 24 de junio de 2011

Sofistas

En la antigua Grecia surgió un grupo de intelectuales, los sofistas, que hacían del ejercicio de la sabiduría su profesión y llegaron a ejercer gran influencia en la juventud merced a su destreza retórica y dialéctica.
En principio el término sofista no tenía la connotación negativa que hoy lo acompaña, es a partir de Sócrates y Platón que va a adquirirla, constituyéndose el sofista en alguien entrenado en los artificios del pensamiento y dotado de habilidad para la construcción de razonamientos capciosos. Su finalidad intelectual, a diferencia del filósofo, no era la búsqueda de la verdad, solo perseguían ganar el prestigio que les permitiera enriquecerse o acceder a posiciones de poder en el plano político y social, resultaron por ello precursores del uso desmedido de las opiniones, sin reparar en el absurdo o la falta de fundamento de las mismas.
Los sofistas cultivaban la retórica, el arte de convencer mediante la palabra, de manera tal que eran capaces de persuadir a su auditorio sobre algo en particular, pudiendo pasar de inmediato a demostrar lo contrario. Daban también gran importancia a la erística, el arte de polemizar y construían largas y complejas argumentaciones, que más que orientarse en la búsqueda de la verdad, lo que perseguían era poner en evidencia las debilidades en la argumentación del adversario.
El arte de la persuasión no era puesto en definitiva al servicio de la verdad sino de los intereses del que emitía su discurso. Para el sofista no había ninguna verdad auténtica, la verdad es subjetiva dependiendo de la interpretación de cada persona; por lo tanto lo verdadero y lo falso, lo que está bien y lo que está mal, dependen solo de la perspectiva personal con la que se valora una situación.
Sofística es, resumiendo, todo aquel ejercicio del pensamiento que subordina la verdad a algo distinto de ella misma, ya sea esto la fuerza, la ideología, etc. siguiendo un interés determinado.
El conocimiento es la valiosa herramienta que nos permite identificarla en el plano teórico, así como la sinceridad es lo que lo permite en la praxis cotidiana ya que si no fuese posible discernir lo verdadero y lo falso, pasarían a carecer de sentido la ciencia, la ética, la organización social incluso.
Claudio Brunori

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